“Voces del feminismo” es una exposición que se puede ver en el Museo Nacional y a la que le dedico este blog porque, aunque está ambientada en la década de 1975 y 1985, está más vigente que nunca.
Esta muestra la recorrí hace meses y siempre me quedó rondando que el mundo no ha cambiado tanto como parece, o por lo menos no para todas las personas.
Una de las cosas que parece no cambiar es que la mujer no es mujer por sí misma, que no es una persona que tiene derecho a ser feliz más allá de la maternidad o el trabajo. Las críticas que recibió primera ministra finlandesa, Sanna Marin, por salir de fiesta y disfrutar el verano me parecieron ridículas, no solamente porque me parece tonto que la gente quiera replicar el modelo laboral que quita toda humanidad, sino porque varios políticos hombres han protagonizado peores escándalos y nada ha pasado. Y ni qué decir del papel de la prensa que de dientes para afuera hablan sobre los derechos humanos, la importancia de no juzgar, el feminismo o la no exclusión, pero los titulares no están acorde a eso.
El especial de El Espectador sobre las modelos webcam también me recordó la lucha de las mujeres por el control de su cuerpo, una lucha que bien recoge “Voces del feminismo”.
La igualdad y el respeto son derechos esquivos para las mujeres, no importa la condición social.
“Voces del feminismo” se sitúa en los últimos años del Frente Nacional, época en la que el establecimiento enfrentó las ganas de una transformación política y social por parte de unos sectores. En ese tiempo en América Latina florecían los movimientos feministas y al país llegaron esas ideas que critican el papel de la mujer en la sociedad y en el hogar, y que defienden su sexualidad.
Los medios de comunicación son fundamentales para forjar la opinión de la ciudadanía y esta exposición recoge el papel de las revistas y publicaciones impresas en la lucha femenina que específicamente se centraron en dos temas:
- Democracia en el país y en la casa: rechazo a los roles tradicionales, equidad en las tareas domésticas y rechazo por la doble jornada que hacían la mayoría de las trabajadoras.
- Una consigna: “mi cuerpo es mío”: las publicaciones de los 70 y 80 crearon secciones en las que se hablaba sobre la violencia sexual, el silencio, la impunidad, el derecho a los anticonceptivos o el derecho al aborto.
“Brujas, las mujeres escriben”, “Nuestras mujeres” o “Chichamaya” son algunas de las publicaciones que uno puede leer en la exposición que también ofrece al espectador la posibilidad de leer el testimonio de una víctima de violencia sexual.
De lo más sorprendente es ver un aviso clasificado en el que se lee que el empleo vacante es “ama de casa”, que era más bien una esclava porque sus horas de trabajo eran “todo el tiempo que permanezca despierta, así como turnos de 24 horas cuando sea necesario”. Eso sí, sin recibir “ningún salario o sueldo”.
Es aterrador. Pero lo más aterrador es darse cuenta que las denuncias de “Voces del feminismo” siguen vigente y bien vale la pena leerlas en esta exposición del Museo Nacional.