Liarte: diálogo sobre arte

Publicado el Lilian Contreras Fajardo

“Un tigre de papel”, película de Luis Ospina para reflexionar sobre la verdad y la ficción

Por casualidad encontré en Retina Latina “Un tigre de papel”, una película de Luis Ospina. En un principio pensé que el título estaba relacionado con la obra de Antonio Caro, “El imperialismo es un tigre de papel”, una instalación que inmortaliza la frase que había servido como máxima de algunas posturas radicales de la izquierda en América Latina.

Pero, leí la sinopsis y supe que la película de Luis Ospina le rinde tributo a Pedro Manrique Figueroa, precursor del collage en Colombia.

Y decidí ver este filme porque me gusta la perspectiva de Luis Ospina. En 2017, cuando lo entrevisté por “Todo comenzó por el fin”, el cineasta definió el documental como la vida. “El documental es una cosa viva, trata con gente de verdad, no con personajes escritos en un guion o personajes derivados de la literatura. En el documental trabajamos con fragmentos de la realidad objetiva”.

También decidí darle una oportunidad a “Un tigre de papel” porque hace unos años vi “Nuestra película”, el documental que retrata los últimos días del artista Lorenzo Jaramillo, quien ante la cámara repasa su trabajo, un trabajo que durante años pasó, tal vez, inadvertido y que hasta hace poco cobró importancia en círculos más allá de especialistas y academia gracias a una exposición en el Museo Nacional, “Lorenzo no como los otros”.

Y si me gustó “Nuestra película”, seguramente me gustaría “Un tigre de papel”. Y así fue porque no es una obra tradicional biográfica, de hecho la sinopsis oficial dice “‘Un tigre de papel’ yuxtapone el arte con la política, la verdad con la mentira, el documental con la ficción”.

¿Entonces, lo que se narra en “Un tigre de papel” es verdad o mentira? Luis Ospina aclaró muchas veces que es un falso documental que le posibilita dejar memoria sobre algo que estaba destinado al olvido. Pedro Manrique Figueroa es un personaje ficticio creado por el artista Lucas Ospina en los años 90 cuando era estudiante, y el cineasta retomó ese personaje para realizar una película sobre sus preocupaciones e intereses, como cuestionar la verdad (de la vida y el documental) desde las vivencias de su generación.

En el documental aparecen muchos personajes que van contando su visión y conocimiento de Pedro Manrique Figueroa. Beatriz González, Carlos Mayolo, Umberto Giangrandi, Jaime Osorio, Vicky Hernández o Santiago García son algunos de las figuras que van hilando la vida del precursor del collage en Colombia mientras recuerdan el contexto social y político de Colombia y el mundo entre 1934 y 1981.

Cuando se busca en Google ‘Pedro Manrique Figueroa’ aparece en primer lugar el resultado de Wikipedia, que dice que es un personaje ficticio del documental de Luis Ospina.

Otro resultado es el video de la conferencia “Tras las huellas de Pedro Manrique Figueroa” que dictó Actualidad Panamericana en compañía de Lucas Ospina, quienes retomaron durante una hora la leyenda urbana sobre el artista del collage.

Todo esto es bastante retador porque estamos acostumbrados a que alguien nos diga ‘la verdad’ para creer en eso y repetirlo una y otra vez, y el no tener la certeza de la existencia o de cómo fue realmente la vida y el trabajo de Pedro Manrique Figueroa es bastante extraño.

Sin embargo, me gusta el ejercicio. Seguí buscando y leyendo el artículo “Filosofía / Pedro Manrique Figueroa” de los museos del Banco de la República destaco el párrafo “Pedro Manrique Figueroa constituye hoy en día una figura imprescindible del arte colombiano. Su personaje sirve ahí de revelador, en el sentido de que devela los límites y las inclinaciones de la historia del arte en Colombia, o más precisamente de la manera de contarla. El uso estratégico de los discursos de poder, como el archivo, el documento o el testimonio, termina por comprobar artificialmente el recuerdo de esa figura maravillosa, o prometer al menos la probabilidad de una existencia similar”.

Al final, “Un tigre de papel” y Pedro Manrique Figueroa me sirvieron para reflexionar sobre lo verdadero y lo falso, sobre la fusión entre el arte y la política, del arte político que sirve como denuncia o la propaganda que se vende como arte; de aquellos personajes o fantasmas que socialmente se van creando y se vuelven legendarios y que al final van calando en el imaginario de la gente; como actualmente sucede con las noticias falsas. Finalmente, una historia tiene diferentes versiones y, cuando se mezcla con la memoria, depende de quién la dice.

Así mismo, sirve para leer y escuchar sobre el collage, esa técnica que, como el falso documental, se nutre de distintos papeles e imágenes para crear una sola y mostrar otras realidades, y que ahora con las posibilidades digitales son dignos de ser reproducidos una y otra vez.

*Si quieres saber más sobre Pedro Manrique Figueroa, te recomiendo leer “Mi obra soy yo”.

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