
El Pacífico colombiano es quizá uno de los territorios más ricos del mundo, la naturaleza es pródiga en todo sentido, ahí minerales y flora, fauna y agua por doquier, de tal manera que muchos nos preguntamos por qué tanta pobreza estructural en su territorio, por qué tanto abandono estatal, lo que lo ha convertido en un caldo de cultivo para la violencia, sobre todo con la llegada del narcotráfico, cuyo dinero permea a toda la sociedad.
Por ello se hace necesario forjar las formas tradicionales de solución de conflictos, a la vez que mantener la memoria de lo acontecido como una posibilidad y garantía de no repetición, ya que ahí se asienta no solamente el duelo de quienes son victimas de ese terrible flagelo de la violencia, sino también la posibilidad de la reconciliación, sobre todo en una guerra fratricida, de tal manera que la reconstrucción del tejido social es consustancial a ese resguardo de la memoria.
Es así, como bajo la iniciativa de la Diócesis de Tumaco, surge en 2013 la Casa de la Memoria del Pacífico Nariñense, aunque el trabajo se remonta a una década atrás, en donde a través de estrategias museográficas y pedagógicas, se busca la construcción de una cultura de paz, así como un espacio en donde se resguarda y mantiene viva la memoria de miles de víctimas que ha dejado el conflicto armado en este territorio, golpeado por el narcotráfico, fruto del abandono estatal y de la desidia gubernamental respecto a un territorio donde la pobreza estructural impera y en donde los escenarios alternativos para la construcción de la paz son escasos.
Desde entonces, ha logrado sostenerse gracias a los aportes que hace la cooperación internacional, sin embargo, es un deber del gobierno nacional, de la gobernación de Nariño y de la Alcaldía del Distrito de Tumaco girar los recursos necesarios para su sostenimiento, tal y como lo señala la Sentencia del 29 de septiembre de 2014 del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala de Justicia y Paz, misma que fue ratificada por la Corte Suprema de Justicia.

Pese a ello, ninguna de estas instancias ha dado cumplimiento cabal a lo ordenado por la justicia colombiana, al respecto la Casa de la Memoria de la Costa Pacífica Nariñense anota: “no ha existido una coordinación interinstitucional que permita implementar una propuesta encaminada a contribuir con el mantenimiento, continuidad y demás gastos que genera la Casa Museo del municipio, en el entendido que se trata de una forma de preservar la memoria de las violaciones a los derechos humanos y garantizar su no repetición. (…) Queda claro que el Ministerio de Cultura, la Gobernación de Nariño y la Alcaldía de Tumaco, no han dado cumplimiento idóneo, efectivo y eficaz del mandato judicial, pues no se han realizado las gestiones administrativas y presupuestales que permitan de una manera seria y sostenible, contribuir con el mantenimiento y continuidad de la casa de la memoria, la cual, tendrá que cerrar sus puertas el 31 de diciembre de 2022.”
Al cerrar la Casa de la Memoria de la Costa Pacífica Nariñense se pierde no solamente un espacio físico, sino un lugar de encuentro y de reflexión, de construcción del tejido social y de pedagogía para la paz; ya que ahí niños y jóvenes, adultos y ancianos, hombres y mujeres, todos, sin distinción alguna, acceden a un espacio donde la memoria busca generar sinergias para construir la paz con justicia social.
Hemos sido testigos como a ese espacio acuden desde los habitantes más alejados del territorio, así como embajadores y altos dignatarios de gobiernos propios y extranjeros, y a todos se recibe con el cariño propio del Pacífico, fomentando talleres para la construcción del diálogo para la paz, fomentando emprendimientos que permiten a sus habitantes superar las brechas de una pobreza estructural, ahí las concertaciones para pensar el territorio fluyen libremente, ahí niños y niñas de diferentes instituciones rememoran a los suyos, a aquellos que siguen siendo lideres inspiradores para seguir luchando y soñando por un territorio donde se pueda volver a vivir en paz.
Esperamos que tanto las autoridades del orden nacional, representados en el Ministerio de Cultura, así como la Gobernación de Nariño y la Alcaldía Distrital de Tumaco, no solamente cumplan la sentencia judicial, sino que potencien este espacio que mantiene viva la memoria de muchos de sus habitantes que han sufrido el flagelo de la violencia, de miles de víctimas que encuentran ahí un espacio para hablar sin miedo de lo que sienten, de un escenario donde se posibilita la conciliación y la construcción de paz.
De igual manera esperamos que la Casa de la Memoria del Pacífico Nariñense pueda constituirse como una fundación independiente económicamente de la Diócesis de Tumaco, para que de esta forma pueda direccionar sus propios recursos para cumplir con su objeto social y para su propio sostenimiento.
