Parsimonia

Publicado el Jarne

A un año de migrar

Cuando llegué, pensé que este país no iba a dar para mucho. Sólo había visitado Londres hace unos años. Reino Unido era un sitio rico, desarrollado, de donde importábamos modas e ideas. Lo único que pensaba era en aprender el inglés y largarme a otro lado. Después del Brexit, con más razón. Qué equivocado estaba.


Los principios fueron difíciles. Pasé apuros de dinero -el primer mes no estaba fino- y desde luego Oxford no es la mejor ciudad para venirse. Es fácil encontrar trabajo, pero los alquileres son prohibitivos y la ciudad es cara. Es un sitio distinguido, con tradiciones arraigadas y muy dividido entre la gente que tiene relación con la universidad y los que no. Entre los que sirven y a los que se sirve.

¿Por qué Oxford? Porque tenía dos buenos amigos. Gracias Marta, gracias Pedro. Sin ellos, no creo que seguiría aquí. Me echaron una mano y también fueron mi compañía cuando los necesitaba. Si tomara mi elección hoy me iría al norte de Inglaterra. Más barato, más abierto, más industrial. Cuando tomé la decisión de mudarme no me importaba el dónde. Para la próxima, me lo pienso.

Pese a las complicaciones, me he ido reconciliando con la ciudad. Leyendo y hablando con la gente hasta he encontrado que Oxford y su condado, el Oxfordshire, tienen una historia alternativa al relato idílico del free tour. Sólo había que detenerse, salir del centro y buscar. Hablar con la gente en los pubs o bucear en los libros. Y en eso estoy.

Hay instituciones benéficas para que estudien los trabajadores como el Ruskin college, fábricas con gran conflictividad social como la de Mini, rebeliones antiseñoriales frente a los cercamientos como la Rebelión de Otmoor o incluso alumnos y profesores heteródoxos que rompen de forma dramática con la universidad. No aparecen en las guías, pero también son parte de esta ciudad.

Reino Unido es un país que estoy descubriendo en los últimos meses. Recuerdo que hace dos meses, la primera vez que fui al norte, encontré otra Inglaterra en Liverpool. Más barato, abierto y lluvioso.  Hedonista. Decadente, no en apogeo. Obrerista, industrial. También me reencontré con muchos amigos. Me ayudó a relajarme y a buscar otras Inglaterras.

Un país menos imperial. Más natural, más crudo. Donde los restos del Imperio son fábricas abandonadas y museos de glorias lejanas. Aquel viaje me empezó a reconciliar con esta tierra, también con Oxford. Había más ciudades, más formas de vivir. Otros problemas y otras tradiciones. Simplemente había que salir, buscar y conocer. Empecé a maravillarme.

También ha sido una experiencia genial para conocerme y ser más independiente. Migrar te pone en situaciones nuevas que hay que saber resolver y no todo el mundo es capaz de afrontarlas. Sobrevivir siempre ha sido complicado, pero en otra lengua y país se convierte en arte.

Recuerdo que en los primeros meses, estaba muy sólo. Iba de casa al trabajo y del trabajo a casa. El invierno se echaba encima. Estaba deprimido. No podía seguir así. Así que tuve que salir de mi cuarto, dejar de quejarme y empezar a enfrentarme al mundo. No fue mal. Sobreviví. También recuerdo gente que no fue capaz de aguantar y se fue.

He empezado a viajar sólo. Habrá gente que lo verá como algo normal, pero yo siempre era una persona que esperaba que alguien tomara la iniciativa. En los viajes y en muchos aspectos de mi vida, los decidía alguien que estaba alrededor. Ahora, menos, y en el futuro, nada.

Emigrar también me bajo del sueño de la clase media. Yo era un chico estudiaba y hacía lo que me decían. Que terminaría la carrera y acabaría trabajando de funcionario o en una oficina.  Con estudios publicados y con prácticas hasta en instituciones internacionales. Pero la crisis y haber estudiado algo que realmente no me gustaba me apearon de esas ínfulas.

Tuve que buscar otros caminos. Primero ganarme la vida de comercial para onegés. Allí empecé a entender de que iba la vida. Luego, un año en una cocina. Dos carreras y fregando platos u ollas. Sí, así es. Y lo volvería y lo volveré a hacer. Migrar y buscarme la vida me ayudó a curar el elitismo que tenía. También me enriqueció mucho. La vida era algo más que los sueños húmedos inoculados por la clase media de tener una casa, una carrera y un buen puesto de trabajo.

En ese proceso de asumir mi situación, adaptarse y disfrutar del momento, me ayudaron muchos. Pedro y Marta me enseñaron a ser más independiente. David y Lorena me enseñaron a no agobiarme, a pensar que las cosas llevan su tiempo y que mientras llegan hay que vivir. Y muchos otros, algunos de los que he visitado estos días y a los que tengo que visitar, me han enseñado que no estoy sólo. Que tengo amigos.  También un hermano. Muchas gracias. Nos vemos en los pubs.

Seat´s Arthur, en Edimburgo.
Arthur´s seat, en Edimburgo.

Comentarios