En contra

Publicado el Daniel Ferreira

Sin libertad no hay democracia

Lo peor de este régimen vampírico es que cada cuatro años alimenta la idea de que estamos divididos, efectivamente, para dividir; y con esa idea salimos a votar disgregados. Así se revitaliza. Por eso es explicable que el oprobio haya sido electo una y otra vez por una buena parte del pueblo oprobiado, ya que solo se requiere una fracción del censo electoral para cumplir con esa legalidad.

Se disputa la presidencia un millonario megalómano que codicia el poder democrático sin participar de la democracia. No acudió a debates porque aspira a la presidencia sin plan de gobierno y se limpia el culo con la ley. Sus propias frases e historial deberían auspiciar la derrota al ponerlo en evidencia, pero el establecimiento en manos de la empresa privada lo enaltece ahora que el candidato de la derecha quedó descartado. Rodolfo Hernández promete decretar conmoción interior, que es igual a prometerse dictador y prometer censura, reprensión y decretos impopulares en su primer trimestre de hipotético gobierno. Dice distanciarse de los politiqueros pero usa frases politiqueras: trabajar de seis a cinco, que los corruptos se irán y que no está amangualado con los mismos de siempre (pero acepta los votos que le pongan los corruptos de siempre). Y ahora han anunciado que están en sus filas, ellos, los politiqueros.

La «anticorrupción» debería ser un acuerdo tácito y no una bandera de gobierno. Menos cuando incluso las autocracias ha demostrado ser corruptibles.  R H promete ahorrar, porque considera que el estado colombiano (con su enorme deuda y falta de inversión social) es como una empresa de construcción que necesita dejar de invertir, prescindir de cargos burocráticos y evitarse el gasto social. Confunde la cultura con el medioambiente (me dice un gestor local que en su alcaldía la cultura era lo multitudinario, el mainstream y los artistas locales eran considerados poco menos que diletantes) y prende gobernar discriminando un país donde la mayoría son mujeres pobres discriminadas y gente pobre que ha sido explotada por empresarios como él, porque «los pobres son el mejor negocio del mundo». Su propuesta es la autocracia. Y su campaña ha sido una jocosa colección de entrevistas, que a muchos hace reír, cuando no haya razón aparente para entrevistar a un autócrata.

Disputa la presidencia por tercera vez un economista y líder social de izquierda. Con un plan de gobierno de enfoque social, pacifista, agrario, ambientalista y progresista. Acudió a los debates en tres elecciones, y aunque sus ideas planteaban minuciosamente el modo de reformar el tipo de país que éramos (agrario, narco, dependiente del petróleo, lacayo de Estados Unidos), la fracción unitaria de las clases dominantes eligió la continuidad de los neoliberales y eso nos llevó a este país que somos después del paso a la historia del sepulturero de jóvenes Iván Duque. Le acompaña en la vicepresidenta una líder negra que entró en la política desde la base social de los desposeídos. Han sido dos infatigables llevando a todos los rincones del país su plan de gobierno y proponiendo un pacto de reconciliación nacional. Ese pacto ha sido vilipendiado por el partido de gobierno, por la oligarquía y por los sectores más reaccionarios, clasistas y racistas.

La aparente inocencia neoliberal del ingeniero RH es un precio que los colombianos ya han pagado, sufragado y vivido. Álvaro Uribe y Duque (y los que los antecedieron desde el neoliberal Gaviria) han sido sus antecedentes. No puede ocultar el ingeniero su estirpe, además de la ignorancia y su anhelo autoritario de poder. Se dice diferente pero se muestra como es, a sabiendas de que la autocracia puede convocar al tradicionalismo rabioso de nuestro pueblo.

La propuesta de gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez plantea el bienestar, la equidad social y la reconciliación. Para que sea posible, antes debe ser gobierno. Y hoy, en este descarado transvase camaleónico e intravenoso de los derrotados, se necesita hasta el último voto nacional para que la democracia conquiste el derecho a la libertad. Porque la libertad se puede perder por vías democráticas. Y una vez perdida, sin libertad no hay democracia.

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