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Publicado el J. Mauricio Chaves Bustos

La espada de Bolívar, una paradoja pastusa.

Espada de Bolívar en la Casa de Nariño, ubicación actual. (Foto: Cambio).
Espada de Bolívar en la Casa de Nariño, ubicación actual. (Foto: Cambio).

 

Como una verdadera paradoja, el jefe de la casa militar que tuvo entre sus manos la terrible decisión de obedecer una orden del para entonces ya Comandante General de las FF.MM, Gustavo Petro, o la de su jefe inmediato, para entonces ya expresidente Iván Duque, respecto a sacar la espada de Bolívar y hacerla conducir hasta la plaza, es un pastuso, si bien por sus venas corre la sangre libertaria de los hacheros tuquerreños, nació en Pasto y allá se crio. Se trata del coronel Anuar Fernando Saadat Castro, tamaña labor la que debió cumplir el 7 de agosto, un hecho que sin duda alguna pasará a la historia nacional.

Es consabido el resquemor que le tienen algunos pastusos a Bolívar, no de ahora, ni de hace cien años, sino desde el momento mismo de conocer sus intenciones de independencia, agravado con lo sucedido en la llamada Navidad Nefanda, cuando por órdenes dadas al mariscal Sucre, entró el batallón Rifles a la ciudad para acabar con todo lo que estaba a su paso, no sin razón pocos años después el mariscal sería asesinado en tierras cercanas a la realista ciudad de Pasto. De ahí la paradoja que se presentó el día de la posesión de Gustavo Petro, si bien el militar durante su brillante carrera ha demostrado el apego a la Constitución y a la ley, así como el servicio pulcro al Ejército Nacional, heredero de esos patriotas que deambularon por gran parte de esta América del Sur para liberarla y fundar las repúblicas, tal y como se desprende de las múltiples condecoraciones que ha recibido, no deja de ser curioso que en manos de un pastuso haya estado tamaña encrucijada, que se resolvió cumpliendo la orden del nuevo Presidente, conduciendo la espada de Bolívar al escenario donde una multitud frenética la recibió en medio de vivas y aplausos.

Esta espada fue sustraída de la Quinta de Bolívar el 17 de enero de 1974 por un comando del M-19, dejando en el lugar de los hechos esta consigna: “Bolívar, tu espada vuelve a la lucha”, así como un acápite del discurso dado el 2 de enero de 1814: “No envainaré jamás la espada mientras la libertad de mi patria no esté completamente asegurada”. De esta espada se ha dicho que ni la Academia Colombiana de Historia, ni la Sociedad bolivariana, ni la Quinta de Bolívar, saben su verdadero origen, en el periódico El Tiempo del 18 de noviembre de 1990, se lee: “Unos historiadores creen que al Libertador se la regaló el Gobierno peruano en 1823; pero otros piensan que la utilizó un año antes en la campaña del sur de Colombia, en la batalla de Bomboná. También existen los que consideran que se la regaló el Gobierno de Bolivia y otros no descartan que sea la que le obsequió la Legión Británica.”

Espada sustraida por el M-19. (Foto: El Tiempo, viernes 18 de enero de 1974).
Espada sustraida por el M-19. (Foto: El Tiempo, viernes 18 de enero de 1974).

 

Al respecto hacemos las siguientes aclaraciones. En el Papel Periódico Ilustrado de julio de 1883, aparece un grabado con 4 espadas, dos de las cuales pertenecieron a Bolívar, otra a Nariño, que utilizó en la Campaña de Pasto, y otra a José María Córdoba. Una de las espadas la utilizó el Libertador en la Campaña del Sur, es decir hace exactamente 200 años, y que lo acompañó en la dura batalla de Bomboná el 7 de abril, donde solamente hubo perdedores; fue obsequiada a Rafael Arboleda en Guayaquil, en agosto del mismo año. Esta pasó a manos de Julio Arboleda, quien la utilizó también en sus batallas, para pasar a ser propiedad de su viuda, según consta en el Papel Periódico Ilustrado. La otra espada, fue obsequiada por Bolívar al general Rafael Urdaneta, quien a su vez la obsequió al general Francisco Urdaneta, para llegar finalmente a manos del general Carlos Urdaneta, todos ellos venezolanos, de donde se deduce que puede estar en dicho país.

En cuanto a la espada obsequiada por la Legión Británica, esta fue regalada por el presidente Eduardo Santos al presidente de Venezuela Eleazar López,  el 5 de abril de 1941, en la víspera de la firma del tratado que definía las fronteras entre los dos países, del periódico La Opinión de Cúcuta, se extrae este fragmento: “Como parte del protocolo acostumbrado para esta clase de encuentros, los presidentes intercambiaron sendos obsequios; el excelentísimo señor presidente de Venezuela obsequió a su homólogo colombiano un hermoso óleo del Libertador ejecutado por el afamado pintor venezolano Tito Salas y el presidente Santos retribuyó el gesto con la entrega de una espada que la Legión Británica obsequió al Libertador en agradecimiento a su participación en la gesta emancipadora.” Nada raro que los presidentes tomen como suyos los patrimonios del Estado y los regalen como si nada, no sobra recordar que en 1893 el presidente Carlos Holguín Mallarino regaló el Tesoro Quimbaya a la reina de España, María Cristina de Habsburgo, sin que hasta el momento se haya logrado su devolución.

Sobre la espada que se resguarda hoy en la Casa de Nariño, la única posibilidad es que la que fue obsequiada a Rafael Arboleda haya terminado siendo adquirida por la Sociedad de Embellecimiento de Bogotá en 1924 y cedida a la Quinta de Bolívar, que es el año desde el cual empieza a figurar dentro de los objetos valiosos de dicho museo, sin tener certeza cierta de que sea realmente esta la espada que sustrajo el M-19 el 17 de enero de 1974 y devuelta el 31de enero de 1991, cuando el grupo guerrillero se desmovilizó y se convirtió en un grupo político.

La Sociedad de Embellecimiento fue fundada en Bogotá en 1917, en 1922 la Quinta de Bolívar fue adquirida por el Estado y encargó a la sociedad de su administración. En razón de ello, sus socios buscaron por todos los medios adquirir objetos que habían pertenecido al Libertador. Esta sociedad, con ocasión del centenario de la batalla de Ayacucho, 9 de diciembre de 1924, promovió un concurso en Bogotá, consistía este en que las familias expusieran en vitrinas bien arregladas objetos históricos, llevándose el premio aquel objeto que más trascendencia tuviese para el país, de tal manera que es posible que aquí haya salido a la luz pública la dichosa espada. Jorge Mier Hoffman, en un interesante acopio de información en el artículo denominado “La Excalibur de Simón Bolívar”, anota: “El 3 de Diciembre de 1924, fueron designados los académicos José Manuel Marroquín, Eduardo Restrepo Sáenz y Gerardo Arrubla, como miembros de la Comisión encargada de evaluar los bienes de la Quinta; y es a partir de entonces cuando en el inventario se hace mención de: «una espada con empuñadura dorada y vaina de cobre que se cree perteneció al Libertador» es decir, que a pesar de utilizarse la palabra “se cree perteneció al Libertador”, fue reconocida, aceptada e inventariada como tal”.

Espadas históricas. Papel Periódico Ilustrado, 1883.
Espadas históricas. Papel Periódico Ilustrado, 1883.

 

De tal manera que es posible que la espada de marras haya sido la que usó Bolívar para hacer su entrada en la ciudad de Pasto el 8 de junio de 1822, recibido bajo palio y con tedeum en la iglesia mayor, esto con el fin de evitar que el pueblo, no contento con el armisticio firmado por las élites pastusas, lo agrediera. Tres días después sale de la ciudad rumbo al sur, en Ipiales es recibido por los comarcanos que desde 1809 apoyaban primero la autonomía y luego la independencia, ahí la ninfa Josefina Obando lo corona con laureles, como símbolo de afecto hacia la causa patriota. El 16 de junio hace su entrada triunfal en Quito, donde la corona lanzada por Manuelita Saénz despertará pasiones irrefrenables, quizá esa espada fue testigo del inicio de ese amor loco.

Lo que vendrá luego, será terrible para el sur de Colombia. En Pasto, Benito Boves, apodado el “ave negra”, Agustín Agualongo y Estanislao Merchancano lideran un levantamiento e inician una persecución contra todos aquellos que estaban a favor de los patriotas, así inician un recorrido de muerte, incendiando y quemando todo a su paso, a tal punto que el 10 de noviembre es fusilada en Ipiales Josefina Obando, junto con otros patriotas, en el atrio de la capilla de La Escala. Vendrá luego la desatinada orden de Bolívar dada a Sucre de retomar la ciudad de Pasto a sangre y fuego, tal y como aconteció el 24 de diciembre de 1822, fecha de triste recordación para este Sur, cargado de matices en sus luchas libertarias y también en sus resistencias, como el matiz de verdes que se asienta en sus suelos y se eleva también en sus nubes.

Sea cual sea la espada que hoy se resguarda en la Casa de Nariño, por solicitud del presidente Gustavo Petro Urrego, es un símbolo cargado de muchos matices, para la mayoría el significado de que inicia una nueva era para el país, fundada en el reconocimiento de las diversidades y la búsqueda de la paz con justicia social para todos los colombianos.

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