Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

Tan lejos, tan cerca

59e1709fa6cd6179422f3144642b1cbcPor: Anna Karenina

Hemos vivido tantos años, tan juntos, que  los recuerdos, los sueños y las palabras se confunden.

Ya no sabemos si te ocurrieron a ti o a mi, si las cicatrices que juramos tener en una pierna determinada nos pertenecen; tan sólo alguna vez nos pareció o son opuestas.

Hemos vivido tantos años, tan lejos en nuestras mentes distraídas con afanes  cotidianos, con falsedades y con soberbias; pura basura y nada más.

Tan cerca nuestros cuerpos que cuando fueron uno, dudamos de si veníamos de madres distintas, o ¿acaso fue la misma quien nos parió?.

Tan lejos y tan cerca que nuestras lágrimas parecieran ser un único ideal, apenas permeado por algún trazo de oficio o de profesión.

Que nuestros ronquidos ya conciliados y conciliadores ahora nos arrullan, ya no nos despiertan, tan solo están.

Ahora somos tan íntimos y tan lejanos que nuestros temores nos impiden ver el enemigo durmiendo a nuestro lado, respirándonos cerca, apabullándonos, ensordeciendo, velando nuestra presencia, nuestras flaquezas, hasta encontrar el momento indicado para atacar.

Tan lejos y tan cerca que nuestros pequeños miedos se han amasado, compactado, endurecido, encostrado en un solo miedo grande y espantoso acerca de quien se irá primero, de quién se quedará con los niños, quién con la olla, quién con la almohada, quién con el perro, con el tetero, con la promesa ilusa que tanto daño me ha hecho.

Son tantos años,  tantas promesas, tantas mentiras que nos arrullan, que hoy como sombras nos rodean y a veces nos embrutecen sin descansar.

Quiero la cuna, quiero el bebé, quiero a la joven adulta que es tan extraña y a la vez tierna y dura, con un amor egoísta que no supimos forjar. Quiero a la joven talentosa que sufre en silencio su don y ciencia, porque no es fácil encajar. A la mujer madura en cuerpo de niña que empieza a despuntar la herida que cubre su alma y que sólo Dios vendrá a restaurar.

Pero por sobre todo te quiero a ti, con tus talentos e imperfecciones, con tu alegría para reír, con tu ingenio y tu sarcasmo, con tu malgenio, y también a ratos con tu cuerpo, con tu mente, con un espíritu que ni se te ocurra dejar escapar.

Lo quiero todo, todo, todo, pero exclusivo para mí.

Sin más excusas, señalamientos, sin más cuentos sin cuento y sin engañar. Tan lejos y tan cerca, tan verdad y tan mentira, tanto amor y tanto dolor, tan todo junto y tan certero como punzada en el corazón.

Que así te quiero.  Todo lo paso si das el salto, si no me juzgas, y si me amas en realidad.

Que el cuerpo es uno, junto a los besos, a las caricias, la eternidad, aunque hoy duela saber que ya no querrás, porque mi arrepentimiento no es suficiente, ni mi desvelo, ni tu atracción, porque tu cuerpo tiene memoria y a donde va el viento, él viene y va.

Basta tan solo una palabra para encontrar mi defecto. Para partir y pisotear bajo tu excusa: «Tu perdón no vale la pena, ahora no me querrás». Y por si acaso, me marcho ya.

Pero pregunto. ¿A dónde me llevo aquéllos momentos de eternidad? ¿cómo los siembro? ¿cómo los podo? ¿quién me los compra? ¿quién más los da?…Y sobre mis lágrimas, ¿quién las llorará?.

Tan lejos y tan cerca. Recuerdos. Tan puros y putrefactos, tan sinceros, tan conectados, tanto cuento de hadas por disfrutar hasta que el mal amigo, la pobre influencia, la vana lisonja y el interés te lleven a caer y rodar más.  Crees que ¿sin Dios, ni arte, la ciencia te salvará?.

Mientras tanto, nuestros niños, nuestros sueños, dormirán callados en el silencio y la oscuridad, esperando que alguien los riegue, se compadezca, o tal vez un día los plante en otro lugar.

Más de Lloronas de Abril en https://www.facebook.com/lloronasdeabril/

Comentarios