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A favor del fútbol: previa al partido Colombia-Paraguay

COLOMBIA

Crédito foto: Flickr/CC/Oneris Rico

La selección Colombia juega mañana un partido trascendental en sus aspiraciones para clasificar al mundial de Brasil 2014. Es importante ganar ya que este hecho nos ratificaría en la parte alta de la tabla, e incluso, nos ubicaría en el primer puesto si Argentina pierde o empata contra Uruguay.

Sin duda alguna, estamos ante una situación inesperada y que incluso los más optimistas de entre nosotros no imaginábamos siquiera al comienzo de esta eliminatoria. A esto hay que sumarle el hecho de que tras los resultados obtenidos ante Perú y Ecuador de visitantes, y sobre todo, ante el mal juego demostrado  por la selección en ambos encuentros, habíamos caído en la actitud derrotista que nos es tan propia desde las pasadas eliminatorias de Corea-Japón 2002.

Ahora, por el contrario, vemos el mundial más cerca de lo que lo habíamos hecho desde hace más de una década. Por ello es fácil ilusionarse y buscar comparaciones en el cajón de los recuerdos con nuestra mejor selección, aquella de la década de los 90 que asombró al mundo con su juego de toque y magia.

Mañana, las cosas pueden tomar dos rumbos diferentes: si seguimos en el rumbo ascendente que mostramos en los dos últimos partidos, nos consolidaremos como equipo y nos daremos cuenta que esta vez sí se puede. No hará falta maldecir más a los jugadores y al técnico, habrá que creer en ellos, apoyarlos y sobretodo demostrarles que la selección somos todos, que Colombia lo merece. Si perdemos, corremos el riesgo de caer en el círculo vicioso de siempre. La culpa es de todos, desde el entrenador hasta el utilero.

Pero, a fin de cuentas ¿Por qué es importante el fútbol sino es más que un deporte, y en el fondo, un negocio multimillonario? Tal vez porque representa un punto de unión para un país fragmentado como Colombia. Un punto de convergencia para una nación que se ha construido a base de atacar al que no piensa como yo, a excluirlo y expropiarlo de su misma razón de existir. Por eso, si hay algo que nos puede unir es el fútbol. Ahí estamos todos los que conformamos este crisol de razas: costeños, rolos, paisas, caucanos, tanto los del estrato uno como los del estrato seis, tanto el escolta como el presidente, incluso hasta los grupos al margen de la ley se identifican con la selección; tal es la fuerza de unión que tiene este deporte en nuestra cultura.

En el año 1995 Nelson Mandela utilizo la popularidad del Rugby en Sudáfrica para unir a una nación dividida entre blancos y negros, tal como muestra con gran maestría la película de Clint Eastwood “Invictus”. ¿Será posible que mañana, los 11 jugadores de la selección empiecen a labrar el destino de una proeza similar?

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