Liarte: diálogo sobre arte

Publicado el Lilian Contreras Fajardo

Hijas del agua: la obra que rinde tributo a los indígenas

Hijas del agua” es una obra de Ana González y Ruven Afanador que el Museo Nacional expone hasta el 13 de junio de 2021. Son fotografías, captadas por Afanador e intervenidas por González con varias técnicas, tomadas a niños, mujeres y hombres de 26 etnias indígenas colombianas a lo largo de cuatro años, en diferentes viajes que los artistas realizaron a los diversos territorios.

La primera vez que esta obra se presentó al público fue en 2018 en el Museo Santa Clara, un edificio construido en 1647 para albergar a las monjas clarisas entre los siglos XVI y XVIII, y que luego funcionó como iglesia católica, aunque desde hace unas décadas fue declarado como museo.

Eso sí, en el Santa Clara aún se siente la atmósfera religiosa porque sus paredes y altar conservan la decoración original: retablos barrocos, pinturas al óleo elaboradas en los siglos de las clarisas y pinturas murales, además del rojizo o violeta, colores característicos del barroco.

Hace tres años, en este recinto se presentó una pequeña parte de “Hijas del agua”: fotografías de las comunidades wayúu, gunadule, misak y arhuaca que, por primera vez, entraron a este antiguo convento y propusieron una reflexión entre el pasado y el presente, para que el espectador viera las similitudes entre las tradiciones de los indígenas y la vida de las religiosas de los siglos XVI y XVIII como, por ejemplo, el poder del pensamiento, el significado del encierro o la ejecución de ciertos oficios para preservar la tradición como el tejido, técnica presente en algunas fotografías de la obra.

De lo más interesante que propuso “Hijas del agua” en el Museo Santa Clara de Bogotá fue la tensión entre la iconografía religiosa, que presenta figuras humanas que miran hacia arriba, y los rostros indígenas, que miraban de frente; sin contar que un gran retrato indígena fue ubicado en el altar.

“Históricamente era increíble poder tener a los indígenas fotografiados en este espacio donde no podían entrar en los tiempos de la Colonia (cuando era una iglesia católica). Esa exposición nos dio empuje para continuar”, dijo Ruven Afanador en una entrevista realizada en noviembre de 2020.

Actualmente, “Hijas del agua” se presenta en el Museo Nacional, pero de una forma distinta. Esta vez, el público puede ver fotografías en gran formato de las etnias con las que González y Afanador trabajaron, y la museografía o puesta en escena es muy diferente, pues las paredes blancas reciben los retratos perfectamente organizados, los textos curatoriales y el mapa que guía cada comunidad trabajada. La intención, dicen los artistas, es darle toda la importancia a la figura y sabiduría indígena por medio de lo sencillo.

A la entrada de la sala hay una barca kogui que trajeron de la Sierra Nevada de Santa Marta que también fue intervenida por la artista y en su interior tiene varios sombreros arhuacos elaborados, por ella misma, en porcelana, y en la pared del fondo se exhibe un documental corto que es un detrás de cámaras de los viajes y la realización de la obra.

En esta ocasión, el contraste se da entre la blancura de la sala con los colores vivos, en algunos casos o tonos de grises en otros, de las obras. Además, hay unas vitrinas en las que se exhibe parte del proceso creativo, como las diferentes técnicas de intervención por parte de Ana González: dibujo a lápiz, tejidos, bordados o velos devastados. También se puede ver la pluma -que representa sabiduría, protección, educación- elaborada por González que se entregó a los jefes de estado que participaron a lo largo del proceso de paz entre el Gobierno Nacional y las Farc.

La exposición “Hijas del agua” también conversa con el resto de las obras del Museo Nacional, aunque de una forma diferente pues, aunque está en una sola sala ubicada en el tercer piso, se relaciona en cierto modo con las piezas precolombinas, las fotografías de otros artistas colombianos, o con la sala “Memoria y nación” (que propone reflexión sobre la transmisión del conocimiento, la memoria y la historia colombiana a partir de diferentes obras y elementos conceptuales), así que el espectador puede percatar la importancia de que estas comunidades estén presentes en el museo.

“Es visibilizar nuevamente a las comunidades y destacar el poder femenino que tienen en este lugar tan importante e histórico. También es arrastrar esa historia hacia antes de la Conquista para llevarnos a un pasado, así sigan siendo comunidades actuales y presentes, para que las escuchemos como protectoras del medio ambiente… es una plegaria para escuchar y revisar el origen”, comenta Ana González.

Desde diciembre de 2020 “Hijas del agua” cuenta con un libro en el que están todas las obras realizadas, así como con textos de Jacinta Cuchillo Tunubalá, Mama Shibulata Zarabata, William Ospina y Wade Davis.

Con este libro la obra toma otra dimensión porque el lector tiene la posibilidad de leer qué significa la naturaleza y la madre tierra para los pueblos indígenas, desde el punto de vista de ellos mismos, y del antropólogo y etnobotánico Davis, quien, por ejemplo, explica el significado de la obra hace referencia al agua como madre de toda forma de vida.

Para los que quieren ir más allá o los que no pueden visitar la exposición en Bogotá pueden encontrar en los perfiles de Instagram de Ana González (@anagonzalezrojas) y Ruven Afanador (@ruvenafanador) detalles del proceso, los viajes o el significado de cada obra, pues están nombradas en distintas lenguas nativas que, al saber la traducción, se percibe la relación entre el título, la intervención o el significado.

Por otro lado, como esta obra que comenzó en 2016, cuando Ruven Afanador y Ana González se conocieron en Chiribiquete, se convirtió en un proyecto, cuentan con el apoyo de Davivienda (editor del libro) y Amazon Conservation Team, con los que fundaron un fondo con el objetivo de construir malokas, el lugar donde se perfecciona el saber indígena y se transmite a nuevas generaciones.

La primera maloka fue construida en 2020 por el pueblo kogui de la Sierra Nevada de Santa Marta, a quienes también se les entregó el libro como muestra de respeto por parte de los artistas, quienes se benefician con el saber indígena, pero generan el intercambio de saberes en lo que se llama el arte colaborativo o relacional.

Hijas del agua”, la obra, el libro y el proyecto, se presenta en una época en la que una parte de la sociedad pone a prueba el colonialismo y la mirada occidental que rige al mundo, por lo que pone a reflexionar al espectador, más allá de las políticas estatales, qué posición ha tenido frente a la cultura indígena y el legado ancestral.

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