Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

El grito del tiempo

Por: Adriana Patricia Giraldo Duarte

Cada mañana, con sol o con lluvia, se debatía entre las dos voces que se peleaban por su piel. Una fuerza luminosa entraba a su cuerpo por los poros inferiores, como puñales en el recuerdo de sus demonios.

A él nunca le hicieron sugerencias, por lo que podía sentirse custodio, carcelero, arquitecto, propietario, sobre todo en su mundo real: el de la norma, el de no cruzar las líneas, el de la obediencia, que interiorizó con comodidad.

En cambio, en el lado más profundo de su cuerpo, aquella mujer, seguía siendo la rebelde que quiere manifestarse, incluso, si nunca llegaran a ser nada, incluso si luego llegaran a superar todas las prevenciones.

El grito del tiempo era esa voz que la volcaba rápidamente antes de bajar las escalas, a huir de la posibilidad de ser la historia mejor contada, la paz por raticos en una tarde de verano, la moda mentirosa de un fin de semana.

En la noche, volvían a ser hojas al viento. Retornaban a su bodega imperfecta pero propia, a disfrutar las ganas de ser vuelo en un paraíso privado, sin decir lo siento, sin dar explicaciones, sin evaluar, efímeros y aún más curiosos que la cara del miedo.

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