Esta obra es un retorno nostálgico al Chile de Roberto Bolaño. La primera parte se llama Patria. Bolaño narró como paradoja la fascinación de un suceso inscrito en la memoria chilena: el 11 de septiembre. La violenta represión y la pasividad del pueblo oprimido es la herida en la que pone sal en varias obras. Que una chica conduzca hacia el amor y se encuentre con el infierno, que haya un poeta terrorista que salva niños (Sepulcros), se inscribe en la misma línea de ironías a las que acostumbró a sus lectores: que el piloto que redacta poemas de humo en el cielo con el motor del avión sea el que bombardee el palacio de la moneda (Estrella distante), que en el piso superior de una casa se lea poesía mientras en el sótano de la misma casa se torture gente (Nocturno de Chile), son paradojas y advertencias de la inutilidad del arte frente a la barbarie.
Bolaño regresó a Chile para ver el 11 de septiembre y esa experiencia fue inagotable en su literatura. Regresó una y otra vez para contar la decadencia psíquica de los verdugos, para señalar cómo fueron sepultadas las ilusiones de una generación y para mostrar cómo un puñado de individuos trágicos vivieron los grandes desastres políticos. De manera que la escritura al menos ha sido una resistencia simbólica al peso brutal de la historia. Acaso la única resistencia posible sea dejar que una verdad subjetiva invierta los fundamentos de una verdad dominante. Y por eso no resulta inútil del todo escribir.
Los tres grandes temas de Bolaño se reúnen de nuevo en Sepulcro de Vakeros (Bolaño tituló así el archivo: vakeros): derrocamiento de Allende, las primeras impresiones y noticias que recibe de Santa Teresa (en un México literario y brutal), y la masonería secreta de las vanguardias contestatarias. Belano se va de Chile a México, Belano deambula por Ciudad de México y empieza una red de amistades que le trazarán el norte de su narrativa (el gusano, Santa Teresa y Villaviciosa) y Belano regresa a Chile para el 11 de septiembre. Sepulcro de vaqueros se inscribe en una cronología anterior a Detectives Salvajes y a 2666. Es, si se acepta, el antecedente. Cuenta los últimos días de una familia de chilenos trashumantes (el viaje en clave de la familia Bolaño) y las tensiones de la partida por deudas no pagadas que se juntan a la reconstrucción de la memoria de la desaparecida Patricia Arancibia, una muchacha conocida por Belano tras su retorno (aquí se llama Rigoberto y es el último que la vio viva) y desaparecida en circunstancias que permanecen veladas tras los sucesos del 11 de septiembre (este relato propone un cruces de voces y de cartas, alguna muy bien lograda: la del padre de la chica al padre de Belano) contiene registros orales y giros propios del dialecto chileno, aunque es de lamentar que la historia de amor y la intriga por la muerte de la mujer no se desarrolla. Y aunque empieza invertida la historia al contarse por esa desaparición, el conjunto da un arco completo al antes, durante y después de la caída de Allende. El 11 de septiembre es el epicentro de Nocturno de Chile y de Estrella distante y también lo es en Sepulcro de Vakeros. Además de grieta en la memoria, el 11 de septiembre es el símbolo del aplastamiento de todo proyecto político socialista en Suramérica. La aventura biográfica que hizo Bolaño al haber regresado a Chile para presenciar el hecho lo convierte en un testigo de excepción. Lo que en parte explica esa insistencia en situar varias obras entre la llegada de Pinochet y la diáspora.
Los anexos manuscritos a esta obra póstuma aportan y permiten imaginar la organización preliminar que Bolaño tenía del borrador. Patria y Vakeros corresponden a esquemas deliberados. El desarrollo no es total, pero las partes se pueden sumar a la obra sin menoscabarla en conjunto, más bien ampliando su significado. A diferencia de otros póstumos, esta es una escritura madura, aunque elaborada a la carrera y tal vez reunida de una forma forzosa por el editor para unificar, por el tono, textos que no estaban unificados por su sentido e interconexión.
Comedia del horror en Francia es una pieza individual independiente al conjunto. La historia se aleja del tema unificador (11 de septiembre). Tras un eclipse de sol y el vagabundeo de un poeta por la ciudad (¿Belano? ¿Santiago de Chile, Concepción, México? para mi no quedan claras las coordenadas) una llamada telefónica hace saltar la alarma de un teléfono público y el contestar conecta al poeta con el movimiento surrealista clandestino internacional. Podría ser uno de los cuentos más conmovedores de Bolaño. Me gusta por su atmósfera onírica, por la unión de un eclipse con los discípulos de André Bretón, por el encuentro fortuito y feliz, otra vez, de un paraguas y una máquina de coser en una mesa de disección.
Por lo demás, es inapropiado llamar nouvelles lo que es epístola, crónica de viaje, cuentos en toda regla. No tienen la unidad retórica ni las interconexiones que Bolaño daba a las partes de sus obras mejor logradas en novelas cortas, Nocturno de Chile, Amberes, Estrella distante. Pero hay que salirse del ámbito del libro inacabado y armado para observar que sí está conectada esta compilación con los relatos más biográficos de Bolaño: Putas asesinas (que funciona como hoja de ruta de las andanzas de Bolaño por México) y La universidad desconocida (que reúne los años en España). Tal vez la compilación intentó reflejar el procedimiento de yuxtaposición que tiene los capítulos intermedios en Los detectives salvajes. En ese sentido sería un intento de bolañizar a Bolaño marcándolo con caminos ya hechos y formas conocidas. Decisiones semejantes marcarán toda la obra póstuma de Bolaño, pero no reflejan criterios de autor sino criterios editoriales. Como la evolución de una obra modifica los inicios, intermedios y finales de los libros, se hace difícil aceptar que una lista de capítulos de la que se conserva el manuscrito del autor contenga el espíritu narrativo propuesto para cada obra en borrador. Los que leemos todo lo que se publica con su firma seguimos en manos de los editores y albaceas. Cuando el archivo Bolaño sea público, en digamos, aproximadamente sesenta años, podrán los filólogos del futuro ir al frío sótano de una universidad norteamericana y enfrentarse con el secreto del mal. Solo entonces será posible contrastar versiones y darle otra forma a la que le han dado hasta hoy. De todos modos aquí está de nuevo, en genio y figura, el perro romántico: el joven Belano.
Fotos: Bolaño, ElDesconcierto.cl | Portada, ed.