Después de tener una relación tan larga, con una persona con la que parece que todo puede funcionar durante el resto de la vida, ambos pensamos que lo mejor era terminar con clase, esa era la mejor forma para no dar mucho de qué hablar. Nada de eliminarnos de las redes sociales. Nada de quejarse con los amigos. Nos habíamos querido pero el amor se había ido. Debíamos ser civilizados y seguir con madurez viviendo la vida cada uno por su lado. Por supuesto, la madurez se vería en que continuaríamos haciendo los proyectos que juntos habíamos construído.
(Si esta es la primera vez que me lees, estoy contando mi historia de dolor, duelo, oscuridad, corazón roto y cómo volví a la luz. Te invito a ver cómo empezó todo! Parte 1 / Parte 2 / Parte 3 / Parte 4/ Parte 5)
Sonido en Vivo era uno de ellos. El programa de radio de conciertos que hacíamos juntos se volvió la excusa para seguir en contacto. No hablábamos de nada más, solo del programa. Pero escribirnos una vez a la semana era para mi casi como un alivio, me hacía pensar que por lo menos había una forma, semanal, en la que él pensaría en mi. Curaba con correos cortos y operativos el desespero que me daba sentirme olvidada por Felipe.
Sin embargo el programa ya no era como antes. Cuando estábamos juntos íbamos a los conciertos, los grabábamos, hacíamos videos maravillosos de los artistas en escena y yo me sentía feliz entrevistando músicos, pasando ese rato maravilloso tras escena y luego sintiendo la vibración de la música en vivo. Después Felipe y yo salíamos cansados, sin fuerzas. Pero él me tomaba de la mano y me llevaba a algún lugar para hablar de lo mejor del concierto, de los detalles de cada toque, de cómo haríamos el programa, de esos sentimientos que nos desbordaban, que nos unían.
Traté sin sentido de que esas emociones se mantuvieran, pero ya no era así. Ya no íbamos a conciertos ni hablábamos con artistas. Después de separarnos, yo era la que armaba los guiones y seleccionaba la música. También grababa las presentaciones y le enviaba todo a Felipe para que él hiciera la producción completa del programa y saliera al aire en la emisora. Yo buscaba las mejores grabaciones en vivo, buscaba música que a él podría gustarle. Sin embargo sus correos eran básicos y muy laborales. Nada de qué le pareció la música o el artista. Se limitaba a hacer su parte, y ya.
Así duramos 2 años. La esperanzaba en que el programa nos mantuviera unidos era lo que me hacía insistir, pero eso no nos haría volver. En el 2014, a principio de año, decidí que ya era hora de terminar ese lazo que solo me estaba haciendo daño.
Me levante muy temprano un martes en la mañana y fui directo a la emisora a hablar con el director. Le agradecí el apoyo, el espacio y le dije con mucho dolor que ya no seguiría con el programa. Ante su sorpresa, usé argumentos típicos: no tengo tiempo de hacerlos, ya este programa cumplió un ciclo, mi trabajo actual no me permite seguir con actividades diferentes… en fin, mil excusas que al final solo ocultaban la verdad: ya no aguantaba más sentirme obligada a crear sola algo que era de Felipe y mío, y tampoco podía soportar verme ignorada cada semana con su indiferencia.
Terminar Sonido en Vivo fue una decisión difícil que afectaría muchas áreas de mi vida. En ese momento significaba dejar de hacer radio en la emisora en la que estuve tanto tiempo y que me dio tanto. Ya no estaría al aire, me alejaría de mis oyentes y de los estudios de grabación. Pero lo bueno sería que lograría también cortar todo lo que me llevaba a estar conectada a Felipe, que no solo era la radio, eran tantos recuerdos y emociones que permanecían allí en ese lugar.
Uno de sus correos, muy diferente a los del programa, fue el motivo para acabar con esa excusa que representaba el programa. Ese mail que contestaba otro mío me hizo entender, por fin, que ya no debía insistir en seguir conectada a él.
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PD Hoy: He pasado un fin de semana maravilloso. He estado feliz rodeada de personas increíbles que me ayudan a disfrutar cada momento. Cuando escribo esto, lo hago agradecida de ver cómo haber vivido todo lo que aquí les cuento, me ha traído al presente, a estar aquí con los brazos abiertos curando heridas y dispuesta a decir que sí a lo nuevo, que siempre es mejor. Gracias por leerme, gracias por sanar junto a mi.
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Entradas anteriores:
Parte 1: La historia de mi viaje
Parte 2: Entre cuentas regresivas y progresivas
Parte 3: Qué hacer (o mejor no hacer) para que el dolor no duela
Parte 4: Ser la víctima, una de las mentiras que cuenta el dolor