A la tercera va la vencida. El dicho popular invita a persistir, a intentarlo varias veces. El origen del refrán no es claro. Algunos refieren su génesis en la era medieval, cuando en las luchas se declaraba vencedor al que derribaba tres veces a su contrincante. La frase es el eslogan de los tercos. Hoy en el Tour, el suizo Marc Hirschi buscó la victoria de etapa por tercera vez en 12 días. En la segunda etapa, en Niza, saltó del grupo a rueda de Julian Alaphilippe y Adam Yates a 13 kilómetros del final. Perdió con el francés en el esprint. El domingo, en la novena etapa, su apuesta fue en solitario. Se tragó 89 kilómetros de cabalgata y fue alcanzado a 1.700 metros de la meta por Roglic, Pogacar y Egan. Sacó fuerzas para el embalaje y entró detrás de los dos eslovenos. Hoy fue su tercera. Venció.
Era un día para clasicómanos. Para ciclistas porfiados, capaces de soportar fugas largas. Así fue. El extenso recorrido se lo repartieron dos fugas. La primera estuvo integrada por seis hombres, que cruzaron el esprint y dos puertos de cuarta categoría. El Bora Hansgrohe apretó en la persecución y los capturó. De inmediato saltaron otros seis aventureros, que tenían por delante un puerto de tercera, uno de segunda y la llegada en Sarran. En el grupo se metieron tres ciclistas del Sunweb. A 28 kilómetros de meta, subiendo al puerto de segunda categoría, uno de ellos, Marc Hirschi, emprendió un viaje en solitario hasta la meta. Era la tercera vez que lo intentaba y fue la vencida. Tiene 22 años, ya fue campeón del mundo de la categoría sub23 y en su primer Tour ya está registrado como vencedor de etapa.
Los 218 kilómetros hacían de la de hoy la etapa más larga. Salió de Chauvigny y llegó a Sarran, el municipio más pequeño de las metas de esta edición. La carrera camina hacia el macizo central donde habrá batalla en la montaña. Hoy fue un día más para entender que el ciclismo es un deporte para obstinados; un ejercicio que requiere esfuerzo y constancia. El recorrido pasó por Saint Leonard de Noblat, la ciudad adoptiva de Raymond Poulidor. «Poupu» fue un testarudo francés que no consiguió ganar el Tour ni en la tercera ni en ninguna de sus 14 presencias. Tres veces fue segundo y cinco veces tercero. Murió el año pasado sabiendo que la etapa más larga de la edición del 2020 pasaría por el patio de su casa. No lo pudo ver. Su rostro estampado en su pueblo fue un homenaje especial. Desde su primera participación, «el eterno segundón» se ganó el cariño de toda Francia. También venció.
En algunas referencias se atribuye el refrán de los tres intentos a una supuesta formación del ejército Romano. Afirman que los soldados más valientes iban en la tercera fila para dar las estocadas finales, y que allí nació la frase. A la tercera va la vencida. Nairo Quintana ha sido dos veces segundo en el Tour. Primoz Roglic lo está corriendo por tercera vez. Guillaume Martin ha participado tres veces, pero nunca había estado en posición de podio. Romain Bardet ya estuvo en él en dos ocasiones. Hay once ciclistas en menos de dos minutos en la clasificación general y cualquiera podría dar la estocada. El ciclismo es cuestión de intentarlo.
La foto de la clasificación general ha sido la misma en los últimos cuatro días. No tiene cara de resistir una quinta jornada. Mañana es el turno para la alta montaña. Se espera un día muy duro. Seguramente los siete premios de montaña incluidos en los 191 kilómetros harán daño a algunos de los candidatos al título. La incursión en el Macizo Central terminará por primera vez en Le Puy Mary. El calor hará mella. Llegada inédita después de un recorrido con el desnivel acumulado más importante de esta edición. Se acumularán 4.400 metros de ascensión y mucha fatiga. Solo uno podrá ser el vencedor; los demás lo seguirán intentando.