Por Ana Queiroz

La que aspiraba a convertirse en una de las bandas undergroud legendarias del rock de nuestra generación, se convirtió en un lugar común. Los aclamados Arctic Monkeys se han vuelto esa banda que todos –y me excusan la generalización tan amplia– esperan para vitorear pero no para escuchar.
Para muchos, Arctic Monkeys significa AM, el álbum lanzado en el año 2013, en el que debutaron canciones como Do i wanna know? ; why’d you only call me when you’re high?; Arabella; Snap out of it; R u mine?, con un sonido (más) tranquilo que hace evidente la influencia indie, algo romanticona y sensual, tanto musical como visualmente. Esa limitación –intencionada o no– ignora cuatro discos anteriores donde son protagonistas el punk, el ruido y los garajes.
En el primer álbum Whatever people say i am (2006), hay una descarga de energía en cada canción. Se puede sacudir la cabeza a punta de riffs de guitarra y coros fuertes. Son 25 canciones con un sonido sucio y distorsionado.
The view from the afternoon:
Fake tales of san Francisco:
Mardy bum:
7:
Un año después, su segundo disco, Favorite worst nightmare, sigue con esa misma onda. Se hacen más notorios esos aires punkeros (Sex pistols y The offspring se hacen presentes; y en consecuencias los Arctic Monkeys entran a ser parte del Post Punk revival que se dio en el 2000 en Londres y Estados Unidos). Hay un aumento en la rapidez de la percusión y se siente el golpe de cada baqueta.
Teddy Picker:
If you were there, beware:
Florescent adolescent:
D is for dangerous:
https://www.youtube.com/watch?v=zOlhvxPC3MQ
Brianstrom:
Luego de un receso de dos años, vuelven en el 2009 con Humbug. Algunas de las canciones ya estaban listas debido a que fueron grabadas durante giras anteriores como demos; es un álbum menos ruidoso y es evidente una reducción de la velocidad, pero continúan latentes los sonidos graves y oscuros:
My propeller:
Red right hand:
Pretty visitors:
Crying lightning:
Posteriormente, en el año 2011, presentaron un trabajo musical llamado Suck it and see, donde se empiezan a oír las influencias indie y se hacen canciones leves y tenues:
She’s thunderstroms:
Brick by brick:
Love is a laserquest:
Suck it and see:
La banda liderada por el sexy Alex Turner, anunció su gira AM tour por Latinoamérica hace varios meses y ya es un éxito. Se convirtieron en el punto de referencia de chicos que se creen más fanáticos que escuchas (o en últimas los más raros). Sin embargo, solo robustecen un espacio que genera fanáticos apresurados por la inmediatez de los medios digitales.
El grupo británico que empezó haciendo sus grabaciones de forma rústica para promocionarse en la web, actualmente tiene grandes trabajos audio visuales con los que lograron conseguir más de 78 mil millones de visitas y la popularidad internacional para llenar cualquier estadio y vender toda la taquilla de sus conciertos en menos de dos meses (como ocurrió en Colombia, sold out).
El punto es, qué pasó con la banda, qué pasó con el ruido que hacían. Por supuesto, AM tiene un trabajo espectacular, pero extraño ese punk que llevaban dentro. Discuto contra quienes sostienen que los tiempos cambian al igual que la música, pero también cedo ante la idea irrefutable de que un sonido invariable es aburrido, soso y necesita reinventarse. Qué más da, ahí están Incubus, Paramore o The offspring, con un cambio del cielo a la tierra en los últimos años.
No obstante, con algunos grupos no basta ir a sus discos pasados para notar la metamorfosis, pues una oleada de fanáticos cubre el célebre proceso retratado por Franz Kafka. Por ende, sabemos que el punk de los Artirc Monkeys existió, pero ya no lo escuchamos. Y eso es una pérdida. La importancia del libro sobre la transformación de Gregorio Samsa es saber qué era antes y cómo el despertarse convertido en un bicho lo hizo sentirse diferente (no solo físicamente, sino con su familia, su trabajo y en general con su vida). Descubrir a un tipo que de repente se ha vuelto un escarabajo no despierta mayor interés, a menos que en el fondo se pueda escuchar el grito desgarrador de la humanidad.