Por: Laura M. Sánchez Dávila
Conocí el amor en una nueva forma. Pasó desde aquel momento en el que abracé a mi hermana y entre lágrimas le dije – ¿No estás feliz?; ella llorando me dijo – ¡SI! pero tengo susto – yo la abracé aún más fuerte.
Atesoraré por siempre ese instante: su cara de felicidad, sus lágrimas con un poco de incredulidad porque no entendía cómo era posible que esto estuviera pasando, cuando hace algunos años le habían asegurado que no podía ser; solo un milagro podría ayudarla con su anhelo.
Pero ahí estábamos nosotras, cuatro años después, otra vez abrazadas, llorando con mucho sentimiento, no de tristeza, sino por el contrario, de alegría desmedida. Nuestro corazón estaba extasiado, palpitando fuerte, acelerado. Me detuve a mirar sus manos; temblaban mientras sostenía una hoja de papel: el resultado del examen, con palabra POSITIVO, grande y en negrilla.
Fue en ese instante cuando lo supe que, el amor gigante que conocíamos de antes, nuestro amor de hermanas, estaba floreciendo. En su vientre se encontraba la semilla que por años había añorado, y que ahora, después de tanto, se hacía realidad. Su hogar, el que había conformado, estaba creciendo, venía en camino lo más preciado, un tesoro para ellos, para mí y para toda la familia.
Jamás olvidaré esa sensación que tuve esa Navidad. Un 24 de diciembre inolvidable, con ese regalo esperado, como cuando éramos pequeñas y con mucha ilusión le pedíamos al Niño Dios los juguetes de moda; ella, una barbie del momento y yo, en cambio, una muñeca que, para los tiempos, caminaba sola. Sonrió al recordar nuestra inocencia, sobre todo, la mía.
Hoy creo en el amor verdadero, en que hay muchas formas de amar y muchas personas a las que amar. Cuando pienso en mis papás tengo la seguridad de que están en mis amores verdaderos; ver a mi hermana en su proceso me hace estar segura de que es otro amor verdadero; pero ahora es mucho más grande, mucho más de lo que imaginé sentir.
Es entender que en mi vida hay un nuevo ser al que le estoy dado la prioridad, porque el amor es así: es entrega, es interés, es estar incondicionalmente, es saber que mientras yo esté, él va a poder contar conmigo, porque está claro que, si con mi hermana lo he sido, con él lo seré aún más. Es sencillo, mi promesa hoy es estar siempre para él.
Le doy la bienvenida al nuevo amor de mi vida, gracias por abrir un poco más mi corazón. Si así ya me siento extasiada de amor, no sé cómo manejaré mis emociones cuando de su boca salga la palabra tía.
Adriana Patricia Giraldo Duarte
Las lloronas hablamos de todo lo que nos ocurre en la carrera de la vida: pasiones, amores, aprendizajes, sueños, dolores, esperanzas. Por eso este blog es un espacio para que rayes todo lo que escribes a solas. Se trata de descifrar ese femenino inagotable, sin culpas, sin adelantos, ni pretensiones diferentes a las de hallar el verdadero lugar de nuestro yo, a través de la escritura.
Es un ejercicio compartido que nos permite transformar la rabia en creatividad y la impaciencia en expresión, sin que tengamos que consolarnos o crear disculpas letales.
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[email protected] para verlo publicado en Lloronas de Abril. Es hora de pensar en lo vistoso y sanador que pueden ser nuestros días, si dejamos atrás el falso consuelo que no nos pertenece. Revivamos este impulso. Hablemos como necesitamos hacerlo. Espero tu texto.