Divida un segundo en diez mil partes iguales. A cada una de esas partes se le llama «diezmilésima de segundo». Ahora junte ocho de esas partes y tiene ocho diezmilésimas de segundos… ese es el tiempo por el que Marcel Kittel le ganó hoy la séptima etapa del Tour a Edvald Boasson Hagen. En términos numéricos le ganó por 0,0008 segundos; en términos de muchos aficionados, con el perdón de los matemáticos, ¡le ganó por nada!
Esta vez, y todas, voy a estar del lado de los que manejan los números. Como en aritmética me enseñaron que la nada está representada por el cero, y en ese caso no le ganó por 0,0000 segundos sino 0,0008. Lo primero sería no ganarle y cabría dar el empate; lo segundo, y fue lo ocurrido hoy y significó la victoria de etapa. Obviamente hubo intervención tecnológica, porque a simple vista la imagen del fotofinish, incluso ampliada, no muestra ninguna diferencia.
Ganó Kittel. Fue su tercera victoria en 7 días. La más apretada de la historia del Tour. Y yo agregaría la de medición más precisa en la historia del deporte. Confieso que en casi 30 años de periodismo solo recuerdo una ocasión en la que recurrieron a las diezmilésimas de segundos para dirimir una prueba. Fue en las 500 millas de indianápolis del 2014 cuando Ryan Hunter Reay batió por 600 diezmilésimas de segundo al brasileño Helio Castro Neves. Esa vez me sorprendió la exactitud de la cifra. Hoy en el Tour me sorprendió mucho más. Ni en ciclismo, ni en atletismo, ni en natación, ni en muchos otros de los deportes clasificados como «de tiempo y marca» había visto que la organización llegara a esa precisión. Incluso en la natación olímpica he visto ya varias ocasiones en las que se ha dado empate por la dificultad de establecer diferencias más allá de las milésimas.
En el ciclismo siempre estamos atentos a los minutos y los segundos. En pruebas cortas, como las del bicicross o las de velocidad en la pista, siempre estamos atentos a las décimas de segundo. En la ruta, las centésimas y hasta las milésimas se miran solo para dirimir posiciones en pruebas contra reloj. De allí que nos sorprenda hoy el uso de esa diezmilésimas.
La verdad fue tan apretado el final que era necesario. En muchas otras ocasiones con los segundos sin décimales nos alcanzará. Eso sí, a aquellos que les pareció inútil les recuerdo la pregunta de los señores del granero de la esquina en estos días de Tour: ¿a cuánto está Nairo? ¿será que sí le saca esos 54 segundos a Froome? ¿es mucho tiempo lo que ha perdido «El Cóndor»?, ¿cuánto le puede sacar subiendo?. son preguntas de tiempo, de cronómetro. ¿No le ha pasado que al final de una etapa usted lo que quiere saber es el dato del tiempo y le toca esperar unos minutos eternos? En el ciclismo el tiempo es esencial. Las diezmilésimas de hoy son tiempo.
Foto tomada de rtve.es