Liarte: diálogo sobre arte

Publicado el Lilian Contreras Fajardo

Mujeres que promovieron e inspiraron el arte, recordadas en Museo del Prado

Siento curiosidad por la vida europea de los siglos pasados. Me gusta leer de la Edad Media o saber de la Modernidad desde el todo, desde el contexto. Cuando leo textos sobre historia del arte siempre hago un pare para saber qué sucedía política y socialmente en ese momento porque las artes y la cultura siempre responden al interés del poder y al estilo de vida de la época.

Dando mis borondos virtuales vi que el Museo del Prado tiene la exposición “El Prado Femenino” en la que pretenden ofrecer una “mirada distinta pero rigurosa” a su colección, dando la oportunidad a las mujeres de ser protagonistas.

Para ello recurren a 32 piezas protagonizadas por mujeres que promocionaron, coleccionaron o inspiraron obras de arte entre 1451 y 1633, de Isabel la Católica a Isabel Clara Eugenia. Esto es una maravilla porque, aunque hoy son consideradas como obras de arte, fueron pensadas y realizadas para resaltar el poder a través de la postura, la belleza física, la mirada o la ropa; pues la imagen siempre es política.

La muestra se divide en tres secciones: “Promotoras artísticas en el Museo del Prado (1451-1633)”, “María de Hungría” e “Isabel Clara Eugenia”.

La primera parte de Isabel I de Castilla y analiza la promoción artística que desarrollaron las mujeres de la casa de Austria porque, siguiendo el legado de la Reina Católica, personifican algunas de las principales patronas de las artes del siglo XVI en Europa y tuvieron importantes colecciones del Renacimiento europeo, apoyando así el mecenazgo y fortaleciendo la imagen propia, en cuanto a poder y piedad.

En esta sección está, por ejemplo, la pintura que Antonio Moro realizó a María Tudor, reina de Inglaterra desde 1553. La ficha técnica ofrece una descripción de ella, pero también de la pintura al óleo que data de 1554, toda una lección de historia del arte:

Sedente, sin llegar a ser de cuerpo entero, sigue el modelo de Rafael en el retrato de Julio II de 1512 (Londres, National Gallery) y el de Isabel de Requesens de 1518 (París, Musée du Louvre). El pintor muestra a la reina de tres cuartos en un sillón de terciopelo carmesí, símbolo de la soberanía, magníficamente bordado contra lo que es habitual, dispuesto en un plano oblicuo para aumentar la profundidad espacial, sosteniendo la rosa roja de los Tudor en la mano derecha y guantes de pedrería en la izquierda. Lleva un traje rameado gris, un sobretodo morado, el tocado, los puños y el cinturón cubiertos de perlas y piedras preciosas y la joya que le regaló el príncipe Felipe en el cuello.

Moro representa a María Tudor con actitud tensa y algo envarada. No embellece sus rasgos poco agraciados de acuerdo con el decoro propio de su rango, pero la dota de un aire mayestático que mitiga su fealdad y, con su pincel minucioso y la riqueza de su color emulando a Holbein, logra exteriorizar la fortaleza de su carácter ante la adversidad. En 1604 Karel van Mander, en la biografía de Antonio Moro, da cuenta del viaje que éste realizó a Londres en 1554 a instancias de Carlos V para hacer el retrato de María Tudor y del éxito obtenido por él.

El Prado Femenino” permite ver el cuadro en buena resolución y se nutre de recursos virtuales que expanden el conocimiento, como videos y una fantástica línea de tiempo que permite completar la información histórica. En el canal de YouTube del Museo del Prado se pueden ver  documentales que en media hora hablan y explican cada sección.

Varias veces me salí de la exposición como tal para disfrutar los recursos alternativos, cosa que me encantó porque ese laberinto de información me sedujo durante horas. Y eso que me falta por explorar las secciones “María de Hungría” e “Isabel Clara Eugenia”, pero hay tiempo porque está habilitada hasta abril de 2023.

[email protected] / @LiarteconArte

Comentarios