-¿Se te perdió algo?

-No. Solo buscaba un enchufe para cargar mi celular. ¿Vas a Santa Marta de vacaciones?

-A Palomino.

-Qué casualidad, yo también. Voy a un concierto que dura tres días. ¿Tú también vas?

-No. Yo voy a pasar la semana Santa con mi familia.

-Mucho gusto, soy Sofía, pero me dicen Chofy.

-A mí me dicen Edy, pero me llamo Edimion.

-Yo nunca he estado en Palomino. Compré las entradas por internet y reservé un hostal.

-Yo sí he estado.

-Es mi primera vez de muchas primeras veces.

-¿Cómo?

-Primera vez en el mar, en un concierto tan largo y la primera que viajo sola.

-Es temporada de vacaciones y hay muchos turistas, así que es seguro viajar sola.

-Otro compañero de la universidad va para el concierto, pero viaja en avión.

-Entonces no estarás del todo sola.

-No. ¿Y tú?

-Con mi familia.

-¿Va tu familia en este bus?

-Ellos me esperan allá. ¿Qué estudias?

-Comunicación.

-¿Y tú a qué te dedicas?

-Trabajo. Pronto me iré del país.

-¿A dónde?

-Australia.

-¿Eres nómada digital?

-No. Trabajo para una compañía, pero voy a renunciar.

-Yo quisiera irme. Todos se están yendo. Pero voy a terminar primero la universidad.

-No es mala idea.

-Después me cuentas cómo te fue en Australia.

-Claro.

-¿Me das tu teléfono?

-Sí.

-Y ya me voy a dormir, porque el viaje es largo.

(Se cruzaron los números de teléfono y después de que se separaron en el terminal, ella le siguió escribiendo mensajes constantemente para saber cómo continuaban las vacaciones en familia para él. Dos noches después ella lo llamó a la madrugada para decirle que le habían echado una droga en su bebida y se sentía mal y los mototaxistas se negaban a llevarla a su hostal y se sentía prisionera en el concierto y temerosa de perder el conocimiento. Ella había estado esperando la llegada de su colega de la universidad que nunca apareció por el lugar del concierto. Como ubicación le dijo que estaba a unos kilómetros de su hostal, por una carretera que se adentraba en el monte, pero no sabía cómo orientarse ni dónde estaba la troncal de la Guajira. Estaba asustada, además de atontada y no sabía a quién recurrir, salvo a él, a quien conoció en el bus.

Como no tenía modo de ir por ella, le dijo que le dijera el nombre del balneario donde se llevaba a cabo el concierto y así él le enviaría un taxi desde Palomino para que la recogiera. Ella le dijo que no confiaba ni en los organizadores del concierto ni en el dueño del hostal ni en los mototaxistas, porque todos estaban amangualados. Le dijo entonces que le pediría al taxista que la trajera al hostal donde estaba él con su familia para que se sintiera más segura y poderla llevar a un hospital si se ponía mal.

Tiempo después el taxi apareció con la chica y la dejó en su hostal. La familia esperaba en la entrada. Ella ya no se sentía tan aturdida y dijo que quería dormir. Solo había una cama disponible en la cabaña familiar, la que él ocupaba, así que se la cedió y él se fue a dormir a una hamaca. Al día siguiente la familia la acompañó al otro hostal a reclamar su equipaje y la instalaron con ellos en su cabaña vacacional.

De modo que ella pasó los días del concierto nadando y comiendo pescado frito en una playa. Y cuando se despidió de ellos les agradeció por haberla adoptado.)

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