La hazaña editorial de Cronopio: ¡Cien números! … y caminando
La Revista Cronopio ha logrado llegar a su edición número 100, tras más de una década de trabajo ininterrumpido. La historia en la voz de sus gestores, todos colombianos, en charla con Blogs El Espectador. Ya han corrido más de 15 años desde que un rechazo editorial notificado al entonces comunicador social y periodista Juan…
La Revista Cronopio ha logrado llegar a su edición número 100, tras más de una década de trabajo ininterrumpido. La historia en la voz de sus gestores, todos colombianos, en charla con Blogs El Espectador.
Ya han corrido más de 15 años desde que un rechazo editorial notificado al entonces comunicador social y periodista Juan Manuel Zuluaga Robledo, no solo hizo poca mella en su espíritu combativo, también coincidió con un momento propicio para echar a andar “una revista que publicara todo tipo de géneros, ilustración, fotografía, que tuviera libertad temática”, recuerda, sentado ante la sala de Zoom el ahora doctor en literatura de la Universidad de Missouri y profesor del Columbia College, en su casa familiar, desde donde agita la batuta de la Revista Cronopio y su robusta y asidua oferta cultural.
Eran tiempos en que revistas como El Malpensante, Número, y los suplementos de los diarios iban al mando de los impresos culturales, pero carecían del complemento digital que Zuluaga y su staff se traerían entre manos. “Muchas felicitaciones para todo el equipo. Veo que casi todas y todos son egresados de la UPB … más preparados que un yogurt”, se lee en el comentario del internauta Álvaro en el portal revistacronopio.com.
Su actual equipo, con la afabilidad característica de la conversación antioqueña y el número 100 de la revista rebrillando en sus rostros, también se presentó a la estancia virtual: Juan Andrés Alzate Peláez (jefe de redacción), filósofo y, doctor en filosofía; Andrés Álvarez Agudelo (editor web), diseñador gráfico; Gloria N. Ramírez Oliveri, comunicadora social y periodista y magíster de la California State University; Sara Serna Loaiza, ilustradora, diseñadora y arquitecta en formación.
“Escribí un ensayo sobre Amor en los tiempos del cólera con la versión de Mike Newell y lo mandé al suplemento Generación de El Colombiano. No le prestaron atención, así que me dije: ‘qué bacano buscar un espacio para los que no tenemos renombre’. Le dije a Santiago Cárdenas (ahora está como periodista) y dijo que estaba pensando en algo parecido. Así que me puse a contactar”, explica Zuluaga.
Un amigo en común entre Juan Manuel Zuluaga y Juan Andrés Alzate, Esteban Galeano, fue crucial para el ingreso del jefe de redacción. “Me contó del proyecto, me gustó y les dije sí de una. Pasamos un año entero solo en la planeación de la revista”, explica Alzate Peláez. Zuluaga recuerda que había tres nombres posibles en el sonajero: La Miscelánea, La Escafandra y Cronopio. “Hicimos un sondeo y ganó Cronopio”.
Una primera pesquisa sobre el asunto digital arrojó una cifra imposible, así que rondaba el temor de que una segunda opinión, la de Andrés Álvarez Agudelo, fuera económicamente devastadora. “Antes de la llegada de Andrés nos juntamos con diseñadores y nos cobraban 7 millones de la época. Yo era pensando: ¿cuánto nos irá a cobrar?”, recuerda Zuluaga. Pero el ahora jefe de diseño, que se ha encargado de subir al ciberespacio el centenar de ediciones, se demoró poco más que Alzate en aceptar unirse a la empresa. “Estando en (la universidad) Bolivariana teníamos una amiga en común que me recomendó y fuimos a reunirnos. Me demoré dos minutos en decirle que sí. Al rato ya estábamos rayando en una servilleta cómo pensábamos hacerlo”.
El director destaca la edición especial sobre Julio Cortázar y la publicación de la nouvelle inédita de Walter D. Mignolo en la edición 94.
Comentó que cuando nacieron aún existían muchas revistas impresas. Y si bien refirieron sus primeros amores con los más diversos impresos, la nostalgia del papel no los embarga. “Nunca pensamos imprimir. Siempre fue un enfoque digital. Podríamos subir los contenidos que quisiéramos sin límite de artículos. Esto nos iba a dar una libertad muy importante. Luego fue mirar qué plataforma utilizar, en esa época el WordPress fue la elegida, ahora es de las más grandes y ha crecido con la revista a medida que fue cambiando, como en el acceso a la multiplataforma: computador y celular. Esa transición la tuvimos. Hoy estamos posicionados con tanta riqueza y tanta variedad. Nos leen de muchísimos países. Nos sorprende tener lectores y que ya podemos saber dónde están”, detalla Álvarez Agudelo.
La respuesta de Gloria Ramírez Oliveri a un comentario de Juan Manuel Zuluaga en el Facebook de un amigo en común, provocó que ambos se entrevistaran largamente, lo que desembocó en una muy necesaria membrecía: la de alguien preocupada también por la reportería gráfica, “por la fotografía de interés humano”, recalca desde su casa en Norteamérica la fotógrafa y periodista, con amplia experiencia en docencia universitaria y medios nacionales y extranjeros. “Siento que soy beneficiaria de Cronopio. Ansiaba una revista donde pudiera soñar. Escribir como me gusta, y donde no tuviera una censura. Sin los intereses que se ven en otros medios. ¡Estoy tan agradecida con todos los que me abrieron las puertas! He desarrollado una especie de cronopiofilia digital -he inventado esa palabra-”, comenta Ramírez, quien trabajó por años en El Colombiano. “La fotografía ha sido parte del desempeño. Eso me permitió escribir con más soltura. Todo lo que yo recibo de ellos tiene autoridad, no hay capricho. Todo se toma con criterio editorial”, dice en referencia al resto de la plantilla.
“La revista es sin ánimo de lucro, por amor al arte. Un proyecto de resistencia cultural, todos lo han hecho por el amor a esto. Cada edición es como publicar un libro. Además de que tenemos ese espíritu de publicar personas que están empezando y escritores que ya tienen reconocimiento. Contamos con un promedio de 15 mil lectores”, Juan Manuel Zuluaga, director.
La ilustradora Sara Serna Loaiza, recuerda que participó por primera vez en Cronopio como artista invitada. “Gloria conocía mi obra a través de su hermana. Estuve como artista invitada y me invitaron a participar en la revista”, expresa, mirando alternativamente a la cámara de su celular y al detalle de unos cristales de nieve que transformará una vitrina en navideña. “El ejercicio de hacer ilustraciones de un texto me construye bastante como artista. Siento que ha aumentado mi repertorio”.
“Los trabajos de edición son un completo deleite”: Gloria Ramírez Oliveri
Para el contenido reciben propuestas de los más diversos rincones. Hay colaboradores fijos de trayectoria, así como autores incipientes. “Todo está sujeto a una ingeniería de procesos”, explica Juan Manuel Zuluaga. Y va al pormenor: “primero llegan artículos solos, de gente que no conocemos. Algunos no pasan los criterios de calidad. Buscamos que en cada edición haya dos o tres escritores destacados. Nos reunimos por las tardes. Empezamos la lectura en voz alta Gloria, Juan Andrés y yo. A la par vamos comentando sobre la gramática. Juan Andrés revisa diccionarios para chequear palabras, por los lados hablamos de la realidad del país, y todo se convierte en una tertulia entre amigos. Luego viene la ilustración de los artículos; estamos saliendo cada dos meses o dos meses y medio”.
“Hacer una revista de una calidad como esta no es fácil. Todos acá tienen una responsabilidad inmensa que exige inversión. Si le pusiéramos precio no habría cómo pagarla. Acá nadie da poco, no damos poco, todos damos el cien por cien”. Gloria Ramírez Oliveri.
Es poco habitual que sea vean entre ellos, pues los consejos de redacción los adelantan vía Skype y solo con audio. “Los procesos de edición son muy conversados. La revista está cuando terminamos de organizarla todos. Salíamos cada mes religiosamente y era una carga muy grande. A veces hay que hacer devoluciones. O devolverlos porque está publicado en otra parte. A veces se lucha con muchos egos”, indica Alzate Peláez. Y agrega que hay que vérselas con fotógrafos con pintores. “Una vez llegó un niño de Uzbekistán que escribió textos muy buenos. ¿Cómo no lo íbamos a publicar? Hemos tenido fotógrafos muy interesantes”. Acá el director Zuluaga activa su micrófono: “un señor de un pueblito alejado de la Patagonia nos escribió; otro de Puerto Limón, Putumayo: un maestro de escuela con unos ensayos impecables; le publicamos los poemas a un poeta ucraniano: unos textos sobre la guerra. Cosas mágicas…”.
A su turno, Gloria Ramírez anota que cierto misticismo que les da el solo escucharse les confiere un aura especial a los encuentros. “Nos conocemos por las casas: sus sonidos las identifican en cada época del año. Y algo muy especial es que parece que las ediciones se sincronizan todas en los temas. Empiezan a salir estas casualidades que otorgan una gracia oculta. Ah, y por ejemplo Juan Andrés es especialista en humor negro. Casi siempre tenemos problemas por mi horario cambiado por estar en Estados Unidos, esto exige una mayor flexibilidad. Pero acá ninguno tiene pereza de nada. A veces, en invierno, les digo: ‘espérenme que me estoy congelando’”, expone y sus ojos se convierten en dos rayitas.
“Siempre me sorprende y disfruto mucho recibir el artículo de cada edición que debo dibujar. El hecho de que el trabajo de uno sea recibido por alguien insospechado da una vitalidad especial”, indica Sara Serna. Entre sus trabajos en Cronopio, destaca las ilustraciones de Érase que era (texto de Alba Lucía Ángel sobre Virginia Woolf), la del avance del libro La lengua de Cicerón (Álvaro Pineda Botero) y los dibujos del cuento Si me ves por el camino (Jaime Manrique). Todos disponibles en el portal de la revista.
“En cada edición nos estamos asombrando, estamos criticando. Los trabajos de edición son un completo deleite”, destaca Ramírez Oliveri.
Los lectores opinan
“He podido percibir un estilo fresco. Riguroso. Y aunque es inevitable pensar en Cortázar cuando uno lee la palabra cronopio, la labor informativa de la Revista Cronopio es quijotesca. Los invito a que persistan en su terquedad de echar a andar la palabra verdadera en este mundo de ruidosas mentiras. Algún maestro del periodismo dijo que «la prensa no es la empresa». Eso es cierto. Aunque llegaran a quedar con un solo lector en el mundo, sigan adelante”. Fernán Medrano.
“Notable, magnífica; vuestra labor -tan bienhechora como apasionada- es digna de la mayor admiración. Y es por ello que la disfrutamos tanto.
Con sumo aprecio
Raúl Silverio López Ortego, desde Limaclara, Buenos Aires, Argentina”.
“Otra vez enhorabuena por vuestro excelente trabajo, ejemplo de originalidad y de ganas. Una alegría y un honor haber colaborado de nuevo en la revista”.
Carlos Mellizo
“Queridos Cronopios, desde la enorme ciudad de México y como profesora de Literatura en Bachillerato, agradezco enormemente el artículo sobre Carta a una señorita en París. Llevo años leyendo con las generaciones este cuento, entre otros del mayor Cronopio y ahora sí entiendo a Julio C, más que a su propia historia. Mis alumnos cada año dibujan los conejitos con todo el colorido y simbolismo desenfrenado que te deja el vomitar conejos.
Felicidades y enhorabuena por tan hermosa revista cronopiana”.
Lourdes Aguilar Salas
“Los felicito por ser tan jóvenes y entusiastas. Sigan, tienen un camino largo por recorrer. Cordialmente, Chente”.
Vicente Sánchez Bonilla
“Realmente felicitarlos por una gran puesta en la cultura y el arte, siendo hoy casi imposible encontrar publicaciones de buen nivel.
Una ventana a lo que actualmente se hace en literatura y arte, un espacio valioso para los nuevos sin haber dejado de lado lo clásico nuestro”.
Periodista de la Universidad de Manizales. Magíster en creación literaria de la Universidad Central. Fue reportero de los diarios Q’HUBO y La Patria, presentador del canal Tv Red de HvTelevisión (Soacha) y actualmente se desempeña como docente de literatura e inglés en bachillerato. Ha publicado Papel Salmón (La Patria), El Malpensante, la revista Aleph, los portales Eje 21 y Periodism o Público, y lleva el blog Hundiendo teclas (El Espectador). Los sexualizadores, su primera novela, recibió el Premio de Novela Jaime Echeverri convocado por la editorial Escarabajo.
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