En contra

Publicado el Daniel Ferreira

#CharlieHebdo Temporada de caza en Francia

Charlie Hebdo

En la reciente temporada de caza en Francia, la matanza en el Charlie Hebdo, la matanza en la tienda judía, la persecución, cerco y muerte de los atacantes, más que una escenografía teatral, hay una ecografía social. El hecho en sí, su eco y la persecución resultan metáforas de esta época. Zizek dice que quienes sean incapaces de cuestionar los métodos del liberalismo también están impedidos para cuestionar los del fundamentalismo, simplemente porque la reacción radical del fundamentalismo es contra los métodos de justificación y defensa del liberalismo depredador, no por la defensa de Alá.

Muchos de quienes usaron el hashtag #Yosoycharlie, fuera de Francia, para comentar el hecho, no sabían que era un semanario político. Quienes nos sorprendimos al ver las primeras imágenes del ataque, y no teníamos idea de la existencia de ese periódico, ni de su orientación ideológica, o si la teníamos nunca lo habíamos leído, creímos, en principio, que «Charlie» era uno de los caricaturistas muertos. Esa sutil ignorancia muestra el grado de información que teníamos al momento de calcificación del criterio. Una vez visto el ataque, no podíamos ser otra cosa sino potenciales víctimas de algo que desconocemos, presas de pánico por una masacre lejana. Pero entonces vino la marcha encabezada por los líderes de gobiernos que han cometido genocidios, la campaña de rechazo en internet y  los millones de ejemplares del tiraje del semanario.

Parte de la responsabilidad de vivir en un mundo amenazado por ataques de corrientes ideológicas o religiosas, y de rencores a título personal, o asaltos de una minoría que se defiende con ferocidad, la tienen los que iban adelante de esa marcha de París. La tienen por la ofensiva en Palestina, por la aventura petrolera en Libia, por participar del arrasamiento de Irak. Ellos son responsables de esa doble idea del mundo, donde hay religión ilegítima y otra suprema (la del capital, la del petróleo), donde el genocidio con bombarderos tiene un noble fin, ataque preventivo, y el que se hace con los fusilees AK es simple fundamentalismo de fanáticos.

Que el tiraje del Charlie Hebdo posterior de la matanza haya pasado de treinta mil a cinco millones de ejemplares no indica la persistencia y el ejemplo por la libertad de expresión. Más bien muestra una insistencia en cierta soberbia que puede ser tomada como agresión o desafío en un contexto específico. Ese contexto es el de las migraciones culturales y el del crecimiento de la xenofobia europea. Ese contexto es el de los países destruidos y saqueados con bombarderos, países que tienen una idea distinta de la libertad y de la democracia y del desarrollo. Muchos de quienes no están de acuerdo con las ofensas religiosas, sentirán que esa insistencia supone el desprecio y el irrespeto por la vida y la convivencia planetaria, porque es desafiante. Pero otros creerán que el hecho de adquirirlo (el presente número de Charlie Hebdo en circulación tras la matanza), es una forma de solidaridad y respaldo a la libertad de prensa. Creo que un medio de sátira política debe persistir ante la censura radical, porque ser leal a su espíritu y a su criterio es la verdadera libertad de prensa. Pero creo que el humor es inmediato e intrascendente: pierde su efecto al perder su contexto, y pierde el contexto con el paso del tiempo. Hacer humor con tu desgracia es la prueba de fuego de la ironía. Hacer humor negro con el dolor es descafeinar el hecho al quitarle la tragedia. Si el ego enardecido de los supervivientes sigue difundiendo las caricaturas agresivas de Charlie Hebdo, lo que queda en pie es la sensación de que su visión (del mundo de la información) es la correcta. Y que quienes recurren a los fusiles tienen una visión errada, o adolecen de ella: ni dios válido, ni ética válida, ni criterio válido, ni estética válida. Solo métodos de barbarie. Lo cual es erróneo. Porque su barbarie viene en respuesta a otra anterior. Uno puede convertir la crítica en una caricatura provocadora, o convertir la rabia en una acción de terror provocador.

Dos días después de la persecución y muerte de los perpetradores, el hecho se queda solo como «el peor ataque en Francia», sin responsables para oír y para juzgar. La atención es conducida a otro punto: las movilizaciones civiles (encabezadas por líderes bien familiarizados con otros genocidios). Preguntas y dudas que saltan a cada rato al repetir las imágenes: ¿La temporada de caza en Francia es Islam Vs. Libertad de expresión? ¿Propaganda radical contra propaganda liberal? ¿Yihadistas contra xenofobia gráfica anti-islámica?  Lo controvertible es la interpretación única del atentado como ataque a la libre expresión. Porque lo es, pero no es eso solo: la libertad de expresión no está amenazada por el fanatismo religioso. Ni por el poder de sugestión ni por el poder operativo del terrorismo. Tal vez sí por la homogenización del pensamiento, el control económico de los medios y la barreras de la investigación periodística. Hacer pensar trae riesgos, porque la xenofobia y el fanatismo exacerbado no reconocen límites ante las ofensas y las amenazas. En las palabras (humorísticas tras la última resaca) del ex presidente Sarkozy: es un atentado contra el pueblo francés. Pero contra el pueblo francés que votó por él, que permitió la campaña militar francesa en África y avaló la participación en los bombardeos a Siria. Contra una abstracción del pueblo francés: sus gobiernos, sus inversionistas. Del mismo modo en que el ataque ha sido perpetrado por una abstracción del mundo islámico (no con la aprobación de todos sus fieles).

la foto
Colectivo Dignidad- Lima
http://goo.gl/r204zu

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