Pazifico, cultura y más

Publicado el J. Mauricio Chaves Bustos

¡A endulzar la vida! Del cacao y el chocolate en nuestro pacífico nariñense.

Cacao del Pacífico nariñense.
Cacao del Pacífico nariñense.

 

El cacao es quizá el producto que conectó a América del Sur con la América Central, ya que hizo un recorrido de ida y vuelta a través de nuestra historia. Todo indica que su origen está en el Amazonas colombo-ecuatoriano, y que de ahí fue llevado, quizá por el Pacífico, donde se asentó la impresionante cultura Tumaco-La Tolita, hasta donde los Mayas, quienes perfeccionaros su cultivo y sofisticaron su uso, mezclándolo con otras especies para convertirlo, finalmente, en una bebida que se ofrendaba a los dioses por los altos dignatarios y sacerdotes, herencia que recogerían los Aztecas durante sus posteriores conquistas y que, la verdad sea dicha, no impresionó inicialmente a los invasores españoles, especialmente por el sabor amargo, que no es otro el significado de la palabra chocolate, “xocolatl”, proveniente del fruto del “cacautatl”, es decir el cacao.

Quizá, en la perdida ciudad de Uxmal, ubicada por tradición oral en el Pacifico nariñense, los Mayas, que buscaban otros lugares para habitar, reencontraron el producto que ya les era conocido, de tal manera que los Sindawas, como se conoció finalmente al grupo llegado de Centroamérica y que poblaría gran parte del territorio, cobrarían sus fuerzas para guerrear contra los españoles, especialmente en el siglo XVII, con sus totumas de chocolate espeso, pidiendo a sus dioses protección para sí mismos y clemencia para los capturados, ya que fueron testigos fidedignos del barbarismo de quienes portaban la espada y la cruz.

Pasaría mucho tiempo para que los invasores europeos comprendieran que la verdadera riqueza americana estaba en los saberes de su gente, en sus productos agrícolas, de tal manera que con la caña de azúcar traída por éstos del África, terminó por hacerse una combinación que conquistó también a reyes y a emperadores europeos, no en vano se lo llamó Theobroma, que traducido del griego quiere decir “alimento de los dioses”, y así el chocolate y las chocolatinas empezaron a pasearse por los salones de los palacios más elegantes de Europa, hasta el punto de que, al igual que nuestros ancestros americanos, se pagaban deudas y se conquistaban guerras con los granos del cacao.

Con el oro que tanto ambicionaban los europeos, y que terminó llegando hasta el oriente, especialmente a China, llegó también el cacao, de forma que su delicioso aroma se vertió también por entre la Ciudad Púrpura Prohibida, en la lejana Pekín, para animar al emperador y dar hijos a la emperatriz que no podía concebir, así como siglos atrás lo harían también los reyes y emperadores Mayas, Aztecas, Tumacos, Sindawas y muchos otros más en tierras llamadas americanas.

De tal manera que el cacao ha estado presente en nuestro territorio por siglos, convirtiéndose en un importante elemento, no solamente gastronómico, sino como moneda y como una posibilidad grande de exploración de otros territorios y de intercambio cultural. El conocimiento de los hombres y mujeres traídos del África incrementó la posibilidad de mezclas del cacao con otras especies, su combinación, con seguridad, forjó el chocolate como lo conocemos en la actualidad, especialmente con la miel y con el dulce sacado de la caña de azúcar, hasta obtener el producto como lo conocemos hoy en día.

En la actualidad, el cacao que se produce en el Pacífico nariñense es uno de los más excelsos del mundo, así lo reconocen las organizaciones internacionales que han otorgado premios a diferentes cacaoteros de este territorio, ya que al igual que el café o el vino, éste tiene sus especificaciones y sus características particulares, reconociendo en nuestro cacao los aromas de maderables, así como florales y frutales, con una acidez que le da el toque característico, fruto de su cercanía con el mar, cuyos vientos lo alimentan y lo vuelven mágico.

Nelson obando seleccionando cacao.
Nelson Obando seleccionando cacao.

 

Nelson Obando Campos, productor de cacao, manifiesta que éste es único por su aroma y su sabor, además los cultivos generan trabajo y la posibilidad de buenos recursos económicos, reconoce que hace falta mucho apoyo del Estado y de la empresa privada, particularmente, porque son muchos los intermediarios frente a toda la cadena productiva que hay alrededor del cacao; además, reconoce que hace falta que tanto los productores como los compradores establezcan una balanza equitativa para que también se comercialice el producto convertido, garantizando así beneficios y entradas más grandes a los campesinos que lo producen y que espera lo transformen. Este ingeniero agroindustrial e instructor del Sena se emociona cuando habla del chocolate y afirma, y vuelve a reafirmar, que sí se puede generar cultivos y empresas sostenible con el cacao y con el chocolate procesado; se emociona cuando habla de los derivados, como la manteca del cacao, licor de cacao o la pasta para el chocolate de mesa y las chocolatinas. Si se puede, sigue insistiendo, con la fe puesta en que desde la enseñanza y el aprendizaje este producto transformará positivamente el territorio.

Raúl Araujo y el Festival del Cacao de Tumaco.
Raúl Araujo y el Festival del Cacao de Tumaco.

 

Raúl Araujo Araujo, Director de Productividad y Competitividad Empresarial de la Cámara de Comercio de Tumaco, es el alma y nervio del Festival del Chocolate que se realiza desde hace tres años; gracias a su iniciativa y a su propia experiencia familiar, vio la necesidad de crear una vitrina que reuniera a productores, transformadores, consumidores, académicos y a todos aquellos que tienen que ver con el mercado del cacao, y en donde se intercambiaran experiencias y se hicieran mesas de negocios, donde todos puedan acceder a los muchos beneficios que deja este mágico producto ancestral y que, gracias a muchas iniciativas, busca modernizarse para ser realmente competitivo en todos los mercados del mundo, mostrando las particularidades del chocolate del Pacífico nariñense, que lo vuelven único y muy apreciado. Este economista, candidato a maestro en Mercadeo, cuenta que siendo niño vio unos granos o habas de cacao que su abuelo había llevado a su casa desde su finca, al preguntarle qué eran, éste le respondió que de ahí salía el chocolate que él se comía, desde entonces sintió un apego muy grande por este producto, con el cual ha crecido desde niño y ahora le apuesta con esta importante feria y con su trabajo diario.

Sofia Angulo mostrando algunos de sus productos.
Sofia Angulo mostrando algunos de sus productos.

 

Sofía Angulo Guerrero es una productora y transformadora del cacao en Tumaco, desde la vereda Nueva Reforma, donde un grupo de mujeres se han organizado para generar sus propios recursos, sacan sus productos a la ciudad, y con ella sus sueños y sus esperanzas; cuando se le pregunta cuánto tiempo lleva cultivando el cacao, dice, con una sonrisa, que desde que ella es, es decir toda su vida y casi un lustro transformando con su empresa comunitaria. Los saberes le vienen de sus ancestros, ya que su aprendizaje se pierde con la noche de los tiempos, siendo el cacao el principal recurso con el que cuentan. Dice que si se puede vivir del cacao en el territorio, sobre todo cuando los precios están mejorando, y añora que esto siga así, o que por lo menos el precio se estabilice y les deje buenos recursos. El chocolate transformado lo venden en Tumaco, y el cacao, la pepa, a las grandes empresas cacaoteras del país que buscan este precioso producto. Su sueño es tener una gran empresa, donde puedan producir y transformar, además porque el chocolate genera paz, todos trabajan y son libres de vender su producto. El chocolate le produce felicidad, porque toda su familia y su grupo van a cultivar y los buenos recursos les permiten tener acceso a un mejor nivel de vida. Espera que, en el próximo Festival del chocolate, en 2021, pueda traer mas productos, ya que sus chocolates en bolita o en pastillas han sido rapadas por los compradores. Manifiesta que su chocolate es natural, su sabor es diferente, libre de todo químico, por eso lo que se consume es felicidad y mucho amor.

Junto con Sofía, Raúl y Nelson, compartimos la apreciación de que en el territorio no se consume el chocolate, ya que esté ha sido desplazado por las gaseosas o el café, que no son originarios ni ancestrales; creando, durante mucho tiempo, la falsa creencia de que el chocolate era dañino, sin embargo, todo apunta a demostrar que el chocolate contiene grasas buenas para el ser humano, a más de aumentar la producción de endorfinas, conocidas como las hormonas de la felicidad. Por eso también los productores, transformadores y comerciantes están buscando el rescate del consumo de esta bebida tradicional, que no debería faltar en las mesas de sus habitantes.

Para finalizar, la palabra poética de un sabio poeta azteca del siglo XIV, Tlaltecatzin de Cuauhchinanco, unos apartes de su canto sobre este producto que es la felicidad de los dioses:

En la soledad yo canto

a aquel que es mi Dios

En el lugar de la luz y el calor,

en el lugar del mando,

el florido cacao está espumoso,

la bebida que con flores embriaga.

Yo tengo anhelo,

lo saborea mi corazón,

se embriaga mi corazón,

en verdad mi corazón lo sabe:

El floreciente cacao

ya tiene espuma,

se repartió la flor del tabaco.

Si mi corazón lo gustara,

mi vida se embriagaría.

Cada uno está aquí,

sobre la tierra,

vosotros señores, mis príncipes,

si mi corazón lo gustara,

se embriagaría.

 

Tumaco, 1 de octubre de 2020

Fino chocolate del Pacífico nariñense.
Fino chocolate del Pacífico nariñense.

 

 

 

 

 

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