Pazifico, cultura y más

Publicado el J. Mauricio Chaves Bustos

Florentino Bustos E., el poeta de las nubes verdes, a los 50 años de su muerte.

Florentino Bustos E. (1893-1971)
Florentino Bustos E. (1893-1971)

 

A las cinco de la tarde del 14 de febrero de 1971, como en el poema de García Lorca, falleció en Ipiales el poeta Florentino Bustos Estupiñán, hace ya 50 años, sin embargo, pese al bullicio de la ciudad fronteriza que aun no se ha acostumbrado a levantar la mirada para ver transitar las nubes verdes que divisó Juan Montalvo durante uno de sus destierros, aquellas que el poeta cantó perpetuamente, hasta el punto de bautizar así la revista que fundara en 1924; la ciudad que busca a toda costa salir de su letargo mercantilista para ir redescubriéndose en su propio espacio, hecho paisaje para muchos, y reconocer su ancestralidad para afianzarse no como ciudad de paso, sino como espacio fronterizo donde el reconocimiento del otro es constante y esencial dentro de su propia vivencia. No sin razón dice el profesor Julio César Goyes: “Sin caer en las idolatrías ˂Bustos˃ comprendió que la cultura no eleva canto civilizatorio alguno de manera individual y mezquina, sino que es el tejido incluyente del pensar, sentir y querer de las colectividades”.

El Poeta Bustos, como se lo conoce popularmente en el Sur de Colombia, nació en Ipiales el 5 de enero de 1893, ahí transcurrió toda su vida, hasta el día de su muerte a los 78 años, de los cuales dedicó más de 6 décadas a la poesía, a la cultura y al periodismo. Había hecho voto silencioso para desposarse con la Poesía, así con mayúscula y femenina, por eso no se desposó, su descendencia de sangre está en sus poemas, en sus revistas y en sus artículos, publicados en un sinnúmero de revistas y periódicos en Colombia, Ecuador y España. En 2017, la administración municipal de Ipiales publicó el libro Rimas Crepusculares, que recoge parte del trabajo literario del poeta nariñense.

Poeta de corte romántico, sin dejar de ser clásico y explorando en las formas y en los temas, así lo reconoce el célebre historiador y escritor nariñense Justino Mejía y Mejía: “Dejó de escribir como empezó a escribir. No lo inmutaron las embestidas de las tormentas artísticas que se desataron a partir de la segunda década del 900. Nació romántico y murió romántico. En su vida y en su obra hay una linealidad irrompible. En sus creaciones palpita el mismo estilo, el mismo fuego, la misma sinceridad, la misma devoción por las tradiciones de su raza, el mismo fervor por sus gentes, la misma generosidad por sus amigos, el mismo culto por sus paisajes geográficos y espirituales, las misma resonancias, el mismo fervor, el mismo tedio… Alguien quizá podría pensar que una vida y un arte de semejante laya caerían en la monotonía, en la insipidez, en el empalago, en el desvanecimiento. Pero no. Florentino Bustos tenía el ingenio para descubrir el punto sobre el que se reflejaba la hora del día o la chispa de la emoción para luego ataviarlo con la luz policromada de sus versos.”

Los poetas Jorge Artel y Florentino Bustos, en Las Lajas.
Los poetas Jorge Artel y Florentino Bustos, en Las Lajas.

 

Nariño fue el tema de su predilección, por eso le cantó a sus municipios resaltando sus bellezas, escribió himnos exaltando su historia y su idiosincrasia, el maestro José Rafael Sañudo, anota respecto a uno de éstos: “¡Qué admirables estrofas, llenas de melodía y buen gusto! ¡Cómo hace elogios a mi patria tan grandilocuentes y generosos!”,  aquí una muestra:

 

¡Pueblo grande, eres Nariño,

cumbre excelsa del valor,

timbre das al nombre ilustre

del héroe precursor;

es Nariño, tierra insigne

en talentos y en virtud;

guarda ufano sus reservas

en altiva juventud!

……….

Tienes girones de hermosos paisajes:

como Tumaco, sultana ideal;

y así en Ipiales de bellos celajes,

brilla en Las Lajas, un astro Eternal!

 

Su vida y su obra corresponden a una singularidad pretendida e innovadora, sin duda alguna, a tal punto que en Ipiales se lo recuerda con gran cariño, además porque no hubo acto cívico donde su presencia faltara, de tal manera que hay también en él un acto político cívico comprometido, así que es el romántico que va del ideal a la acción, por eso al repasar su obra poética o sus ensayos encontramos un compromiso social de afianzamiento con ese Sur no solamente cantado, sino también como un compromiso desde la identidad al querer como una acción concreta.

Revista Nubes Verdes, 1924.
Revista Nubes Verdes, 1924.

 

Fue un estudioso de los clásicos españoles, gusto que con seguridad le vino de las tertulias con compañeros y maestros del colegio Javeriano de Pasto, donde adelantó parte de sus estudios básicos, así como en los corrillos de calles y cafetines, donde vivió la fina bohemia de la que también fue hijo predilecto, así lo atestigua Sergio Elías Ortiz hablando de los poetas del Sur – Sur: “En las letras distinguían tres poetas: Aníbal Micolta, quien de pronto llegaba a la ciudad desde su hacienda El Cascajal, donde se consumía de tedio y de desesperanza; el mono Álvarez, siempre eufórico, siempre cariñoso, así estuviera diáfano o nublado su espíritu y Florentino Bustos, excelente amigo, que de pronto también desaparecía del trato humano para entregarse a lo que él llamaba la contemplación ultraterrena. Los oía a los tres declamarme sus versos y me complacía en ponderar sus creaciones.”

Además de sonetista consagrado, fue un repentista excepcional a tal punto que quienes tuvieron la fortuna de estar en uno de sus improvisados recitales, al tomar nota de sus palabras, comprobaban en la transcripción la pureza de las formas y la perfección en la métrica, su buena amiga, la escritora costumbrista y también poeta, Carmen Coral de Calad, así lo atestiguó: “don Florentino Bustos, hijo ilustre de este terruño ipialeño, ha sido y sigue siendo el poeta más elocuente y más romántico de esta carísima comarca. No se hizo; nació con la vena de Poeta. Seríamos interminables hablando de don Florentino Bustos como amigo y como poeta poseía cualidades invaluables, consecuente, sincero, caballero en toda la acepción de la palabra. Fue el Poeta, fue el escritor que enalteció las letras de Nariño y especialmente de Ipiales.”

Con ocasión del centenario de su nacimiento, la Casa de Poesía Silva, dirigida entonces por María Mercedes Carranza, se unió a la celebración donando una placa donde se reconocía la morada que habitó el poeta en Ipiales durante toda su vida, ahí permaneció, como testigo del correr de los tiempos, hasta que los nuevos propietarios en un acto de desconocimiento de la cultura vernácula la desprendieron de su lugar. Hoy algunos amigos de la poesía y la cultura recuerdan al Poeta Bustos, su espíritu sigue recreándose por las calles de su pueblo, de su Nariño, desde Cabo Manglares al Doña Juana, desde Iscuandé hasta Cofanía Jardines de Sucumbíos, exaltándose con seguridad con todo ese terruño que supo amar verdaderamente.

Revista Sur de Colombia, 1967.
Revista Sur de Colombia, 1967.

 

Para terminar, este curioso poema de su autoría dedicado a la tumaqueña Stella Márquez Z., un homenaje a la belleza de todo ese hermoso Pacífico nariñense:

 

Orgullo de Colombia, de una pujante raza

surgió como la Venus mecida por el mar;

fue un día cuando Febo con su fulgor le abraza

y Tumaco le ofrenda su rítmico cantar…

 

En un mundial concurso, con el fervor sin taza,

acogen como Reina princesa sin igual;

y jueces, en América, la democracia en masa

le rinden pleitesía… en Nariño tiene altar…

 

Oh reina portentosa de corazón y mente;

en un girón de Ipiales donde su cielo es ente,

y en cuya tierra de artes, te trina un ruiseñor…

 

Para ti, noble Stella, las nubes de esperanza;

se han transformado en tronos de paz y de bonanza

para que seas gloria… para Colombia honor.

 

Comentarios