Lloronas de abril

Publicado el Adriana Patricia Giraldo Duarte

Carta a mis hijos en la firma de la paz

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Adriana Patricia Giraldo Duarte

 

Voy de regreso, chicos.  Y aunque ustedes duermen y se levantarán seguros para ir al colegio, creo que debe cobijarlos esta sensación de libertad que hoy tenemos muchos.

Estamos lejos, pero nunca solos, porque son la mitad de mi corazón.

Como siempre, en este viaje también les traigo regalos.  Una paloma blanca con una ramita en el pico y con unas cintas de colores amarillo, azul y rojo.  Me la traje del auditorio, claro está, con el debido permiso de un operario que me sonrió con complicidad.

Quizá aún son pequeños para entender, que Justicia es que más niños como ustedes merezcan sentir las libertades con las que hemos luchado para que se levanten.

He tratado de decirles con cada una de mis palabras y acciones, que de nada vale tener todo el dinero del mundo, si ustedes se relacionan en él con ausencia de bondad y solidaridad.

Por fortuna, no saben ustedes de ausencias, ni de soledades obligadas, ni de trabajos forzados.  Y también por fortuna han crecido en un entorno seguro en que a pesar de su edad, avanzan como seres humanos capaces de proponer y elegir.

Espero haber hecho bien la tarea, para que cuando crezcan, podamos discutir cómo no era necesario padecer el dolor para entender la compasión.

Vivimos a distancia este momento tan bello y a la vez tan convulsionado. Vine a ver qué decían los amigos de la paz. Vine a ver cómo era eso de que se acaba la guerra más antigua que ustedes puedan imaginar.

Imaginar porque nos les ha faltado nada.  Imaginar porque la guerra no se le desea a nadie.

Siento que no tengo que explicarles que la vida es bella cuando se vive en compañía y con las seguridades del amor.  Pero sí tengo que explicarles lo que ocurrió hoy.

Dos jefes, de dos mundos que parecían irreconciliables, se sentaron frente a frente a pesar de no tener un punto en el cual detener sus miradas.  Se permitieron pensar por encima de sus egoísmos, y trabajar por cerrar una brecha de odios y círculos de lamentaciones.  Bien pudieron no hacerlo.

Lo que pasó hoy fue que en nombre de muchos que perdían el sentido de vivir para contar sus historias, se alzó una única voz que creerá en el futuro y en los viajes que se pueden hacer con los demás.

Es lo único que yo he querido enseñarles como mamá. Que quien está al frente puede sentirse motivado o equivocado; fuerte o débil; tranquilo o culposo; y que a ninguno nos corresponde evaluar por qué actúan de esa forma.

Una fecha como hoy, queridos hijos, indica que este es un SÍ para que paren las formas de herirnos, y para hablar con emoción de una palabra que es maravillosa: ESPERANZA.

Vamos a trabajar por la decisión de querernos.

Yo estuve aquí.  Lloré. No de tristeza, sino de alegría, porque en el papel, la firma de dos será la justicia y la reparación de muchos.

Ya voy de regreso mis chicos.  Les llevo los dulces, los libros, la paloma que tomé prestada y este sol naranja de la foto con el que nos levantó este día de felicidad.

 

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