“La ballena” (The whale) o cómo una película me pateó el corazón
Hace rato no lloraba en una sala de cine. Primero, porque ya no voy mucho a cine, este gusto está casi que reservado para mi casa; y segundo porque hace rato no veía una película que me conmoviera tanto. Hace como 10 años Lucho, mi esposo, me invitó a ver “El círculo del amor se…
Hace rato no lloraba en una sala de cine. Primero, porque ya no voy mucho a cine, este gusto está casi que reservado para mi casa; y segundo porque hace rato no veía una película que me conmoviera tanto.
Hace como 10 años Lucho, mi esposo, me invitó a ver “El círculo del amor se rompe”, una película belga también conocida como “Alabama Monroe”, que narra la historia de amor entre Elise y Didier, una pareja que se enamora a primera vista y tiene una vida idílica hasta que no pueden manejar una situación fatal.
Aquella vez sentí que esa historia que veía era la mía. No porque viviera una situación parecida, sino porque las actuaciones son tan complejas que llegué a sentir lo mismo que ellos.
Pues bien, algo parecido me pasó con “La ballena”, cinta que originalmente se llama “The whale” y que desde hace unos meses acapara la atención de los medios porque su protagonista, Brendan Fraser, es candidato al Premio Óscar.
No sé si lo sepas, pero desde hace más de un año he practicado la premisa de no ver el tráiler o leer algo sobre la película o documental que me voy a ver, no porque no crea que valga la pena; sino para no contagiarme de la opinión de otros. Así que me enfrento al filme sin mucho conocimiento.
Con “La ballena”, que se estrena en salas de Cine Colombia este 2 de febrero, tenía el presentimiento que me iba a gustar porque me gusta el cine de Darren Aronofsky (“El cisne negro”), pero no estaba preparada para sentir tal carga de emociones que durante minutos sentí como una patada en el pecho, como ese dolor que uno siente cuando pierde a alguien importante en la vida.
La premisa de “La ballena” es sencilla: Charlie (Brendan Fraser) es un hombre con obesidad extrema. Vive encerrado en su casa, dicta clases por internet y su propósito máximo en la vida es volver a relacionarse con su hija Ellie (Sadie Sink), a quien abandonó por un amor.
Es una historia con la que muchos nos podemos relacionar de forma directa o indirecta: el querer recuperar o sanar las cosas con una persona, cómo se afronta una enfermedad o cómo la ansiedad se representa en la alimentación son los temas que más me tocaron.
En un momento de mi vida donde me costó entender que mis papás hicieron lo mejor que pudieron con la información que tenían y según sus expectativas de vida, no fue imposible conectarme con la ira de Ellie porque alguna vez la sentí y porque es la ira que seguro ha sentido mi hija.
La impotencia de Charlie es un choque tremendo. No sólo por su contextura física, también por la emocional. ¿Por qué nos toma años y años buscar a alguien y pedir perdón?
¿De qué sirve tanta rabia, escaparnos del mundo, meternos en nuestro propio mundo si, al final, lo que buscamos es la paz y la redención?
Así como “El círculo del amor se rompe” no es la historia de mi vida, “La ballena” tampoco lo es; pero no dejo de pensar en porqué nos intoxicamos -con comida y sentimientos reprimidos- y nos dejamos llevar por la vida, marginados, esperando ser devorados por el más allá.
“El círculo del amor se rompe” sólo la vi una vez. Nunca mas quise sentir esa agonía y cuando salí del cine pensé que ese sería el destino de “La ballena”, pero luego de escribir este blog pienso que sería buena idea verla con mi esposo y mi hija.
Algunos datos de “La ballena”
-Está nominada al Óscar en tres categorías: Brendan Fraser a mejor actor, Hong Chau a mejor actriz de reparto, y Adrien Morot a Mejor maquillaje y peinados.
– Brendan Fraser subió de peso para encarnar a Charlie, pero el equipo liderado por el canadiense Adrien Morot creó una prótesis corporal para lograr los 270 kilos requeridos por el personaje.
– Es una historia personal con raíces teatrales: la película es la adaptación de la obra teatral “The whale” de Samuel D. Hunter, quien narra así sus vivencias como hombre homosexual, su lucha contra el sobrepeso y la ansiedad alimenticia.
-Todos llevamos un Charlie por dentro y al respecto Brendan Fraser dice: “Él no es un ángel, pero es increíblemente humano. Sé cómo se siente ser objeto de burla sin piedad, pero todos aprendemos ahora cómo apagar ese dolor”.
-El dolor que siente Charlie se intensifica en la película gracias a la penumbra que lo rodea, el sudor permanente en su cara; pero se alivia con humor, amor, su voz y ternura.
Periodista con maestría en Estética e Historia del Arte.
Coautora del libro “Cartas de Cuarentena”, junto a la cineasta Josephine Landertinger Forero.
Creadora de @liarteconarte.
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