Tenis al revés

Publicado el @JuanDiegoR

Los alias diabólicos

En el mundo tenis esquivé el bautizo de un apodo que reemplazara mi verdadero nombre (me alcanzaron a llamar Mr. Bean,  Mini Chip y de otras formas que nunca trascendieron). Haber evitado esa tragedia lo consideré siempre un logro para mi autoestima. Y me entenderán cuando conozcan a Bolita, abultado y redondo desde pequeño. A Pica, idéntico a Pedro Picapiedra. A care-crimen, Pollo, Gargamel, Topo. En sus lápidas se leerán los sobrenombres, como mejor son conocidos. Pero lo irónico es que fue después de que dejé de jugar que me apodaron sin piedad.

tomada de www.artelista.com
tomada de www.artelista.com

El delirio del humorista me corría por las venas en ese entonces (año 2001). Una tarde en la oficina de quien heredé por sangre el lirismo del comediante feliz, la creación de mi cuenta de correo electrónico no podía tener otra razón de ser. Tenía que hacer referencia al tenis y al mismo tiempo aludir al chiste inocente. Me dijo entonces mi papá que debía ser [email protected]

Pero no nos podíamos engañar: los 1.80 del gran Pete me dejarían en ridículo a mí, a un pigmeo de casi 20 centímetros por debajo del promedio. Entonces  mi papá me convenció de que mi juego era similar al del argentino Guillermo Coria, por aquello de los drops y la muñeca. A los diez años preferí creerme la ilusión. El tipo, subcampeón de Roland Garros 2004, siempre fue mi ídolo y referente, pero un simple “casicoria” no nos pareció del todo simpático. Escribimos, entonces, en el computador gigante de disquete: “[email protected]”.  Nos pasamos por la faja las reglas cacofónicas, gramaticales y estéticas.

Qué más se podía esperar de mi papá, que por una inexplicable disfuncionalidad suya me llama “padre” desde que tengo uso de razón. Y de mí, que estuve tan orgulloso de la creatividad de mi padre esa tarde que nunca cambié la bendita cuenta. Sólo por honrar a mi padre. Craso error: cuando entré a esta casa editorial me bautizaron “Cascorria”. “Casco”, de cariño.

Y pensar que vivía mortificado de que en mi época de bachiller me apodaran Pirineo. Porque audiblemente a mis compañeros les pareció más simpático ese que el original, Pigmeo, por lo del enanismo y mi similitud con un duende de un mundo fantástico. Siempre me quejé de que “Piri”, la abreviatura, era un poco femenino. Pero en definitiva “Cascorria” me graduó, por un correo creado hace más de 10 años, de delincuente y presidiario.

Maldito seas, Guillermo Coria.

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