El Giro cruzó hoy la frontera de Italia con Eslovenia y se paseó un rato por la tierra de Roglic y Pogacar. Ninguno de los dos está en la carrera italiana, pero sus paisanos se hicieron sentir. Después del esfuerzo en el Zoncolán y antes de la etapa reina en las Dolomitas, la organización programó un recorrido de 147 kilómetros, con un circuito por los bosques de Gorizia, cuya única dificultad aparente era una subida de 2 kilómetros que pasaron 3 veces. En este joven estado soberano, ubicado a a orillas del Adriático y aferrado a su lengua como elemento de identidad, ni la violenta caída que se presentó al principio ni la torrencial lluvia que cayó al final mermaron el fervor por el ciclismo. El auge en resultados de sus dos grandes referentes ha hecho crecer exponencialmente el entusiasmo por este deporte.
La etapa salió de la ciudad de Grado, conocida popularmente como «la isla del sol». La bandera se bajó muy rápido en el puente sobre la desembocadura del Río Izono. El excampeón mundial de crono Víctor Campenaers se lanzó de inmediato para armar la fuga. No habían rodado 3 kilómetros cuando el viento sobre el puente, el ímpetu de la salida y algún error de un pedalista, que no captó la producción de televisión, generaron una caída. Su magnitud no quedó registrada. Sus efectos sí. Jos Van Emdem, Natnael Berhane y el sexto de la clasificación general Emanuel Buchmann abandonaron de inmediato; Rubén Guerreiro se retiró un rato después, y una docena de ciclistas siguió en carrera con laceraciones y lesiones que dejan en duda su continuidad para mañana. La caída fue tan fuerte y las ambulancias tan insuficientes que los comisarios decidieron neutralizar la carrera durante casi media hora.
Eslovenia está en una zona ubicada estratégicamente en Europa, lo que la ha perjudicado pues ha sido escenario de todas las guerras. Antes de cruzar la frontera, del lado de Italia, en Fogliano Redipluglia, los ciclistas pasaron frente a un santuario militar construido en 1938 con los restos de 100.000 soldados italianos que murieron en la Primera Guerra Mundial. Cuando la carrera cruzó esta zona ya Campenaers había vuelto a lanzarse en fuga con 10 aventureros más, entre ellos el colombiano Molano y el holandés Mollema, y tenían casi 10 minutos de diferencia. En el grupo, más de uno dejaba al aire las laceraciones de la caída, que en el futuro se convertirán en las cicatrices de la batalla de hoy. En la vía, a lado y lado, se ondeaban las banderas con el tricolor esloveno y los paisanos de Roglic aplaudían a Egan y a la corte del Ineos que hacían trabajo de control.
Antes de la lluvia, en medio de viñedos, la fuga de 11 lo resolvió todo. Para la última subida, a 19 kilómetros de la meta, el belga Campenaers atacó y se llevó a su rueda al holandés Oscar Reisebeek y al español Albert Torres. El resto de la fuga intentó perseguir, pero llegaron a la meta como escoltas. La llegada estaba ubicada en la Ciudad de Gorizia, una población que tiene la mitad de su territorio en Eslovenia y la otra mitad en Italia por el particular tratado Osimo, firmado en 1979 entre Italia y Yugoslavia. Cuando Eslovenia se independizó con la llamada Guerra de los 10 días, Italia respetó el tratado. Campenaers soltó a Torres al final de la subida y definió la etapa al sprint con Reisebeek. El excampeón del mundo de crono fue más rápido y registró su primera victoria en una gran vuelta. La historia contará que lo hizo en el lado italiano de la ciudad de Gorizia. El grupo llegó a 17 minutos.
El ciclismo no tiene límites geográficos ni tampoco idiomáticos. Hoy los eslovenos disfrutaron la carrera italiana y aplaudieron a ciclistas colombianos, belgas y holandeses. Las banderas son diferentes, pero los aplausos y la fiesta son iguales en todos los confines. Mañana se hablará el fuerte idioma de la montaña. La 16 se considera la etapa reina. Será un etapón dolomítico de 212 kilómetros entre Sacile y Cortina D’Ampezzo. Salen subiendo. El primer premio de montaña de primera categoría está en el kilómetro 25. Luego hay dos más de este mismo nivel y en medio de ellos la subida al Passo Pordoi, considerada la Cima Copi por sus 2239 metros sobre el nivel del mar. Los otros dos puertos también pasan de los 2.000. La llegada es bajando. Será un día para hablar carito, resolver gran parte de la clasificación general e izar la bandera.