Al macizo de Chartreuse llegó hace 1.000 años San Bruno con seis compañeros más para fundar la primera casa de la orden de los cartujos. En ese ambiente natural, lleno de bosques, sigue funcionando el principal monasterio de esta comunidad que dedica su vida a la oración, la contemplación y el retiro. Viven en clausura. Al pico más alto de este macizo, a 1.324 metros de altura sobre el nivel del mar, llegó solitario Primoz Roglic, con un crucifijo tatuado en su antebrazo, para reclamar el liderazgo de la carrera.
La segunda etapa de la carrera francesa tenía 4 premios de montaña en 135 kilómetros. Fue corta y muy intensa. No tuvo la tranquilidad ni la paz del monasterio cercano. Desde el inicio hubo batalla. En la fuga del día se embarcaron 9 aventureros, entre ellos el líder de los escaladores Michael Schar, que sumó en los primeros puertos para mantenerse al frente de esta clasificación. Los dos últimos, uno de primera categoría en el Cote de Maillet, a 3 kilómetros de la meta, y el Col de Porte, de categoría especial, en la llegada, dictaron sentencia entre los aspirantes al título final. El Jumbo Visma controló todo hasta empezar el último puerto y allí le dejó el trabajo al Ineos que seleccionó y demolió pero no resolvió.
El fuerte paso seleccionó la carrera para solo 10 privilegiados, entre ellos cuatro colombianos. En el pequeño grupo principal que cerró los últimos 3 kilómetros de los 17 que tenía la subida entraron Pinot, Buchmann, Gillaume Martin, Nairo, Supermán López, Daniel Martínez, Landa, Porte y Egan Bernal. En ese orden entraron a la meta. Lo hicieron 10 segundos detrás del campeón nacional esloveno, que los adelantó en los metros finales con una gran exhibición de potencia y sobriedad.
El macizo de Chartreuse tiene un aire especial y un paisaje mágico. Su geografía ha inspirado a grandes plumas de la literatura universal. Dumas le dedica un capítulo en sus «impresiones del viaje a Suiza», Balzac lo usa como ambientación en «la comedia humana», Stendal lo puso como sitio de paso para el protagonista de «la cartuja de Parma» y Chateaubriand habla de él en «memorias de ultratumba». Hoy Roglic escribió con sus piernas una escena de poderío absoluto, cuando a 600 metros saltó del selecto grupo de 10 punteros, sentado sobre su sillín, para irse por la victoria.
Algo tiene el campeón nacional de Eslovenia de la vida callada de los monjes cartujos que viven en este sector rural cerca de Grenoble. Subió calladito y bien custodiado por su escudero Sepp Kuss. Se movió solo para atacar, ganar y celebrar con su familia que los esperaba bajo un torrencial aguacero después de la meta. Cruzó la meta abriendo los brazos al mejor estilo de uno de los crucifijos del famoso monasterio. Mañana saldrá de líder, con una renta corta que solo llega a 20 segundos con el décimo en la clasificación general. La tercera etapa tendrá 157 kilómetros, pasará por el mítico Col de la Madeleine en el kilómetro 100 y llegará a Saint Martin de Belleville en premio de primera categoría.