Parsimonia

Publicado el Jarne

Oposiciones, doctorados y ausencias

Hace algunos años una amiga me hizo uno de esos regalos que me acompañarán siempre. De hecho fue una de las cosas que me llevé a Inglaterra. Es una fotografía en papel de revista de un hombre mayor, con barba, turbante  y gafas que lee atentamente en medio de la nada. En el dorso, escrito a mano, se puede leer el siguiente texto:

«1983, Afganistán. Frontera con Pakistán. Con la mirada fija en la montaña afgana, el hombre me confesó no podía sobrevivir sin su tierra. Había huido de la guerra, dejando su pueblo, su pasado y se había instalado con los suyos lejos de la frontera. Había alzado la mano y frenado la caravana. Había dicho que no iría más lejos, que sentaría en aquel lugar el campamento y que su decisión era irrevocable, por encima de cualquier razón.

Nadie se había atrevido a contradecir al anciano, el sabio, y así había transcurrido la vida. Se pasaba los días leyendo extractos del Corán o poesía. «Tu casa, tu país, tu historia, están en ti si les dejas entrar. Allá donde estés, te siguen» me contó.»

Reza Deghati

Cuando estaba recién llegado a Oxford, fue una época dura. No entendía nada, curraba en un trabajo físico y echaba de menos mi país. Recuerdo que le quitaba el marco a la foto y leía aquel texto. Ponía alguna canción de Christy Moore o de Johny Cash y pensaba en la gente que más quería: mis amigos, mi familia, mi ciudad. Después, me quedaba dormido.

Me gustaría verla para agradecérselo y saber cómo está. La última vez que le vi fue hace cuatro años fue por casualidad en la Escuela Diplomática. Quedamos en tomar algo, pero ya sabía que eso no pasaría mientras estuviera preparando la oposición. Antes, hace cinco años, había cerrado sus cuentas en las redes sociales y dejó de escribir en un blog que tenía. Desapareció. Era el comienzo.

En España, para acceder a altos puestos de la administración hay que realizar unos duros exámenes con un temario inabarcable. Suelen suponer tres o cuatros años de media de preparación dedicándose únicamente a ello. Se puede alargar más. Puedes ponerte cerca de los 30 y haber estado toda tu juventud estudiando. Además con un alto coste porque alguien tiene que mantenerte y tienes que pagar las academias que se necesitan.

Las historias de gente preparando oposiciones dan para un libro. Recuerdo un abogado del Estado que cortó con su novia y perdió a su padre. Y siguió estudiando. También a algunos opositores que me encontré cuando trabajaba de comercial a puerta fría. Algunos estaban realmente desesperados, quemados. Tenían razones para ello.

El Gobierno decidió no contratar a más gente pese a que se jubilaban muchos funcionarios. Los opositores no sabían si iban a sacar plazas, cuántas ni cuándo. El cuánto es muy importante porque son cuerpos muy reducidos y donde el número de plazas que se suelen sacar en condiciones normales ya era escaso. Súmele las limitaciones de presupuesto y la desesperación estaba servida.

Uno podía estar chapando 10 horas diarias durante meses sin saber si iba a haber examen ese año. ¿Qué hacía la gente? Estudiaban esperando que mejorara la situación y confiando en que algo saldría. Leído ahora es un disparate, pero entonces tenía sentido. Especialmente ahora que vivo en Inglaterra y en el que para acceder a estos puestos simplemente tienes que hacer una entrevista.

Entonces como hoy me pregunto si merece la pena pasarse tantos años estudiando. Sobre todo después de conocer algunas de las historias de doctorados en Oxford, que visto en perspectiva se parecen bastante a lo de estudiar una de estas oposiciones. Con fondos que se acaban, alta competencia y nada de vida personal.

Todo es más sencillo. La vida es más fácil. Pero nos meten la mierda de clase media de que tienes que hacer algo de provecho en tu vida y que tienes que tener cierto prestigio en lo que hagas. Eso no quita que haya gente que tenga vocación y que realmente quiera dedicarse a ello. Lo que habría que ver también si estos métodos de selección de mandarines son realmente apropiados y justos para elegir a los altos cargos de la administración o sobrevivir en la alta investigación.

Al final, supe que ella ha estado estudiando hasta este año (2018). Aparece en las notificaciones de resultados. Llegó hasta el último examen, pero no pasó el último corte. Sólo espero que estés bien. Que leas esto y sepas que me hiciste un regalo maravilloso. Vuelvo a Madrid pronto, así que escríbeme. Besos.

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