Llantas

No supe cómo, ni por qué, ni cuándo, ni nada, pero hace un par de meses que quise publicar algo en este blog, caí en cuenta de que las treinta y tantas entradas que había publicado a lo largo de casi diez años de irregular colaboración con El Espectador, ahora se reducían a tres. Para colmo de males, una de éstas, en mejores tiempos la segunda entrega de una serie tripartita dedicada a lo que se conoce en filosofía como ‘el problema mente-cuerpo’, era ahora la segunda entrega de una. Si usted es de los que creen que esto no tiene sentido alguno, ya somos dos. Pero por favor no me increpe a mí: increpe a lxs editorxs de esta sección, quienes se tomaron la libertad de eliminar prácticamente todo mi contenido del sitio de Blogs de El Espectador, por la derecha, sin previo aviso ni bendición de mi parte.

En el momento en el que escribo no tengo ciencia cierta de qué fue lo que sucedió. Sé que a comienzos del año pasado lxs editorxs decidieron darle una enchuladita a la sección de blogs de El Espectador; que aparentemente me mandaron un correo; que éste nunca me llegó, y que en efecto el contenido que mencioné fue dado de baja–según criterios editoriales que aún no me comparten pero que, dado lo absurdo de sus resultados, en verdad me encantaría conocer. Si usted visita mi página personal en este diario notará que, junto con ésta, sólo aparecen tres entradas más. (Eliminé la entrada sobre el problema mente-cuerpo, pues sin el contexto brindado por la primera entrega, leer la segunda era tan áspero como tragarse un milhojas de cartón.)

Aquí podría comenzar a despotricar de lo lindo en contra de tan amables editorxs, porque razones no me faltan. Pero no hallo la motivación. Quién sabe qué les pasó por la cabeza a estas personas. Últimamente encuentro que la seriedad es un activo más bien raro en este negocio.

Por fortuna, existe una herramienta del Internet Archive que permite recuperar contenidos purgados de sitios web como los de El Espectador. Me alivió mucho saber esto porque, siendo un incauto usuario de esta plataforma (y no habiendo experimentado antes problema alguno), no contaba con un respaldo de ninguna de mis entradas (mea culpa). No es que piense que, mas allá de lo que incumbe a mi auto-biografía, todas ellas son de gran valor; pero, para parafrasear a Frege, algo de valor puede encontrarse en ellas–o al menos eso creo.

Éstas son las razones que me compelen a re-publicar esas viejas entradas que una insólita directiva eliminó, en la espera de una respuesta oficial que devele la justificación editorial de esa directiva. Todavía pondero si hacer adendas o no a los textos reciclados. Probablemente lo haga; podría estar bonito.

No me encanta el plan de ‘reencauche’ que les propongo; hubiera preferido no hacerlo y, sobre todo, no tener que hacerlo. Pero yo ya expuse aquí mis razones; quienes guardan silencio, incluso después de mis explícitos y al menos por ahora desatendidos reclamos, son otras personas.

IG: @pater_doloroso

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