Ciclismo con J

Publicado el Jhon Jaime Osorio

Tour 2018 – Día 2: Pasó lo impredecible; Gaviria no ganó

La teoría del Caos impera en el ciclismo. Como  la naturaleza o el universo mismo, el ciclismo no sigue un modelo previsible. Reina la incertidumbre. El resultado depende de muchas variables. Una temperatura alta, una curva abierta, un pequeño repecho sobre el final, un rival que se cae; cualquiera de estas circunstancias, o todas juntas como hoy, terminan cambiando el final de una etapa. Así fue hoy. Fernando Gaviria no pudo medirse a los rivales que derrotó ayer. Se cayó cerca a la meta. No fue su culpa. Su equipo trabajó toda la etapa para llevarlo a disputar el esprint. No pudo estar. Perdió la oportunidad de ganar y se quedó sin la camiseta amarilla de líder.

En este deporte no hay libreto rígido. Solo un guión general, que cambia repentinamente. En una etapa plana como la de hoy uno sabe que habrá licencia para una fuga, que la neutralizarán en los kilómetros finales y que la emoción suprema será la disputa del embalaje. Así fue. Sin Gaviria. Nadie contaba con una caída a 1.900 metros de meta cuando ya los equipos acomodaban a sus hombres más veloces. El líder quedó involucrado. Kittel había sufrido un pinchazo dos kilómetros atrás. Otros esprinters quedaron en el suelo. Después de la montonera, Sagan ganó entre los sobrevivientes y le quitó la camiseta amarilla a Gaviria. Es ciclismo. Es caos. Todo lo imprevisible puede suceder.

La de hoy fue otra etapa donde primaron las caídas. Como ayer. Luis León Sánchez se fue al piso y tuvo que abandonar por una fractura en el codo. Adam Yates fue repitente: ayer fue al piso y perdió 51″, hoy también cayó pero entró con el tiempo del ganador. En dos días de carrera, el líder del Mitchelton Scott tiene un promedio de una caída por día. También se cayeron José Herrada, Dillier, Durbridge, Matthews y Haussler. Es la tónica del Tour en su inicio. Hay nerviosismo, ansiedad, tensión, precipitud y también diferencias de frenado entre los de disco y los convencionales. Muchos ciclistas están rezando para que no le toque ir al piso. Algunos otros son escapistas profesionales.

Este año el Tour arrancó con 22 hombres menos, pero con más caídas que el el año anterior. La UCI le bajó por reglamento un pedalista a cada equipo precisamente para aminorar el número de accidentes en el lote, pero ayer y hoy en los últimos 10 kilómetros ha pasado de todo. La cantidad de caídas es la noticia. El número de vendajes va en aumento. El asfalto quema. En el lote no es que falte orden, sino que sobran ganas.

La mala fortuna de algunos o la falta de pericia de otros sirven para explicar lo ocurrido en dos días; pero no pueden opacar las pequeñas hazañas de cada jornada. Hoy, por ejemplo, Sylvain Chavanel se paseó en solitario en punta de etapa durante casi 150 kilómetros. Está corriendo su Tour número 18, imponiendo un nuevo récord de número de participaciones. Tiene 39 años de edad y casi la mitad ha estado en el Tour. Sumó 350 días compitiendo en la carrera francesa. Va tras el récord de Zotemelk, de 365. Debería lograrlo; sino pasa nada raro; pero es ciclismo y cualquier cosa puede ocurrir.

El Tour tiene en cada kilómetro una pequeña trampa: un desnivel, una zanja en la carretera, los pasos con resaltos en los pueblos, la cantidad de público a lado y lado, las vallas, los separadores… Son las circunstancias propias de este deporte. Apenas van dos etapas y ya ha pasado de todo.  Es la teoría del caos: los pequeños cambios en las condiciones pueden generar una gran diversidad en los resultados. Mañana es la crono por equipos. La lógica hace suponer que el BMC y el Sky deben estar en el marcador… pero esto no es lógica, es ciclismo.

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