Meditaciones Absurdas

Publicado el Iván Eduardo Montoya

Cuatro problemas sobre la educación en Colombia (IV)

No es casualidad que una de las grandes falencias de los estudiantes es su bajo nivel de competencia en lecto-escritura, porque han sido criados en una sociedad que no cultiva el silencio, la introspección y la auto-reflexión.

  1. El activismo absurdo y el rechazo per sehttps://blogs.elespectador.com/cultura/meditaciones-absurdas/cuatro-problemas-la-educacion-colombia-i
  2. El desplazamiento de la experimentación y reconocimiento de la frustración por el privilegio del elogio meloso y el enmascaramiento de las propias debilidades: https://blogs.elespectador.com/cultura/meditaciones-absurdas/cuatro-problemas-la-educacion-colombia-ii

3. La ausencia de una conciencia lingüística en todos los niveles del sistema educativo, ha generado el uso del lenguaje para disfrazar, mentir y confundir: https://blogs.elespectador.com/cultura/meditaciones-absurdas/cuatro-problemas-la-educacion-colombia-iii

En esta cuarta entrega, mencionaré:

 4. La “colombianada” del VIVO-BOBO enmascarada por el mito de la malicia indígena:

En los años recientes, se ha venido incubando en la cultura colombiana un afán por cohesionar la sociedad en torno a la construcción de una identidad nacional  que más que construir un proyecto nacional ha generado un dañino nacionalismo a partir de características pintorescas que han disfrazado nuestra realidad. Lo peor de todo es que todas esas creencias vienen del interior de los comportamientos procedentes del  interior de la cultura colombiana patrocinados por las comunidades educativas.

Las comunidades educativas se han enfrascado en las falsas conciencias de los gobiernos de turno. Cada gobierno se excusa en un proyecto político para legitimar un proyecto nacional que solo queda en simbolismos. Tal vez por eso la educación no progresa. Tal vez por eso seguimos creyendo en los mitos nacionales decimonónicos terminan en las falacias Ad Populum. Porque ay de quién ose desafiar los límites morales, y las leyes sociales. Ay de quien ose desafiar la malicia indígena de los mediocres.

En nuestro país, la educación no ha sido prioridad. Educarse en este país consiste en obviar la dificultad y en restar mérito a quienes toman la elección de leer, escribir y pensar. En nuestro país quien toma el camino fácil es el más vivo, el más acertado y asertivo; y, lo más indignante, es que se asimila con la malicia y al vivo al ladrón, al deshonesto, al mediocre, con una de las razas más sabias, sensatas, consecuentes y coherentes. La sociedad te acepta en la medida del tramposo, del gamín que toma el atajo, del amigo que piensa en el deseo propio y no en el deseo del amigo traicionado.

Infortunadamente, el silencio impera en el contexto de nuestra amada nación. Las neurosis y las telarañas de lo que está dado per se inmoviliza la sociedad. Romper la inflexibilidad de los pobres, agrietar las conciencias, entrar en conflicto, asumir las culpas y no echárselas a los otros de tal forma que sólo sea la forma de protegerme se volvió en una costumbre de legitimar una tradición que, en palabras de Mockus se llamaría “Cultura del atajo”.

Más que ser un memorial de agravios como el que en otrora hiciera Camilo Torres en contra de los abusos del poder Colonial, es una diatriba a la muerte de lo que amamos, es el panegírico y la botella del náufrago para que “algo” cambie, para que el conocimiento sea en realidad democrático.

Cuando un país se lo están comiendo los gusanos por responsabilidad de nosotros, cuando el mito moderno colombiano de que somos mejores, y nos comparamos con los que no roban porque el camino más fácil es el que funciona, el que da dinero, y no hay un desarrollo moral porque las estadísticas y los argumentos económicos diluyen el contrato social del compromiso que implica enunciar la palabra “Solidaridad” para decir: ACEPTO MI REALIDAD y la  de los demás. Y asumir el peso de la conciencia ética es un desafío que tenemos que echarnos a cuesta, para por lo menos sentirnos humanos. Por eso es necesaria una educación responsable.

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