Parsimonia

Publicado el Jarne

Indianos en Inglaterra

Hace poco mi familia estuvieron de visita en Oxford. Después de diez meses en Inglaterra, me apetecía estar con ellos. Había estado en Madrid a finales de enero, pero siempre te hace ilusión ver a la familia cuando estás fuera. Fui a recogerlos donde paraba el autobus, comimos en un pub y después de contarle mis historias, mi madre me pregunto: ¿Qué haces todavía esa cocina?

Era una cuestión que ya había sido recurrente en nuestras conversaciones por Skype. Cada cierto tiempo, cuando me veía más delgado o me quejaba de mi trabajo, siempre me decía que tenía que cambiar de curro. Yo siempre me ponía a la defensiva y de mala leche. Al final, acabábamos cambiando de tema y santas pascuas.

Hay que reconocerle que lleva algo de razón. Los primeros meses fueron difíciles, pero pasados cuatro o cinco meses ya me he acomodado a mi trabajo. Sé que hay que hacer en cada momento, todos nos conocemos y puedo negociar algunas cosas. Pero hacer un trabajo tan físico y sencillo cuando he estudiado dos carreras, no tiene mucho sentido a primera vista.

Y, sin embargo, sí que tiene sentido. Este finde estuve con un colega que vive en Liverpool y que lleva cuatro años trabajando en un supermercado. Estudio Derecho y su madre de cuando en cuando le recrimina que para qué diablos ha pagado una carrera. Su chica es de Inglaterra, por lo que controla el inglés y está terminando un máster de políticas públicas.

Otra amiga vive en Londres y lleva ya casi tres años. Estudió Derecho y Economía y un máster que ha hecho aquí. Ha mejorado mucho el inglés -se le ha puesto un acento muy british,  cuando habla parece que toma el té a diario en Buckingham Palace con la Reina-, pero trabaja en la recepción de un edificio de oficinas.

Ambas son personas a las que considero muy competentes. Tienen el mal vicio de tratar de ganarse la vida dedicándose a ayudar a los que más lo necesitan. Siempre es difícil vivir de ello, pero las asociaciones y fundaciones aquí manejan grandes presupuestos y uno puede vivir dignamente incluso tener una carrera profesional en el Tercer Sector. Algo bastante más difícil que en España, donde casi es un milagro.

Pese a ser muy capaces, ahí estamos. Recibiendo a los clientes, ordenando cajas o limpiando platos. Es verdad que en Inglaterra hay oportunidades y que a largo plazo tu situación laboral por lo general va a ser mejor que en España. Pero al irte a otro país, empiezas de cero en otro sitio con una lengua distinta.

Así que tienes que tirar para delante, tragar cuando toca y saber ser paciente. Los dos lo tenían muy claro y me ayudaron a relajarme y comprender mi situación. No vives con tus padres mientras estudias y necesitas ganarte la vida con algo. Así que quedas en un sitio en el que aunque no cobres mucho y lleves un tiempo, te quedas porque te da flexibilidad para centrarte en lo que realmente quieres hacer.

Tenemos carreras de ciencias sociales o de humanidades, así que el nivel de inglés que se nos exige en nuestros trabajos es mucho mayor. Y la gente no nos conoce, así que tendrás que ir haciéndote una reputación. En un sitio donde son tan importantes las recomendaciones, hasta que no llevas un tiempo y te vean responsable, nadie te va a recomendar para que puedas optar al trabajo que buscas.

Para los que estudiaron carreras de Ciencias o de ingenierías y tienen un buen inglés también es difícil. Hace unos meses El Confidencial publicó un artículo sobre las complicaciones que había sufrido en su empresa una brillante ingeniera española. Más allá del titular sensacionalista del artículo, demuestra que pese a que trabajes en tu campo y seas alguien brillante, esto no es llegar y besar el santo.

Todo esto me recuerda a muchos de los Defensores de Derechos Humanos que conocí cuando era activista en Amnistía Internacional España (AI). AI desarrollaba un programa para proteger a Defensores que tenían graves problemas de seguridad en sus países de origen. Estaban en el punto de mira de algún grupo para matarlos y mandarlos al otro barrio.

El programa ofrece un año de estancia en España, tras el cual los defensores pueden elegir entre quedarse en España o volver a su país de origen. Muchos eran destacados líderes sociales que eran capaces de mover miles de personas y parar las principales carreteras del país  o abogados de prestigio que terminaban en España.

Por diversas razones, de seguridad, políticas o las que fuera, decidían quedarse en España. Y eran gente con carreras, que habían movido a las masas o con un prestigio social en su país de origen y aquí tenían que comenzar una vida nueva. Por cierto, muchos de ellos eran colombianos.

Siempre me chocó que personas con tanto potencial terminaran en España de jardineros, limpiando casas o montando un negocio de arepas. Y pese a ello, daban gracias a España por ser un sitio donde pudieron rehacer su vida o recalar por un tiempo. Algunos se volvieron con el paso de los años y otros se adaptaron y se quedaron acá.

Al final, vaya quien se vaya de su país, es siempre lo mismo. Con todas las salvedades que quieran porque estaban en una situación dramática, pero los procesos son parecidos. Usted no deja atrás todo, pero sí mucho. Y en España como en Inglaterra hay que empezar desde el principio. Y con el tiempo y algo de suerte, mejorará. Pero las cosas no suceden de repente.

Esto es muy viejo. Ya sucedía con indianos, los españoles que volvían a la Madre Patria después de hacerse las Américas. Pero la gran mayoría de ellos cuando volvieron no eran ricos si es que tenían dinero para regresar. Ni mucho menos. Pero quedó la idea de que volvían con los bolsillos repletos y que hacer fortuna era fácil.

Hace poco tiempo, en los años 60 y 70 del siglo pasado, pasó lo mismo. Los españoles emigraron a Europa porque se necesitaban trabajadores. Mi madre siempre me recuerda una escena de la película Pepe, vente para Alemania. Un emigrante vuelve de Alemania al pueblo de España conduciendo un Mercedes. Al final, resulta que es un coche alquilado para la ocasión y que cuando va otro del pueblo para allá las cosas no son como le contaban.

Así que de momento no volveré en Mercedes a Madrid ni voy alquilarlo para cuando vuelva. Iremos poco a poco y veremos según pase el tiempo. De momento, voy a buscar otro curro y a vivir la vida un poco, que tampoco es un mal plan.

Viviendo la vida.
Viviendo la vida.

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