Por: Adriana Patricia Giraldo Duarte
En la tormenta
descubrí que eras mi oveja herida
para la que cargaba los vendajes.
Sentí tus miedos al abrir la puerta
en el crujir de los pies subiendo la terraza
en la llave que no hay que forzar
y en los libros vírgenes en la mesa de noche.
En la tormenta
vimos la vida inquieta
el pecho ardiente
la taquicardia debajo de las costillas
las figuras negras derrotadas
las cicatrices secándose al sol.
Fuimos un alma partida en dos
en el insomnio de un techo brillante.
Luego, volví a verte en sueños
y me concedieron recordar
la sonrisa del niño que guarda la esencia
y abraza el recuerdo de nuestro cordón rojo.
Tu durmiendo a presión,
Yo palpando la fe al pasar mi mano por tu cuello
para untarme el ánimo de tu luz
espantar la duda y entender lo posible.
En la tormenta
te descubrí
y me levanté a encender la vela heredada
de pabilos con forma de esperanza
que hablan sobre lo que verdaderamente nos corresponde.
Resucitaremos,
mi estrella oscura
porque estamos cruzando juntos
el punto ciego de nuestro nuevo cielo.
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Adriana Patricia Giraldo Duarte
Las lloronas hablamos de todo lo que nos ocurre en la carrera de la vida: pasiones, amores, aprendizajes, sueños, dolores, esperanzas. Por eso este blog es un espacio para que rayes todo lo que escribes a solas. Se trata de descifrar ese femenino inagotable, sin culpas, sin adelantos, ni pretensiones diferentes a las de hallar el verdadero lugar de nuestro yo, a través de la escritura.
Es un ejercicio compartido que nos permite transformar la rabia en creatividad y la impaciencia en expresión, sin que tengamos que consolarnos o crear disculpas letales.
Envíame tu texto a
[email protected] para verlo publicado en Lloronas de Abril. Es hora de pensar en lo vistoso y sanador que pueden ser nuestros días, si dejamos atrás el falso consuelo que no nos pertenece. Revivamos este impulso. Hablemos como necesitamos hacerlo. Espero tu texto.