En el milagro de estar vivas, aprendemos a dejar de perder la razón por nimiedades. Y tenemos el poder de reinventarnos.
En el milagro de estar vivas, aprendemos a dejar de perder la razón por nimiedades. Y tenemos el poder de reinventarnos.
Las mujeres atravesamos nuestros propios desiertos.
Batallas mentales para mantenernos a flote, descifrando las palabras que nos sacuden, especialmente a primera hora de la mañana, cuando son más fuertes que nosotras, en la intención de sacarnos de la lucha.
Y en medio de esa condición, aparecen mensajes que salen de la nada. En contra del reloj, nos susurran que es una tontería lo que ocurre, frente a la probabilidad de percibir los milagros que inevitablemente van suceder frente a nuestros ojos.
En el milagro de estar vivas, aprendemos a dejar de perder la razón por nimiedades.
Y tenemos el poder de reinventarnos.
De escribir milímetros para las redes sociales, con las fotos no vistas del álbum familiar que honra la imaginación heredada de mamá.
De leer novelas en el aeropuerto, para escapar a la duda y creer en las historias que vibran adentro, porque aún es tiempo de soñar con la fuerza de un huracán renovador.
De celebrar con bombas el ascenso de la edad, sin limpiar el frío interior, pero acumulando emociones privadas, que otras mujeres no entendemos aún.
De bajar la guardia y entender que todos tenemos nuestros tiempos, y que la misión solo es acompañar y ser responsables, y dar amor, que es la fórmula mágica para recibir afecto.
De salir del refugio y ver a la cara a quienes aprenden lecciones de vida de otra forma, y a aquellos que se gozan el dolor y la ausencia, la eternidad de la pobreza que no los condena.
De saber que la vida te conduce por un camino propio, inexplicable, antes de llevarte a la cima de tu tranquilidad y de traerte al fin, a tus brazos, el amor que soñaste.
De patear lo oscuridad, en la valentía de la sanación y la gratitud, pintando nuevos soles en el horizonte.
Las mujeres atravesamos nuestros propios desiertos.
Batallas mentales que nos sacan a flote, imaginando a ciegas el nuevo color que hará parte de nuestras vidas.
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