Parsimonia

Publicado el Jarne

El Spanish Ghetto

Cuando llegué a Oxford una de las cosas que siempre tenía en la cabeza era evitar a los españoles. La idea era no terminar como tantos otros que están un tiempo en Inglaterra. Se supone que la gente viene con el objetivo de aprender inglés para tener mejores oportunidades laborales. No entendía como ellos podían quedar al final acabar quedando siempre con compatriotas, lo que llamaba de forma despectiva el Spanish Ghetto.

Busqué una casa en la que no hubiera ningún español. Vi un par en las que había algunos de los nuestros y huía como del demonio. No quería saber nada de compañeros de piso que vinieran de allí. Para conocer expatriados o latinos ya he vivido 27 años en mi país, me decía.

Así fue cómo terminé con una pareja de polacos y Stanley, un tipo muy peculiar que merecería una entrada sólo para él. Pensaba que esa sería la mejor manera de conseguir hablar sólo en inglés. La verdad es que al principio no acarreó más que problemas porque no entendía nada de lo que decía Stanley, amor, guardián y empotrador de mi querida casa.

Los polacos hacían su vida y Stanley tiene la suya aquí. El moreno lleva más de 20 años, tiene la nacionalidad inglesa -es originario de Nigeria- y tiene familia en el barrio. Los polacos hacían vida en pareja, aunque compartieran casa con nosotros. Al final, tenía la sensación de que daba igual que tuvieras que la intención y te obligaras a hablar en inglés con tu compañeros si no tenías nada de que hablar.

Otra posibilidad era conocer gente en el trabajo. Pero en el restaurante somos casi todos españoles. Al principio, fue necesario empezar allí. Sobre todo después de mi experiencia en los días de prueba donde no entendía nada. El inglés de los cassetes del instituto era lento y claro, pero aquello no era lo mismo. Me pedían papel de cocina y les daba un cuchillo; querían que barriera y me iba a la cocina a fregar platos.

Recuerdo que hacía entrevistas, me llamaban luego y no sabía si me habían cogido o no. No contestaba el teléfono sólo para que dejaran el mensaje y pudiera escucharlo Pedro o Marta, mis ángeles guardianes. Quedaba con ellos y escuchábamos las grabaciones. Había veces que era fácil, pero otras eran para mandarlas a Cuarto Milenio y que Iker y compañía se pusieran a desentrañar aquellas psicofonías.

Regresaba a un local en el que había hecho una entrevista creyendo que estaba contratado. No entendía el nombre del pub o restaurante en el que creía que me habían pillado, así que me presentaba en todos los sitios en los que había hecho las entrevistas. Volvía al mismo sitio y la gente se preguntaba qué diablos hacía allí otra vez el español enorme y calvo.

Terminé trabajando en una cocina con todo españoles. Me echaban la bronca cada dos por tres y pregunté todo cuarenta veces, pero por lo menos entendía lo que me decían. Perdí 15 kilos y estuvieron a punto de largarme. Pero sabía que tenía aguantar porque después ya se haría el oído y me haría al puesto. Y hasta hoy.

Con el tiempo, ha cambiado mi forma de ver el Spanish Ghetto. Totalmente. Confieso que he sido clasista. Porque muchos de los problemas que veía en ellos los tengo ahora yo. Por ejemplo, los horarios. Es muy difícil quedar con cierta gente cuando trabajas los fines de semanas. O cuando no tienes un horario de oficina normal. Es imposible.

No hablemos ya de conocer a gente inglesa. Hubo un tiempo que me obsesioné con tener amigos ingleses o de habla inglesa. Ya he desistido. Si piensas los sitios en que te mueves, es muy difícil ver a gente de aquí. En una cadena de comida rápida o en pub tirando a cutre y donde pagan el mínimo, es muy raro verlos. Son una especie en peligro de extinción.

Lo normal es que sea gente de otras nacionalidades. Con los que además, es más fácil que empatices y tengas una buena relación. Primero, porque entenderse con ellos es sencillo porque su inglés es más básico. Segundo, porque tenemos una situación muy parecida. Están cobrando lo mismo que tú, han dejado a su familia atrás o quieren ahorrar algún dinero. Saben lo que es estar puteado de au pair o trabajando más horas que un reloj.

También necesitas conversar con alguien en tu idioma. Estar hablando siempre en una lengua que no es la tuya terminando cansando. Si le añades que trabajes de cara al público, tu cerebro necesita relajarse. Necesitas expresar cómo te sientes exactamente. Y hablar con alguien en español suele implicar que sea alguien de la misma nacionalidad que tú.

Fue un error renunciar a juntarme con españoles o conocer a más gente. Necesitas hablar tu idioma y contarle a alguien tus mierdas sin pensar si has utilizado la preposición correcta o el tiempo verbal adecuado. Aparte de que esa persona te va a entender porque se encuentra en una situación parecida a la tuya. Por eso, empecé a abrir el círculo y decidí que ya tendría tiempo cuando fuera viejo para ser solitario y amargado.

¿Qué conclusión sacó? Que prefiero aprender el inglés más despacio, pero tener vida y disfrutar más de la estancia. Que al final la gente que me decía que no conviviera con españoles son gente que nunca salió del país,  se volvieron porque se sentían solos o que hablaban un buen inglés y fue fácil para ellos conocer gente de aquí.

Tampoco creo que haya que estar siempre entre compatriotas. Al final, si te quedas en ese ambiente, te vas a perder muchas cosas. No creo que los ingleses sean cerrados, mezquinos y elitistas. Los hay, pero también habrá que buscar a la gente abierta que quiera conocer gente nueva. Estos también existen. Como muchas veces, en el término medio esta la respuesta.

Un chico nuevo en el mainstream.
Un chico nuevo en el mainstream.

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