El libro que rinde homenaje a la obra de Luciano Jaramillo protagoniza este blog. La verdad, no conocía el trabajo de este artista, así que cuando me invitaron al lanzamiento organizado por Davivienda y Seguros Bolívar no dudé en asistir porque no hay mejor manera de conocer el trabajo de alguien que las fuentes primarias o cercanas.

En este caso, los historiadores e investigadores y la familia fueron los encargados de recopilar los momentos más importantes, para ellos, de la vida y obra de Luciano Jaramillo para escribir este libro que se nutre de un ensayo visual que explora tres grandes momentos de su producción artística, respetando el tránsito fluido, libre y recurrente que siempre tuvo entre el oficio de la pintura y el oficio del dibujo.

Lo primero que hay que decir de Luciano Jaramillo es que se dio a conocer en la década del 50 del siglo XX, fue representante del neoexpresionismo y se destacó por su intensidad expresiva y emotiva, repleta de iconografías locales, identificadas popularmente mediante la imagen mediática de los mitos modernos de su tiempo: reinas de belleza, ciclistas, futbolistas y héroes históricos como Simón Bolívar. Además, de simbologías personales como perros, palomas, payasos tristes y familias viendo televisión.

Fue influenciado por Buffet, Obregón, Bacon o Goya, pero en la escena del arte colombiano, que estaba marcada por el muralismo mexicano y el indigenismo, Luciano Jaramillo aportó una propuesta refrescante.

“Fue un artista que se caracterizó por su diferencia, por ser distinto a los demás y uno encuentra en muchos artículos y en muchas referencias esa caracterización. Esa diferencia estaba, lógicamente, determinada por el tipo de obra que hacía, que se le puede llamar nueva figuración; era una tendencia un estilo de la representación del ser humano, pero no de una manera realista y con toda la perfección del cuerpo; sino todo lo contrario, una manera que transforma el cuerpo, transforma la gestualidad, transforma las facciones y casi que raya con lo monstruoso, lo caricaturesco que da cuenta de una preocupación por la condición humana”, dice el artista e historiador del arte Nicolás Gómez Echeverri.

Como sucede con muchos artistas o buenos trabajadores no todos son valorados o reconocidos y, aunque este pintor caldense sí protagonizó varias notas periodísticas en vida, su nombre quedó un poco en el olvido o siendo recordado por su círculo más cercano.

Por eso, de la mano de Sylvia Suárez Segura y Nicolás Gómez Echeverri, quienes investigaron y escribieron una completa y extensa cronología de su vida, así como un ensayo histórico e interpretativo, Luciano Jaramillo ingresa a la colección homenaje a los Grandes Maestros del Arte Colombiano de Davivienda y Seguros Bolívar y darle un lugar en la historia del arte colombiano.

“Luciano Jaramillo, como todo buen artista, va a tener una permanencia, como parte de la cultura visual, no necesariamente solo de los artistas… y esa mirada que hace a la banalidad de esos mundos sociales y esas élites, yo creo, que hoy está más vigente que nunca”, expresa la curadora e investigadora independiente Sylvia Suárez Segura, para quien el libro es muy importante porque permite encadenar buena parte de la obra de este artista en una sola plataforma y, espera, pueda contribuir a darle visibilidad a Luciano Jaramillo.

¿Quién es Luciano Jaramillo?

Es uno de los más destacados artistas colombianos del siglo XX. Inició su formación temprana como autodidacta, en 1956, y con escasos 16 años, realizó su primera exposición individual en la sala Gregorio Velázquez de la Biblioteca Nacional y fue presentado por Gabriel Giraldo Jaramillo como “el más joven de los maestros”. Convencido de que quería hacerse artista, en 1957 viajó a París para realizar estudios de pintura.

En agosto de 1958 regresó a Colombia y centró su trabajo creador en la expresión humana, alejándose de las vanguardias que se imponían en esa época. A lo largo de su carrera, resistió con valentía a la complacencia de las tendencias de su tiempo, tanto a la abstracción de los años cincuenta y sesenta, como a la figuración hiperrealista de los años setenta.

Su gran preocupación fue el hombre. Mediante la deformación de cuerpos y objetos proponía reflexiones sobre la condición humana, muchas veces asociadas a las ironías y paradojas de la identidad nacional o la desigualdad social, constituyéndose como un referente nacional de la denuncia a través del arte.

A lo largo de 25 años de trabajo constante y coherente, como artista independiente encontró su lugar gracias a una mirada excepcional de la realidad y la apreciación de su momento histórico; representó a Colombia en diversos certámenes internacionales y fue un artista admirado por sus colegas, maestros y alumnos.

Estudiosos del arte moderno en Colombia se han preguntado durante años, por qué en la década de los sesenta del siglo XX, Luciano Jaramillo no disfrutó del nombre y la gloria que tuvieron otros artistas contemporáneos suyos en la escena plástica nacional e, incluso, el por qué su obra fue invisibilizada por ciertos sectores.

[email protected] / @LiarteconArte 

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