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Publicado el Carlos Mario Vallejo

Belcoraida y Rostubaldo: nuevo tributo de Efraim Osorio a Cervantes

Por: Carlos Mario Vallejo Trujillo

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La presencia -y la esencia- de Miguel de Cervantes Saavedra corre por las venas del connotado gramático Efraim Osorio López, asiduo corrector de esta casa editorial y del diario La Patria. Y no solo por sus venas: el que eche un vistazo a su céntrico apartamento en Manizales, notará la presencia de la obra cervantina en este o aquel recodo, sea aquella escultura de Quijano, este retrato de don Quijote, esas novelas ejemplares, o las exclusivas ediciones de Don Quijote de La Mancha.

Prueba de esta vital convivencia entre Efraim y Miguel, don Efraim y don Miguel, discúlpenme, señores, es el cuento Belcoraida y Rostubaldo, publicado por el autor en marzo de 2020, en el que estos personajes españoles de tan singulares nombres, cruzarán sus caminos académicos y vitales.

  1. La historia va, entrelazada, sobre la suerte de Rostubaldo como futuro periodista, y de Belcoraida, como escritora venidera.

A guisa del licenciado Vidriera, novela ejemplar en la que el protagonista busca nuevos caminos profesionales, Osorio, con una escritura tributaria al gran autor de la lengua española, no escatima dichas expresivas, soflamas, subordinaciones y circunloquios cervantinos, para hacer las delicias del lector, a quien le importará menos la trama de la historia que su vehículo expresivo.

Verbigracia: “Pensando siempre en su vocación de periodista, leía todos los días los diarios de Girona –Diari de Girona y Vanguardia-, que llegaban sin falta al hogar de don Fernando. Y, cuando la ocasión le ofrecía sus guedejas, visitaba las sedes de los diarios, en donde ya tenía sus mecenas, para -decía- aprender de los mejores”.

“Lio, entonces, bártulos, se despidió agradecida de la única familia que conocía, y se dirigió a León, capital de la provincia española del mismo nombre y una de las ciudades que encontraría en su peregrinación a La Mancha”.

“A pierna suelta durante algunos días y ocupada en otros organizando las fuentes del proyectado libro, estuvo Belcoraida en Albacete a lo largo de un mes. Siempre fue su sueño conocer los caminos y sitios testigos de las aventuras del caballero y su escudero, pero su primera visita a La Mancha le advirtió que ni el tiempo de que disponía ni los medios que poseía se lo permitirían. Regresó, entonces, a Argamasilla de Alba para, desde ese lugar, partir hacia los tres o cuatro seleccionados sin concierto alguno”.

Me ha dicho modestamente Efraim Osorio sobre su faceta literaria: “no soy escritor, pero sé redactar”. Al que guste de la buena escritura le importará poco esta disyuntiva y se aproximará al libro del filólogo y escritor risaraldense.

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