
Resulta sumamente necesario para las regiones pensarse y repensarse desde sus propias concreciones sociales, es quizá esta una de las posibilidades para hacer una verdadera radiografía de sí mismas, no bajo la óptica extraña de quien llega de lejos, como un analista distante, para después elaborar diagnósticos y proyectos alejados de toda realidad. Sin embargo, así fue como se construyó gran parte de la historia de las ideas en nuestro país y en Latinoamérica en general.
Es por ello que libros como el que hoy reseñamos nos permiten un acercamiento más profundo a la historia social de la filosofía en Colombia, buscando con ello, en palabas del propio autor, superar la tradicional historia de las ideas con la que se forjaron muchas generaciones en este país; además de continuar con la revisión crítica de autores y corrientes, buscando con ello una aproximación al acontecer del pensamiento colombiano, así como también continuando con la discusión con algunos problemas y temas de la historiografía.
Interesantes planteamientos hace Pachón sobre la cultura, en la medida que la propuesta de su estudio desde la historiografía permite comprender las luchas que existen para la imposición de significados de la misma, sobre todo porque ha existido modelos impuestos, desde la propia estética si se quiere, que forjaron una cultura “nacional” en total detrimento de la cultura que se vivencia en las periferias o en las otredades, desconociéndolas o subvalorándolas.
Esta historia social de la filosofía que propone el autor, lo que busca es un acercamiento entre el pensamiento filosófico y la sociedad, en la medida que se busca interpretar cómo ambas se relacionan y se influyen mutuamente, ya que es la realidad social la que permite a los pensadores determinar su producción y su circulación, a la vez que la filosofía influye en los aspectos sociales, bien bajo los preceptos ideológicos o pedagógicos, por mencionar dos posibilidades.
Los países de Colombia, como bien lo llamó el poeta Aurelio Arturo, crecieron y se forjaron desde los preceptos hispánicos bajo la forma de colonias, para dar paso luego a las sociedades señoriales, tan poderosas y cuyos tentáculos aún demarcan gran parte de los territorios, como es el caso de Antioquia y Cauca, para decantar en los proceso de Independencia, no homogéneos y únicos, sino enmarcados bajo las diferencias sociales y económicas que marcaban esos derroteros, como es el caso de Pasto, Tumaco o Ipiales, todos en un mismo territorio, pero con marcadas diferencias en sus propias pretensiones.
Lo que Pachón propone, puede ser empleado como un método para conocer, con mayor profundidad, cuáles fueron los verdaderos derroteros ideológicos impuestos por estamentos sociales que terminaron por definir a esos mismos territorios, tal es el caso del análisis de la fundación de colegios y universidades, para encontrar hacia adonde se le apuntaba, desde la escuela, al “desarrollo” de las ciudades y poblados. Y así mismo con la literatura, con el arte y con el pensamiento político que se fueron desarrollando en éstos.
Los estudios sobre las imprentas, las revistas y los periódicos que circularon en determinada época, permiten entrever el relacionamiento existente entre pensamiento y sociedad, de tal manera que éstos no son simples arqueos de caja para mostrar la producción existente en los territorios, sino que, como lo anota el autor, permiten encontrar precisamente una historia social de la filosofía. Especial antecedente es el estudio que Pachón y Cuellar (2015) realizaron en “Filosofía y prensa en Colombia: el caso del Magazín Dominical de El Espectador (1980-1990)”, donde se analiza la ocupación de los filósofos por las problemáticas nacionales, un modelo que puede replicarse y que permitirá comprender el desarrollo del pensamiento, como el filosófico, en las regiones.
El libro permite un acercamiento al pensamiento colombiano, de ahí que se traten temas y problemas teóricos en torno a la filosofía colombiana, para lo cual se hacen análisis en torno al desarrollo de la producción filosófica en el país, incluido el estudio ya citado del Magazín de El Espectador, como una crítica bien sustentada sobre Colciencias, la investigación y la filosofía.
El libro contiene también lo que el autor denomina un Interludio, y que a nuestra forma de ver es todo un tratado para comprendernos en el contexto nacional, ya que se profundiza en los fundamentos intelectuales de la constitución social aristocrática en América Latina, donde hay elementos sumamente importantes como son el clasismo y el racismo, aún imperantes en nuestra nación, además de analizar cómo los tipos de cultura política súbdita y parroquial han sido determinantes para la violencia que ha padecido el país en las últimas décadas, de ahí la necesidad que una cultura política “participativa, crítica, debe acompañarse de un arduo trabajo de cultura de la paz que re-articule el tejido social y fomente el valor constitucional de la convivencia, faro de la filosofía política que alumbra al Estado colombiano” (p. 157).
Posteriormente el autor se concentra en el estudio de algunos pensadores colombianos del siglo XX, pasando de la influencia de Ortega y Gasset en nuestro país a la propuesta del buen vivir y el vitalismo cósmico del profesor Darío Botero, de quien tuvimos el gusto y el honor de ser, junto con Pachón Soto, sus monitores en la Universidad Nacional de Colombia.
Luego hay un capitulo denominado Periodismo filosófico, donde recoge sus contribuciones en diferentes medios escritos y digitales, buscando con ello generar un acercamiento de la filosofía a la sociedad, una pretensión que atraviesa todo el texto como un método que, sin perder la hondura necesaria para temas tan profundos, permite al lector una iniciación para ir más allá de lo meramente expuesto en el texto periodístico, de ahí títulos tan sugestivos en este aparte como “Los niños y la filosofía”, “Sobre nuestro patriarcado filosófico” o “Una filosofía viva para tiempos de crisis”, entre otros. El último capítulo es un dossier sobre Marx, con ocasión del bicentenario del nacimiento de este importante pensador que marcó el derrotero de las naciones y cuyo pensamiento, para muchos, no deja de ser de a oídas, formando “rastacueros”, siguiendo el término de Gutiérrez Girardot para aquellos críticos livianos.
Interesante texto el que nos presenta en esta ocasión Pachón Soto, y que se suma ya a la larga lista de su producción intelectual, buscando que la filosofía se vivencie de manera más plena, de ahí su búsqueda porque esta sea contextual, crítica y propositiva, como bien lo dice en su sugerente epílogo, llamado “Por una filosofía subversiva”.
Damián Pachón Soto es Doctor en Filosofía, actualmente Profesor Asociado de la Universidad Industrial de Santander, ha sido profesor de las universidades Nacional de Colombia, Santo Tomás y es Profesor Visitante Asociado del Departamento de Estudios Hispánicos de la Universidad de Estudios Extranjeros de Kobe, Japón. Autor, entre otros, de los libros: Esbozos filosóficos, I y II (2008-2010); Preludios filosóficos a otro mundo posible (2013); Estudios sobre el pensamiento filosófico latinoamericano (2015); Filosofía para profan@s. Una guía para profesores y estudiantes (2018); El imperio humano sobre el universo, la filosofía natural de Francis Bacon (2019).