En contra

Publicado el Daniel Ferreira

Los años de aprendizaje de Álvaro Cepeda Samudio

El joven Cepeda Samudio recuerda su infancia con nostalgia, y es la nostalgia de los trenes de pasajeros y de los vapores del río y del muelle largo penetrando en el mar. Recuerda que se cortó el pelo por amor a una muchacha. Recuerda que pudo ganarse la vida con la cinegética, pero su padre no lo dejó. Recuerda la sabiduría cínica del hombre más pobre que conoció y que perdió el mismo hombre al volverse rico, pero esa filosofía se convirtió en sus principios. Recuerda que se volvió periodista luego de escribir una columna en el periódico escolar del colegio Americano de Barranquilla y ser llamado por el director del periódico de la ciudad para que escribiera notas judiciales.

Con ese trabajo consiguió su primera corresponsalía: ir a Guayaquil, Ecuador, a cubrir el suramericano de Fútbol; al regreso fue convertido en columnista diario, 365 columnas en un año, con lo cual se sintió ya periodista. De modo que fue a Nueva York a refinar lo que ya estaba aprendiendo en los periódicos de Barranquilla. “Cuando me presenté a la escuela de periodismo de la Universidad de Columbia tenía muchos planes y cosas que quería hacer (…) Siempre fui un escritor en mi país, un columnista diario. Pensaba que lo que necesitaba era una oportunidad de ver las noticias y todo lo del sistema del periodismo desde un punto de vista diferente. Y ese punto de vista que escogí fue el del sistema de la prensa angloamericana” [Tita Cepeda y Julio Olaciregui, prólogo, cita tomada de una carta]. En Estados Unidos encontró también la literatura de Faulkner y de Saroyan, dos de las influencias literarias que se ven reflejadas en su literatura.

Los primeros textos de Cepeda Samudio son ensayos breves de corte autobiográfico, notas sobre la novela colombiana y la novela moderna, preceptiva sobre las reglas del buen periodismo que aprendió en las aulas y periódicos de Estados Unidos y en su trabajo de redactor de judiciales y corresponsal deportivo.

La Universidad del Norte ha editado una compilación de las notas manuscritas aparecidas en libretas que se conservan en el archivo cedido por la esposa del escritor, Tita Cepeda a la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República. En este libro se incluyen las notas de la visita a clase de Meyer Berger, un periodista de The New York Times ganador de un Pulitzer por la crónica de la masacre cometida por un francotirador. Va incluido el plan para una novela neoyorkina y unas páginas de entrada con tono y estilo definidos, también un fragmento descartado de los cuentos Todos estábamos a la espera. Una crónica por entregas del viaje por el litoral del caribe y Ciénaga, Magdalena, su pueblo natal, además de dos traducciones propias de cuentos de Saroyan y Faulkner. La selección conforma una serie de apuntes escritos en Nueva York cuando cursaba periodismo en la Universidad de Columbia. Veinte textos y dos traducciones a lo que se integraron un prólogo y 9 textos de otros autores sobre la obra de Cepeda Samudio.

Entre 1949 y 1950 Cepeda estudió inglés en la universidad estatal de Michigan, en East Lansing, y luego hizo dos cursos, como asistente, en el departamento de estudios generales de la Universidad de Columbia. Fue entonces cuando escribió sobre beisbol para The Sporting News, una revista semanal de Saint Louis, Missouri. Esa serie de textos escritos por Álvaro Cepeda Samudio siguen a la espera de que algún investigador consiga rescatarlos de los archivos de Saint Louis. No figuran en la Antología de Samper Pizano, ni en El margen de la ruta, la más completa compilación de columnas de El Nacional realizada por el investigador francés Jacques Gilard (reeditadas en 2022 por Taller de Edición Rocca). Y esas ediciones publicadas en 1983, 1994 y 2022 han sido hasta ahora los intentos por rescatar y fijar la obra dispersa de no ficción del escritor cienaguero junto con esta compilación de UniNorte. Los libros de ficción fueron editados en un solo volumen en Obra literaria, editorial Sílaba. Se requeriría una edición crítica que no solo reuniera finalmente la obra de ficción y no ficción, también las cartas, y en lugar de textos ligeros un análisis de los mecanismos internos de la misma.

Al regresar a Colombia en 1951 Cepeda Samudio era más o menos el periodista que había surgido de esa suma de experiencias juveniles y de las lecturas de los que serían clásicos modernos de la literatura norteamericana. En uno de estos textos reunidos, «Sobre la escritura de columnas y editorial», apunta en rasgos generales lo que a su juicio deben ser los contenidos de un periódico. No los transcribiré, pero al final dice este apunte que es más propio del novelista que del columnista: “Cuatro historias desarrollándose paralelamente. Al fin y al cabo no son sino cuatro ángulos de la misma historia.”

Cepeda Samudio es autor de tres obras destacadas en la literatura colombiana: La casa grande, Todos estábamos a la espera y Los cuentos de Juana. Sus exégetas quisieran imaginar lo que haría hoy como periodista con las herramientas digitales a su alcance, pero es una proyección solo nostálgica por una vida tan breve como su obra. Lo inquietante es que haya introducido la narrativa moderna a las letras colombianas habiéndose formado en el campo de fogueo de las salas de redacción. En uno de los textos, «Apuntes sobre la novela colombiana», 1950, da su canon de entonces sobre las que considera obras más destacadas. El Carnero, María, La Vorágine y añade a dos cuentistas contemporáneos (uno es al aun inédito García Márquez) y a un historiador, Germán Arciniegas. La literatura colombiana para él era lo canónico. Sin embargo, era uno de los primeros anticanónicos, cuya obra bebía de otras corrientes de vanguardia.

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Los años de aprendizaje de Álvaro Cepeda Samudio, Universidad del Norte, Barranquilla, 2021

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