Pareidolia del Sur

Publicado el Pareidolia del Sur

Acerca del cómic (o de la historieta)

Por: Ana Queiroz.

De Ricardo Liniers.Tomado de: http://clonemagazine.com/macanudo-6/
De Ricardo Liniers.
Tomado de: http://clonemagazine.com/macanudo-6/

Las características que envuelven al cómic[1] son la ironía y el humor. Los autores utilizan el sarcasmo para generar diferentes lecturas y comprensiones de la realidad. A partir de allí, los personajes, que viajan entre viñetas, juegan a escaparse de lo común. En consecuencia, su historia como narrativa gráfica no es indiferente a la paradoja. La historieta en Colombia, desde el año 1993 hasta marzo de 2013 (fecha en que la Corte Constitucional declaró la inexequibilidad de la disposición legal)[2], estaba completamente excluida del mercado editorial al no considerarse como una forma de narración (semejante a los libros de cuentos o poemarios). Lo anterior debido a que la ley 98 de 1993[3] (‘Por medio de la cual se dictan normas sobre democratización y fomento del libro colombiano’) la puso a la altura de los horóscopos, las publicaciones pornográficas y los juegos de azar. Por tratarse de un medio ‘poco cultural y educativo’, se le aplicaron unos impuestos más altos en comparación con las demás obras reconocidas como libros para su difusión en el país .

Ahora bien, surge la inquietud de por qué era considerado de tal manera una expresión artística como el cómic. No parece existir un fundamento real y coherente por parte del legislador, más que el capricho y el miedo a la diferencia. Pese a que el derecho es considerado como una herramienta en función de la libertad, en este caso resulta un instrumento que sirve a los juegos o dinámicas del poder que pretenden apartar o censurar algo. Como pasó con los leprosos, judíos, negros y mujeres; la historieta no se salvó.

Como era de esperarse, a su llegada a Colombia el cómic no prosperó. No obstante, gracias a dibujantes, editores y libreros (incluso abogados) se construyó una cultura de la ‘tira cómica’ que empezó a tomar fuerza propia, haciendo caso omiso a la legislación colombiana. Tal es el caso de Mafalda, que otrora llegó por medios ilegales al país, es decir, gracias al contrabando; antes de ser editada de manera formal y publicada a través de medios periodísticos.

Fueron veinte años de marginación en los que la historieta enseñó (y aún lo sigue haciendo) a entender mejor la realidad en cualquier contexto. Ponerle humor e ironía a las dibujos que trazan la vida, resultó ser el mejor mecanismo de defensa ante las incomprensibles ambiciones de la prohibición. Aunque la revolución haya tenido que hacerse, por mucho tiempo, por fuera de las viñetas.

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[1] Preferiblemente historieta; inicialmente porque hablamos español, y posteriormente porque los editores de este blog tienen un capricho con los anglicismos.

[2] Sentencias de la Corte Constitucional: http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2012/c-1023-12.htm / http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2013/C-197-13.htm

[3] La legislación referida reemplaza a la ley 34 de 1973, en la que no se menciona de manera directa a la historieta o cómic, pero tampoco se incluye dentro de las disposiciones para la ‘democratización del libro’.

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