Pazifico, cultura y más

Publicado el J. Mauricio Chaves Bustos

Crónicas de viaje II. Ourense, la ciudad amable de España.

Plaza Mayor, Ourense.
Plaza Mayor, Ourense.

 

Algo más de 230 kilómetros dista  Ipiales de Tumaco o viceversa. Nos separa los Andes, ahí en donde termina el callejón andino, en el nudo de los Pastos, para más al norte abrirse en dos y convertirse en las cordilleras Occidental y Central. De tal manera que hay que ascender a más de 3 mil metros de altitud, en el altiplano de Túquerres e Ipiales, donde la neblina es una constancia, para empezar a descender desde El Espino, pasando por el pie de monte costero, que cubren los municipios de Mallama y Ricaurte, para alcanzar la llanura del Pacífico, de tal manera que pasando El Diviso, todo toma un cariz diferente, empiezan a verse las palmeras, las casas construidas en palafitos y un delicioso calor empieza a cubrir todo lo que lo rodea, a medida que se avanza huele a mar, el cual se empieza a divisar poco antes de llegar al Pindo.

Se ha atravesado así no solamente por la geografía física de un mismo departamento, sino por la geografía humana que muestra diferentes caracteres, propios del espacio donde se desenvuelve el quehacer humano, desde la taciturnidad del serrano a la festividad propia del costeño. Afros, indígenas, mestizos, son el componente que va variando a medida que se va avanzando por ese territorio que resume lo que Vasconcelos llamó “la raza cósmica”. Es el suroccidente colombiano.

Al noroccidente de la península ibérica está Galicia, una de las comunidades autónomas españolas, cuya capital es Santiago de Compostela, formada por las provincias de La Coruña, Lugo, Ourense y Pontevedra. Está bañada al norte por el mar Cantábrico y al occidente por el océano Atlántico. Al sur limita con Portugal, compartiendo tradiciones que les son comunes, entre otras la lengua gallega, con el cual formó la unidad lingüística, llamada galaicoportugués, durante el medioevo. El oro del río Miño atrajo a los romanos, hasta el punto de acabarlo casi por completo, río bellísimo que pareciera no haber sufrido el maltrato de más de 500 años que ha sufrido el Telembí en la mítica ciudad de Barbacoas.

Las diferencias entre Nariño y Galicia son abismales, como fácilmente puede concluirse sin mayores racionamientos, tanto históricas como geográficas, políticas, sociales, económicas y de todo orden. Sin embargo, y pese a todas esas diferencias, se comparten elementos comunes como esos mares que las bañan, la frontera con otro país que implica intercambios constantes y reconocimiento de las otredades, especialmente en los municipios que son limítrofes. Ourense tiene menos de la mitad de la población que tiene Tumaco, en cuanto a la superficie, la ciudad gallega cabría 44 veces en el territorio del municipio nariñense. No quiero aquí detenerme en cifras o estadísticas, estos datos simplemente nos permiten tener unas coordenadas sobre estas ciudades que la vida me ha dado la oportunidad de conocer y de llegar a querer.

Mercado medieval, detalle.

Mercado medieval, detalle.

De mano de Xavi Casares recorro la bella ciudad gallega de Ourense, especialmente el centro, que parece cuidado como una tacita de plata, cerca está el Puente Romano, recuerdos de la época de Augusto en Iberia; la bellísima catedral de San Martín, donde se venera un santo Cristo al que dicen le crece el cabello, y al igual que el Nazareno de Magüi Payán, se resistió a abandonar la ciudad sentando reales ahí. Unos bellos edificios de épocas pretéritas nos conducen a Las Burgas, manantiales de aguas termales que han sido el deleite de propios y extraños por más de dos mil años. En el centro histórico las calles se van estrechando, recuerdos de épocas pasadas donde se buscaba evitar el flujo de los invasores; la Plaza mayor presenta una de las particularidades que más llaman la atención, y es el desnivel, con una pequeña pendiente que le da una característica particular. Ahí edificios del medioevo se conservan como si acabasen de ser construidos, hay un respeto por su arquitectura, por ello Stella Estrada Mosquera nos hace un paseo con un joven arquitecto especialista en su ciudad, mostrándonos las maravillas que van de épocas remotas a la modernidad de inicios del siglo XX, señalándonos especialmente los hermosos balcones en hierro forjado elaborados finamente por expertos artesanos de todas las épocas. De ahí el viejo dicho popular que se reafirma constantemente:

 

Tres cousas hai en Ourense,

que non as hai en España,

o Santo Cristo, a Ponte,

e as Burgas fervendo auga.

 

Coincide mi viaje con el Mercado Medieval, con actos, disfraces y alimentos que recuerdan viejas épocas, ahí la variedad de quesos se confunde con las carnes curadas, los panes y los vinos que siguen siendo el deleite de sus moradores; los niños se solazan en tiovivos y columpios propios de tiempos antiguos, así como con los juegos con los que con seguridad se recreaban sus ancestros, así mismo la presencia de músicos con instrumentos que recrean los festines medievales, y cientos de vendedores con especies y mercancías que atraen la atención de propios y extraños.

Stella Estrada vive en uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, el Viacambre, ubicado en la Rúa de Paseo, cerca al parque San Lázaro, hermosamente diseñado, lleno de árboles, nos recibe con hermosos cantos de pájaros que se resisten a tomar reposo, saben que en verano tienen más horas de solaz y de contento. Esta calle es amplia, llena de hermosos edificios, de lujosas tiendas y almacenes, así como de bellos cafés que son una tradición en Europa, ya que bajo el parasol se pueden tomar refrescantes viandas y comer deliciosos manjares.

Algo más de una semana me permitió recorrer sus calles, visitar sus museos, sus templos, mirada de turista dado el corto tiempo, que sin embargo me permitió también ser testigo del trato excepcional que se le da a los adultos mayores, siendo Ourense una de las provincias más envejecidas de España, ahí buscan el solaz quienes han logrado su pensión, ya que es una ciudad amable con sus habitantes, a tal punto que en algunas de sus calles se están construyendo cintas transportadoras para facilitar el acceso a ciertos lugares a las personas mayores.

Tertulia con amigos de El Liceo.
Tertulia con amigos de El Liceo.

 

Xavier Casares tiene su propia rutina y generosamente me ha hecho cómplice de ella: ir al Liceo de Ourense, del cual es su presidente, para tertuliar en un hermoso salón con algunos de los socios, ahí se habla más de lo humano que de lo divino, y en un ambiente fraterno exponen sus diferentes posiciones políticas, me permiten hablar de Colombia y de los cambios que se esperan, ante lo cual me explayo con esperanzadoras palabras y con una emoción que debo también disimular, soy de todas maneras un ajeno en tierras extrañas. Salimos de ese bello palacete que se remonta al siglo XIV, caminamos por esas bellas vías peatonales que nos sacan del centro histórico y nos conducen a “la otra sede”, un pequeño bar cercano a San Lázaro, en donde al son de unas deliciosas cervezas o vinos gallegos nos seguimos deleitando en la palabra, como es costumbre en España, nos acompañan las copas con deliciosos chorizos españoles, sardinas gallegas o patatas que también han hecho suyas.

Junto a Xavier Casares, están Jacinto Seara, Manuel Jaime Martínez, José Luis Fernández, entre otros, quienes me han abierto su amistad para conversar sobre Colombia, sobre España, sobre Galicia, sobre Nariño, sobre los temas que nos aúnan, la cultura y la literatura, la economía y la política, pero también las banalidades de la cotidianidad en espacios que vamos develando. Aprendo mucho en estas tertulias, muchos de ellos desde sus profesiones han generado una historia en su ciudad y fuera de ella, han vivido en Venezuela, Nicaragua o Argentina, han vivido esta Latinoamérica de realismo mágico y de fatalidades también. Dos copas son suficientes, transcurre el tiempo como el Miño, y sin darnos cuenta es casi hora del almuerzo, recordando que es España el lugar de Europa donde más tarde se almuerza y se cena: 3:00 pm y 9:00 pm.

Estando cercano el mar, sus frutos son un manjar de la cotidianidad, ahí el pulpo a la gallega es una especialidad; para la fiesta de San Juan, las sardinas se acomodan generosamente en anchas bandejas; el pan es una delicia que recuerda el motivo del ser humano para dejar la errancia y buscar el sedentarismo, el cual se acompaña de un excelso aceite de oliva, el fruto por excelencia de España, sin duda alguna; y no pueden faltar los vinos, Valdeorras, Monterrei, Rías Baixas, Ribeiro y Ribeira Sacra, los que generosamente y sin escatimar escancian Stella y Xavier, sin que falten también las aceitunas, tan de nuestra preferencia.

En la mesa, siempre generosamente servida, están los dos anfitriones, están también doña Mercedes, mamá de Stella, cuya fisionomía nos recuerda en algo la figura del célebre Tomás Cipriano de Mosquera, de quien es su descendiente, está también su hermana Marta, todo dulzura y quien con su sonrisa alegra los espacios, ambas han llegado de Valencia, donde habitan hace años; está también Mercedes, hermana de Xavi, generosa profesora ya pensionada que habla amorosamente de su ejercicio docente con los pequeños infantes, quien vive en Santiago de Compostela, ciudad cercana a su lugar de origen. Han llegado para acompañar a Stella Estrada en el lanzamiento de su libro “Bajo el limonero”, cuyos aromas y recuerdos los he traído de regreso a esta patria colombiana que me habita.

Catedral de Ourense, detalle.
Catedral de Ourense, detalle.

 

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