Parsimonia

Publicado el Jarne

Las Guerrilla Girls, o el compromiso feminista en el arte

Una mañana de 1985, las calles de Nueva York aparecieron llenas de cárteles. En aquellos afiches, se podía leer los siguientes mensajes: «¿Tiene que desnudarse una mujer para entrar en un museo?» o «Las mujeres ganan en Estados Unidos dos tercios de lo que gana un hombre. Las artistas, un tercio». Era el comienzo de Las Guerrilla Girls, un colectivo artístico con base en La Gran Manzana y que exponen en El Matadero de Madrid hasta el próximo fin de semana una retrospectiva sobre sus 30 años de carrera.

Recuerdo la asignatura de Historia del arte durante mi época en el instituto. Era una larga y compleja lista de cuadros, esculturas e iglesias que se iban sucediendo en las diapositivas que ponía la profesora. Hasta finales del XVIII y con la salvedad de arte islámico, había un predominio del arte religioso cristiano. A veces, tenías la impresión de que esas cuatro horas semanales eran un estudio sobre María en sus distintas variantes, de las representaciones de la vida de Jesucristo y de los episodios de la Biblia a lo largo de la historia.

Cuando vi los cárteles de Las Guerrillas Girls y me empapé de su discurso, empecé a ver con otros ojos aquella materia. Me fijé en que nunca tuve que aprenderme el nombre de una mujer como autora de una obra. Sólo memoricé nombres femeninos porque aparecían en el Libro Sagrado, o la virgen, siempre omnipresente, a la que apellidábamos con el nombre de la iglesia o palacio en el que estaba emplazada. Quizá alguna santa o alguna diosa grecolatina. Por cierto, estas últimas siempre había una alta probabilidad de que aparecieran desnudas.

El texto dice: ¿Tienen que desnudarse las mujeres para entrar en el Metropolitan Museum? Menos del 5% de las artistas son mujeres, pero un 85% de los desnudos son femeninos.
El texto dice: ¿Tienen que desnudarse las mujeres para entrar en el Metropolitan Museum? Menos del 5% de las artistas son mujeres, pero un 85% de los desnudos son femeninos.

Si el mundo está hecho para ti, varón, blanco y de un país desarrollado, te cuesta reparar en estas cosas. Incluso aunque estés concienciado y cargues en tus espaldas con todos los ismos habidos y por haber. Si para mí fue como caer del caballo, imagínense el impacto que tuvo hace 30 años. Se puede ver en la exposición, donde se muestran algunas de las cartas que han recibido a lo largo de los años. Hay de todo: desde personas que entienden perfectamente su causa hasta los típicos que las recomiendan tener más sexo.

Las Guerrilla Girls denunciaron el sesgo que existía en los grandes museos y galerías. Las grandes pinacotecas y los galeristas siempre elegían para sus exposiciones de artistas contemporáneos a varones blancos. Las mujeres y los negros quedaban fuera del circuito comercial. Cansadas de esta discriminación, empapelaron medio Nueva York denunciando esta situación. Los medios se hicieron eco y la gente se empezó a preguntar por qué exponía quien exponía. La campaña había funcionado. Bingo.

"¿Cuántas mujeres tuvieron exposiciones individuales en Nueva York en el último año?
¿Cuántas mujeres tuvieron exposiciones individuales en Nueva York en el último año?

En la época de la vieja nueva moral de Reagan, tuvo que ser rompedor ponerse a contar miembros viriles y glándulas mamarias y decir que se veían más tetas que mingas en cualquier museo. Con el paso de los años, el sistema ha sido capaz de digerir su discurso y las galerías a las que denunciaban han pasado a querer montar exposiciones sobre su trabajo. Las neoyorquinas ampliaron miras y dirigieron su humor ácido hacia la industria musical, donde si aparece una mujer es ligera de ropa o Hollywood, donde escasea la presencia femenina tras la cámara.

Ha habido quien las ha criticado por hacerle el juego al sistema. O las ha acusado de elitistas e interesadas y de ser las típicas feministas liberales que luchan sólo por el reconocimiento de las que se parecen a ellas y obvian el resto. O de vivir constamente en una perfomance. Algo de eso hay, pero no tengo duda de que supieron señalar una discriminación que existía y todavía pervive.

Pienso en algunos proyectos como el del Teatro Odeón en Colombia, del que hablamos hace unos años, que hubieran sido más difíciles si unas chicas hace 30 años no hubieran empapelado Nueva York quejándose del machismo y el racismo en el mundo del arte. ¿Cuándo entrarán las mujeres en El Prado? No lo sé, pero las cosas hubieran sido más complicadas sin la denuncia y la lucha que hicieron y realizan las Guerrilla Girls.

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