Tras mi intento fallido de regresar a las páginas de un periódico del que salí despedido, y que llevo en las entretelas de mi corazón, comparto la carta que escribí a su director.
Buenos días, director Nicolás.
Este correo para ponerme a su servicio, al servicio del periódico de mis amores, del que soy suscriptor y lector incondicional, aunque lo haya atacado en una ocasión en que el dolor por perder mi oportunidad (salí por la puerta de atrás) me hizo equivocarme en Facebook, lo que derivó en que Gloria Luz Ángel (editora), con razón, me cerrara las páginas de mi muy amado Papel Salmón, al que venía enviando trabajos. Leo LA PATRIA y PAPEL SALMÓN desde los 13 años, cuando lo devoraba en casa de la suegra de Juan Carlos Layton (redactor de económicas), y de cuya suscripción como empleado me beneficié por años.
Director Nicolás: estoy radicado en La Dorada, donde ejerzo la docencia en la Institución Educativa Dorada. Desde el año 99, cuando mi papá trabajaba como celador en la sede del centro de LA PATRIA, soñé con hacer parte de esa redacción y encerrarme entre aquellos cubículos azules a hundir teclas. El sueño se me cumple en 2011, pero lo dilapido por cuenta de mis problemas de adicción, superados gracias a un poder superior, a mi familia y a la confraternidad mundial de Narcóticos Anónimos. Ahora que cumplí mi otro sueño, el de la docencia de la lengua castellana, y en la Universidad de Manizales con seminarios de prensa, le manifiesto mi deseo de colaborarle de manera anónima, sin crédito, con trabajos relacionados con el municipio de La Dorada y alrededores en Caldas, donde vivo feliz desde septiembre. Esto como manera de reparar el perjuicio causado a su organización, el cual ya he intentado enmendar presentando disculpas a usted, y a mis otros exjefes (Luis Francisco Arias y Fernando Ramírez), así como a excompañeros a quienes de alguna manera defraudé. Pero también se lo solicito para desarrollar mi profesión y mantenerme activo en la escritura y la reportería, actividades que amo y necesito de manera vital.
Espero, inmerso en la hermosa recuperación que he encontrado en la confraternidad mundial mencionada, una respuesta positiva a este ofrecimiento de corazón, contrito y animoso. De lo contrario, entenderé la negativa.
Gracias por leerme y por haberme dado mi primera oportunidad laboral, hace casi ya diez años, en la que aprendí lo poco que sé de este oficio apasionante.