“Si hay futuro hay verdad” es el lema con el que la Comisión de la Verdad dio a conocer el informe final sobre el conflicto armado colombiano de las últimas seis décadas. No voy a hablar de los resultados, que se pueden consultar aquí, pero sí del “Botiquín contra el olvido”, una herramienta con la que esperan ayudar a sanar el alma.
“¿Qué hacer para no olvidar el dolor que ha causado esta guerra, afrontar la verdad y sanar el alma?” fue el cuestionamiento del que partieron para darle valor a las vidas humanas, a los sentimientos, a las personas, esas que se nos han olvidado en medio de las cifras y los años.
El resultado es el “Botiquín contra el olvido” que está conformado por 15 propuestas, historias, juegos, acciones, rituales, canciones, carteles y otras herramientas para que cualquier ciudadano interesado pueda usarlo en aulas, salones, conversaciones comunitarias, encuentros culturales “o en cualquier esquina donde sea posible que la vida querida vuelva a florecer”, como bien lo dice Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad.
Todo el “Botiquín contra el olvido” se puede ver aquí, pero yo quiero recomendar especialmente el taller presencial que se realiza este sábado 2 de julio a las 10 de la mañana en la Sala Colecciones básicas del segundo piso de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
En esta actividad que también se realiza en Barranquilla, Bucaramanga, Cali y Armenia los mediadores culturales del proyecto “La paz se toma la palabra” promueven y lideran acciones a partir de las propuestas de artistas, escritores, colectivos, músicos, gestores, dramaturgos y activistas participantes del botiquín para así estimular y compartir un tejido de acciones, historias, juegos o rituales individuales y colectivas.
Toda la estrategia del “Botiquín contra el olvido” como los talleres “La paz se toma la palabra” tiene como objetivo permitir “comprender mejor el pasado violento del país para poder redefinir así el futuro” de cada uno y del país.
No hay que olvidar que “si hay verdad, llegarán días buenos” y es por eso que la Comisión de la Verdad hace un gran esfuerzo por mostrar el resultado de sus investigaciones más allá del típico documento escrito y busca opciones culturales para mostrar las realidades. Obras de teatro, ciclos de cine, conciertos o conversaciones con artistas son algunas de las estrategias que llegan al alma porque apelan al sentimiento más que a los números que nos relatan una y otra vez los medios de comunicación.
Si estás en Bogotá, una exposición que no te puedes perder es “Huellas de desaparición. Los casos de Urabá, Palacio de Justicia y Territorio Nukak” en la que la Comisión de la Verdad y Forensic Architecture (agencia de investigación con sede en Goldsmiths, Universidad de Londres) presentan en el Museo de Arte Miguel Urrutia (Mamu) de Bogotá (y en su sitio digital) la desaparición sistemática en tres casos clave: Urabá, Palacio de Justicia y Territorio Nukak.
Es decir, el despojo de tierras en el Urabá antioqueño, la infraestructura y logística de la desaparición forzada en el caso del Palacio de Justicia; y las formas de violencia y de las prácticas de destrucción ambiental contra el territorio indígena Nukak, en el Guaviare.
Yo estoy convencida de que el problema de Colombia no es (ni eran) las Farc, ni la corrupción, ni los gobernantes. Somos los ciudadanos que preferimos taparnos los ojos o meter la cabeza bajo la tierra para no enfrentar los problemas que nos rodean. Por eso, es hora de que aprovechemos todos los medios que nos ofrece la Comisión de la Verdad para empezar a construir una nueva sociedad en la que no haya una sola verdad, pero sí muchas versiones válidas de la vida.