Por: Adriana Patricia Giraldo Duarte
Algo está rondando para quitarnos el velo y conjurar el absurdo, porque hace mucho tiempo que los poderosos dejaron de habitar sus invenciones indiscretas. Algo está rondando para quitarnos la máscara de dolor que quiere imponernos en su hoguera.
La luz de los ausentes corre como rutina. Nos obliga a recrear nuevos pensamientos, más allá de la muerte y mucho más cerca de la solidaridad que reclamamos y que pueden conocer las almas más puras.
Es cierto, tenemos la receta. La llevamos con nosotros en este viaje repentino que no nos pueden arrebatar, porque no conocen el aliento caliente de la madrugada, que nos permite sobrevivir a sus desalmados ataques de indiferencia.
Creen que con el peso de los años, contemplamos con más calma la desidia, y que negociamos con sus violentos desmanes, la visión de vida y de muerte que nos venden a diario. Están equivocados. Silenciosamente entendimos que la respuesta viaja con nosotros.
Que es la certeza de las equivocaciones, y a la vez, el hilo que nos arrebata el vibrante desafío del deber ser, lo que nos aleja de las sombras oscuras del egoísmo, impuestas como si no tuviéramos derecho a elegir con el pálpito de la belleza y el deseo de felicidad.
Están equivocados y tenemos que hacerlo público. Naufragaron en sus desdichas y aún no saben que el poder ensordecedor de la verdad, indaga para el futuro las respuestas de la sabiduría.
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