Peter Sagan abrió los brazos al estilo del director de orquesta que cierra su concierto con un gesto de gratitud hacia quienes escucharon su concierto. Como Colin Davis, Carlo Maria Giulini o Claudio Abbado ofreció su trabajo a quienes lo disfrutaron. El eslovaco dedicó su victoria al público mientras cruzaba la meta. No ganaba una etapa desde el Tour del 2019. Sagan cerró de forma magistral una faena en la que le marcó «el tempo», el compás y la velocidad a la etapa del regreso después del primer día de descanso.
La obertura fue tensa. El día 10 comenzó con un inusual estrés y no propiamente por la cábala del martes 13. Los resultados de las pruebas Covid 19 de ayer arrojaron ocho positivos. En el Mitcheton Scott, que había retirado de la carrera a Simon Yates el jueves anterior, se infectaron 4 integrantes del Staff. La lista la incrementaron dos auxiliares más, uno del Ineos y otro del AG2R. Además, dos ciclistas, Steven Kruijswijk, del Jumbo Visma y Michael Matthews del Sunweb. Los ocho positivos fueron retirados de la carrera y aislados por la organización, mientras que los directores deportivos del Mitchelton y del Jumbo anunciaron su retiro en bloque.
Los interludios fueron emotivos. El recorrido tenía una primera parte a orillas del Adriático, se salía de la costa para ir a Chieti a través de varias subidas, y regresaba a la costa para preparar sus mejores actos en un circuito de 40 kilómetros en los muros de la provincia de Teramo. La fuga la armó Sagan. Tomó la batuta en la subida al primer premio de montaña y a su rueda se pegaron Villela, Swift, Ganna, Cataldo, Clarke y Jonathan Restrepo. Se corrió como la mejor de las clásicas. A veces se veía al frente al colectivo de siete, y por momentos quedaban en duetos o tríos, regados en las subidas de Tortoreto, localidad en la que se cerró la jornada con un concierto de Sagan como solista.
En el grupo principal también hubo recital. Domenico Pozzovivo con su equipo se encargó de la selección. Pello Bilbao atacó en una subida y alcanzó a soñar con vestirse de rosa. Jakob Fulgsan tuvo un infortunado pinchazo a 10 kilómetros de la meta y cedió más de un minuto en la meta para salir del top 10 de la clasificación general. Joao Almeida se defendió de todos los ataques, ofreció un número de contraataque y tuvo fuerzas para conseguir cuatro segundos de bonificación al cierre de la jornada. El belga Harm Vanhoucke no tocó hoy, cedió cuatro minutos y se alejó de los puestos de privilegio.
A Sagan le faltaba una victoria en el Giro. Se convirtió en el ciclista número 100 en conseguir títulos parciales en las tres grandes. Su mejor número en un año lo hizo llegando a Tortoreto, un importante balneario en la costa del Adriático, en la que tiene una flota de embarcaciones para la pesca de almejas. No solo ganó la etapa sino que revivió la lucha por la camiseta ciclamino de la clasificación de puntos. La de hoy no fue una victoria más para su ya larga colección de victorias, fue un triunfo memorable, por el esfuerzo en la fuga, por el arranque en la última subida, por el terrero difícil y por la jornada cargada de tensión. Una verdadera exhibición, un gran concierto.
Sagan es sinónimo de espectáculo. Tiene carisma y liderazgo. Nunca había estado en el Giro. En la recta final animó a los aficionados italianos, cosechó todos los aplausos, cerró el día con una gesta y ofreció su gran faena para recordarle al mundo que el Giro sigue vivo a pesar de la pandemia. Mañana la etapa es plana, da para pensar en otro tipo de concierto.