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Gol de la trampa: Fluminense dribla la B

Qué equivocados estábamos. No es una enfermedad colombiana. Brasil también la sufre ¿Será un mal mundial? (todavía no conozco casos en Suecia y Nueva Zelanda). Fútbol y corrupción parecen inseparables: arco y red de una actitud visceral que encuentra territorio amigable en este deporte. Maradona no tenía razón: la pelota se mancha, casi tantas veces como reuniones de dirigentes se programen. ¿Por qué Fluminense no jugará la B si fue uno de los descendidos? Por tres razones:

a) porque el fútbol es un negocio
b) porque también es injusto y
c) porque la ética de la dirigencia es más endeble que la defensa de Tahití.

Página web "Diez y nueve contra uno" creada por hinchas inconformes para sabotear al Flu durante todo el 2014
Página web «Diez y nueve contra uno» creada por hinchas inconformes para sabotear al Flu durante todo el 2014

Las dos primeras pueden existir sin ofender. Es lícito –a ojos de la economía de mercado- que se quiera preservar el espectáculo, favoreciendo con sutilezas (como ocurre en la mayoría de los países y hasta lo vemos en el Mundial) a los equipos que venden, que generan atracción. Para eso se inventaron el promedio que retardaba el descenso de los llamados “grandes” y esa era la estrategia de la FIFA para confeccionar los calendarios de sus torneos: darle ventaja a los ‘históricos’, los de nombre; los de camiseta. Hablemos con franqueza: esto es “políticamente incorrecto”, pero también es correctamente económico.

Así mismo, pretender que el fútbol sea justo es una quimera que excede las posibilidades humanas. El mundo, la vida, son injustos. Eso no impide que renunciemos a nuestro deseo de luchar por una sociedad más equitativa y democrática en sus distintas expresiones. No obstante, la asimetría es casi invencible: siempre habrá mejores futbolistas que otros y esto ya quiebra la igualdad ideal (sólo hay paridad de fuerzas en el papel del reglamento) y, por otro lado, en la lógica de mercado y su perversión neoliberal, siempre existirán quienes tengan más dinero para comprar tales jugadores. Basta mirar la tabla de los 10 clubes más ricos del mundo y cotejarla con sus logros deportivos para entender cómo funciona la cosa.

Pero lo de abandonar la ética o aplicarla a conveniencia (es decir, carecer de ella) es, además de indignante, una torpeza económica. Una cosa es obrar con astucia maquiavélica: actuando sin que se note demasiado la parcialidad y otra es enseñar la ambición con decisiones descaradas como la de cambiar el equipo descendido. En Brasil cada año cuatro equipos suben (los primeros de la B) y cuatro bajan: del puesto 17 al 20 del Brasileirão. El ‘Flu’ debía ser el “rebaixado” (acabó de 17) y no el Portuguesa (puesto 12), como el Tribunal Supremo de Justicia Deportiva- TSJD lo decidió unos días atrás, valiéndose de una falta menor, rayana en el ridículo (la mala alineación de un juvenil durante 15 minutos). 

La pregunta insiste de contragolpe: ¿Por qué no descendió Fluminense? Porque es un club de respetable tradición, uno de los más antiguos del país: eso se refleja en sus vitrinas llenas de viejas fotografías en blanco y negro y sus numerosos trofeos. Porque es de Rio de Janeiro, la ciudad epicentro del fútbol en Brasil (y en la que el Tricolor es protagonista del clásico más antiguo: El Flu- Fla que disputa ante Flamengo) y porque además de tener una “torcida” (hinchada) voluminosa aporta capital financiero al torneo de primera división por contar –entre otras- con uno de los mejores patrocinios: el de Unimed. Eso no es poca cosa en un torneo que desde hace años muestra cifras en rojo.

Lo más sospechoso y al mismo tiempo grosero es que esto es un deyavú: Fluminense ya había sido dispensado del descenso en 1996 y en el 2000 fue “ascendido” de la C a la A en una pirueta inconcebible de la Confederación Brasilera de Fútbol, CBF. No lo duden más: es el consentido de los jerarcas que hacen oídos sordos del entristecido consenso general.

Otros dos elementos contribuyeron a esa ultrajante decisión: el “establishment” del fútbol carioca no pudo soportar ver a dos de sus clubes más emblemáticos (Vasco da Gama también descendió) en la B ¡En pleno año de Mundial en propia casa! Y por ello pulsó fuerzas para salvar a uno de los dos, decidiéndose por el más aristocrático, el que representó la nobleza del estado y abandonó a su suerte al plebeyo ‘cruzmaltino’ que hoy por hoy cuenta –para contra suya- con varias de las hinchadas más violentas del país.

Lo otro es que el perjudicado: el elenco «Lusa» de São Paulo, tiene pocos arrestos políticos, económicos y demográficos para pelear: ni peso en la dirigencia, ni plata para pleitear, ni gran hinchada que se rebele. Total: bandeja servida para el entuerto.

Le conceden un gol en fuera de lugar al Fluminense y castigan cruelmente al que hizo méritos para seguir en el juego. Pero la vida da revanchas: en respuesta a que la camisa salvó a Fluminense, el club Portuguesa está estudiando la posibilidad de jugar la B con la camiseta del Flu. “La camisa si desciende” propusieron los hinchas ofendidos por Facebook. Eso sí que sería un golazo a la injusticia ¿no?

Twitter: @quitiman

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