El tiempo que me dejas es como un soplo de energía procesado a varios sorbos, porque me recuerda, que en los nuevos minutos, tarde o temprano, vendrá la ausencia.
Me motiva a masticar este privilegio temporal, uno en el que obligadamente vuelvo a pensarte, incluso cuando estás cerca y me abstengo de tocar las marcas de tinta en tus lugares escondidos, pese a que quieres vibrar conmigo, en sincronía de complicidad.
El tiempo que me dejas se burla de mi propia conciencia, y desafía mi margen de mujer controladora, y me ata a una libertad que me señalas con íconos pequeños, como para que yo les de vida.
Me muestra que no soy ese paisaje acabado y sereno que otros ven; que tengo voz propia para seducir con mi visión caótica del mundo; me quita culpas y hace que me abandone a mis propios deseos.
Me vuelve egoísta, salvaje, complaciente y decidida.
Me vuelve impostora contratada para tu exclusividad, aleja los filtros de los miedos y hace que me mire al espejo mientras tarareo las canciones que envías cada mañana.
En este episodio vibrante y etéreo, el tiempo que me dejas me trae mensajes encriptados que hurgan los lugares donde aún no me alcanzo a conocer. Sonríes de lejos, y cuando se asoma mi energía agónica, la vetas, la moldeas, la precisas y me la devuelves, haciéndome ver que no quieres marcharte, aunque no pienses locamente como yo, en el después.
No pesa, no sabe a incertidumbre, ni a maldad. No vocifera, como los locos que se apropiaron de la verdad, y corre en la dirección que tácitamente elegimos, haciendo que no tengamos más que un momento detenido, sin prisa, para fijar la mirada por encima de los demás.
El tiempo que me dejas propone una conversación lenta que yo sigo con sorpresa, y que luego cobra vida cuando mis manos se acercan a tu cara, y me pagas con un pedazo de calma, cuando los demás lloran y quieren soltar.
Adriana Patricia Giraldo Duarte
Las lloronas hablamos de todo lo que nos ocurre en la carrera de la vida: pasiones, amores, aprendizajes, sueños, dolores, esperanzas. Por eso este blog es un espacio para que rayes todo lo que escribes a solas. Se trata de descifrar ese femenino inagotable, sin culpas, sin adelantos, ni pretensiones diferentes a las de hallar el verdadero lugar de nuestro yo, a través de la escritura.
Es un ejercicio compartido que nos permite transformar la rabia en creatividad y la impaciencia en expresión, sin que tengamos que consolarnos o crear disculpas letales.
Envíame tu texto a
[email protected] para verlo publicado en Lloronas de Abril. Es hora de pensar en lo vistoso y sanador que pueden ser nuestros días, si dejamos atrás el falso consuelo que no nos pertenece. Revivamos este impulso. Hablemos como necesitamos hacerlo. Espero tu texto.