Por: Carolina Olaya
Todos los días nos conocemos más. En la medida en que me descubro, aprecio ese universo infinito de inquietantes recovecos en donde se refugia tu alma.
Camino sin descanso empeñada en continuar esta maravillosa ruta de descubrimiento, para visitar tus desiertos y sorprenderme por los oasis, para conocer esos bosques maravillosos observando tus hipnóticos amaneceres, pero también esos días de penumbra, de espesa niebla que desaparecen suavemente con tu sol.
Cruzo terrenos escarpados, caminos de flores -algunas marchitas-, incluso verdes paisajes que se tornan azules, rojos y amarillos según tus matices. Ingreso y escalo los picos más altos, pero también descubro tus valles sombríos y esas mareas, que así como se alteran, llegan a la paz.
Ni siquiera estoy exhausta. A pesar de tantos recorridos, de tantos caminos transitados, el motor del amor me lleva a todas partes.
Tu mientras tanto me has ido descifrando, quitando los cerrojos, emprendiendo con paciencia tu propio descubrimiento, quizás batallando con el tiempo, con fuertes tormentas que han removido hasta tus cimientos pero que también han ablandado tu corazón.
Te invito a que cruces mi laberinto, a que abras mis puertas y vueles libre sin que te deslumbres por el sol, ni se derritan tus alas. Yo encenderé la luz, esperando que sigas adelante a pesar de los días grises, con el deseo de construir la bitácora perfecta que nos conduzca en este viaje por la vida hacia caminos de armonía y felicidad.
Más de Lloronas de Abril en https://www.facebook.com/lloronasdeabril/
- Fotografía tomada del blog de Nicoletta Ceccoli