Parsimonia

Publicado el Jarne

Nocturno de Chile, el título de la discordia

El título Nocturno de Chile no era el que encabezaba el manuscrito que Roberto Bolaño entregó a Jorge Herralde. Fue una sugerencia del editor por motivos comerciales, ya que entendía que la idea previa de Bolaño podría «haber asustado a los lectores más timoratos». El autor estaba empeñado, al parecer, en titularlo Tormenta de mierda para expresar todo su desprecio por la situación chilena inmediatamente posterior al golpe de Estado y de la cual pudo escapar por azar: fue detenido y trasladado a una comisaría en la cual se encontraban dos carabineros que resultaron ser compañeros de estudios en la adolescencia.

El sacerdote Sebastián Urrutia Lacroix contrae unas extrañas fiebres que lo mantienen un tiempo postrado en la cama. Durante ese período se suceden una serie de episodios que marcaron su vida y la historia de su país. De ascendencia vasca y francesa por parte de padre y madre respectivamente, el padre Urrutia siempre soñó compaginar su vida sacerdotal con la crítica literaria. Un día conoció a un veterano crítico que firmaba con el pseudónimo de Farewell.

Urrutia creyó ver el cielo abierto cuando Farewell lo invita a una velada en su fundo donde acude lo más granado del panorama literario chileno. Entre los asistentes se encuentra Pablo Neruda. Antes de la llegada de los invitados y la conversación posterior a la cena en la terraza se completan con una dosis de realidad: los campesinos que trabajan y viven en la miseria en el fundo contiguo y en el del propio Farewell se empeñan en buscar la presencia de Urrutia, en solicitar su bendición, en darle a probar el pan que elaboran ellos mismos.

El sacerdote conoce en aquella reunión al diplomático chileno Sebastián Reyes al que tiene ocasión de visitarlo más adelante en otra velada organizada por el propio Reyes. En medio de una conversación sobre literatura, el funcionario cuenta una anécdota que le sucedió cuando representaba a su país como embajador en Francia. En un pequeño y destartalado piso de París sobrevivía un pintor guatemalteco atrapado por las circunstancias y por su propia psique en el país galo. Reyes se ocupó personalmente de llevarle víveres que sacaba a hurtadillas de la embajada chilena, incluso algunas latas de caviar. El artista guatemalteco, lejos de tener con él algún gesto de simpatía o tan siquiera una mínima expresión de gratitud, dejaba intactos los alimentos, como si deseara dejarse morir por inanición, tal era el estado depresivo en el que se encontraba. Sebastián Reyes sentía que no podía hacer mucho más.

Al sacerdote se le presenta la ocasión de viajar a Europa gracias a un programa de restauración de iglesias financiado por una oscura compañía de importaciones y exportaciones. Cuando Urrutia regresa a Chile, poco antes del triunfo electoral de Salvador Allende, cree que su país ha cambiado en el mal sentido y, después del triunfo del Gobierno de la Unidad Popular juzga la situación «insoportable». El padre Urrutia decide refugiarse entonces en la lectura de los clásicos griegos; los acontecimientos y las acciones del Gobierno de izquierdas los expone de forma lacónica y distante, como si no fueran con él.

Tras el golpe de Estado de Pinochet sale de su letargo y siente una «gran paz», aunque más bien parece tratarse de calma tensa. Esa oscura empresa que lo envía a Europa es la misma que actúa como emisaria de Pinochet y el resto de la junta militar, quienes le encomiendan que les enseñe los pilares básicos del marxismo y sus distintas corrientes para empaparse de la filosofía de sus enemigos.

Días después del golpe muere Pablo Neruda. Mientras caminan integrados en el cortejo fúnebre, Farewell susurra al oído del cura que la junta pinochetista «le va a devolver el fundo» que le expropió el Gobierno de la Unidad Popular. De repente vuelve a susurrar al padre Urrutia que él habría sido capaz de pronunciar un buen discurso de homenaje al difunto y, a continuación, rompe a llorar.

Sebastián Urrutia está decidido a continuar su vida con toda normalidad, incluso a mejorarla a costa de la situación. Acude regularmente a casa de una acomodada mujer con pretensiones de escritora, Maria Castaño, y su esposo estadonidense, al que todos conocen como Jimmy. La personalidad y obra de la anfitriona le parecen insulsas, y sus contertulios se le antojan mediocres en sus respectivos campos artísticos. Años después de finalizar el régimen de Pinochet, el religioso acude a casa de Castaño quien vive empobrecida, aislada y escondida de la prensa pues su marido tiene que responder ante la Justicia por utilizar la casa familiar para torturar a algunos detenidos por la dictadura. Urrutia despierta del sueño inducido por las fiebres en un mundo en el que algunos han expedido certificados de defunción de las principales ideologias del siglo XX, se ha liquidado la Guerra Fría y derechas e izquierdas se confunden y mezclan, según la opinión del cura.

Nocturno de Chile es una muestra —una de tantas— del mundo literario propio de su autor, donde las cosas suceden de acuerdo con sus propias normas. Pocos pueden mantener esa coherencia a lo largo de toda su obra. Pocos pueden decir que, cuando un lector que conoce mínimamente al autor empieza a leer una novela de la que no había disfrutado aún, sea capaz de decir: «Esto es de Bolaño». No es una historia ambientada o inspirada en hechos reales, sino ficción confeccionada con retazos de realidad —algo muy diferente— y alguna pincelada con reminiscencias surrealistas, aunque sea de lejos.

Un ejemplo de esos retazos de realidad de los que hablamos sería Jimmy, el exagente estadounidense de la DINA —policía política del régimen pinochetista— que al final se ve obligado a responder ante la Justicia, además, por el asesinato de un exministro de Allende en Washington. Es difícil no encontrar un parecido asombroso con Michael Townley, agente chileno-estadonidense acusado en su día de asesinar al exministro de Defensa de Allende, Orlando Letelier en la capital de Estados Unidos. Como en otras obras de Bolaño, el protagonista parece expresarse por él cuando por ejemplo, al hablar de la vida literaria santiaguina, dice que Enrique Lihn es «el poeta más brillante de su generación».

Portada de Nocturno de Chile, en Anagrama.
Portada de Nocturno de Chile, en Anagrama.

Joaquín Pi Yagüe

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